Del Blog de Santiago González
El Congreso aprobó el lunes una iniciativa de Podemos para prevenir la propagación del odio en las redes sociales. Y qué es odio habrá que preguntarse. Pues miren ustedes, lo que al marqués de Galapagar le salga del moño. ¿Era odio que sus adeptos pateasen la cabeza a un policía antidisturbios el 25 de septiembre de 2012, tal como él mostró y defendió en la tele que le pagaban los iraníes (él dice iranís)? “Sé que esa imagen se ha utilizado para criminalizar a los manifestantes pero tengo que reconocer que me ha emocionado”. También pudo decir alternativamente “me ha excitado”. Ya decía Cela que cada uno se corre como puede, dicho sea con perdón, pero quién soy yo para corregir a un Nobel y ya explicaba el vicepresidente que los policías son matones al servicio de los poderosos.
“Su odio y sus amenazas no frenarán nuestro trabajo”, dijo Iglesias al poner fin a sus vacaciones en la casa asturiana que le había prestado Enrique Santiago. La pintada faltona se la habían hecho a más de dos kilómetros de su casa y en el municipio en el que el PSOE y Podemos sumaban el 72% de los votos y donde estaban protegidos por 15 matones al servicio de los ricos.
Pedro Sánchez vio mucho odio en el partido de la moción: “odio, cólera y nada más, acusó a Abascal de “odiar a España tal y como es” y remató: “va a comprobar que los españoles rechazan su propuesta de odio, de furia y de choque”.
También percibía odio en Vox la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua: “Ustedes abogan por políticas de crueldad y de venganza. Están instalados en el odio, son ustedes el ejemplo de la cohesión ideológica que se consigue agitando y generando odio”. La portavoz fue editora de Egin, Punto y Hora de Euskalherria, fundó Gara, y fue condenada a un año de prisión por apoyar al terrorismo, amén de componente del colectivo ‘Maite Soroa’, que señalaba a diario en Gara a los periodistas no adictos. Esta tipa, caso insuperable de alteridad y paranoia, habla del odio.
También hablaron del odio las cuatro gracias que se repartieron el tiempo de Podemos en la moción. Fue muy notable que Ana Vidal, que ha superado un cáncer y por tal motivo fue recibida con un aplauso unánime hiciera un dictamen inapelable: “hoy en el hemiciclo se respira odio”, pero el parlamentarismo modelo Nini Lastra, lleva escritos sus prejuicios y no tiene fácil la ciaboga dialéctica. Sofía Castañón mezcló agua y aceite, al citar juntas a la golpista, Aida Lafuente, junto a Clara Campoamor y su adversaria, Victoria Kent. Esta misma Castañón fue la portavoz que calumnió públicamente al abogado Calvente por acosar sexual y laboralmente a la abogada Marta Flor, acusación que se ha revelado falsa.
¿Son delitos de odio las fiestas de bienvenida a los terroristas presos al volver a sus pueblos? No. Tampoco lo serán los insultos o la quema de retratos del Rey, recuerden a la novia de Iglesias, con “Los Borbones a los tiburones” y “nuestros recortes serán con guillotina”. El odio lo van a definir ellos, ya lo han hecho: “Ellos son odio, engaño, mentiras, corrupción. Nosotros la alegría, la esperanza, el futuro”, dijo Iglesias el 31 de enero de 2015 en Sol. Puro Orwell, como si nunca hubiera leído a Monedero o a Echeminga dominga, que viene de Francia. Sería urgente externalizar el Gobierno de España. Si se pudiera elegir yo sugeriría encomendarle este marrón a Sanna Marin, la premier de Finlandia. Pero no sé si Casado entenderá esto.