Del blog de Santiago González
Algún día teníamos que hablar de los asuntos de Interior. Recuerdo la primera impresión que me produjo la formación del Gobierno Sánchez. Pensé en primera instancia que el presidente había subordinado el criterio cualitativo a lo cuantitativo, que así a ojo, la mayoría no parecían unos lumbreras, pero que al menos eran muchos. Donde Rajoy se apañó para gobernar durante siete años y medio con 13 ministros, Pedro Sánchez se puso a intentarlo hace cien días con 22.
Sánchez se doctoró en Economía, así son las cosas, aunque encargó a terceros el plagio de su tesis. Tal vez creyó que 22 harían el trabajo de 13 en la mitad de tiempo, poco más o menos. Entre las muchas cosas que Sánchez no llegó a aprender de Teoría Económica está la Ley de los Rendimientos Decrecientes, a pesar de que se estudia en primer curso. No sabe de Economía, pero tampoco anda mejor en Geografía. Desde la moción de censura nos impresionó al citar a Paraguay y Argentina como dos países de la Amazonia, confundió Zamora con Palencia, habló de Huesca y Aragón como si fueran entidades disjuntas, calificó a Soria como ciudad natal de Antonio Machado y puso como ejemplo de provincias limítrofes a Almería y Cádiz.
No hay quién dé más. Bueno sí. Entre toda su tropa es difícil encontrar a alguien capaz de sacramentos. De los cuatro vices, la primera está desaparecida en combate, el segundo está intelectualmente tan sobrevalorado como su jefe. Moralmente, no, ahí se ve que están muy a la par. La tercera, que parece tener más estudios y experiencia, auguró el 4 de marzo que el impacto económico de la pandemia en España iba a ser poco significativo . Menos de dos meses después ha pronosticado que el PIB va a desplomarse en un 9,2% a lo largo de 2020. También atribuyó a los suyos la invención de los Ertes, en una nueva adjudicación de la sopa de ajo que es tradición entre los socialistas. El mismo Pedro Sánchez atribuyó a un Gobierno de Felipe la introducción del divorcio en España, aprobado el 22 de junio de 1981 con Calvo Sotelo. Esta misma semana, Patxi López atribuía a su partido la creación de la Sanidad Pública.
La vice cuarta merece rancho aparte: 500 seísmos frente a la costa de Castellón, precipitó la crisis del automóvil al decir que el diésel tiene los días contados, a pesar de que ella tiene dos y se mostró partidaria de prohibir la caza y los toros, mientras anunciaba el fin de los Ertes para la hostelería: el que no quiera abrir allá él.
Me van a excusar que no pormenorice entre la peña: la ninistra consorte, Yolanda la risueña y los otros dos. Pero me van a permitir que me extienda un poco en mi gran decepción, Grande-Marlaska. Pensé hace 100 días que era un acierto de casting, aunque no acertaba a adivinar qué necesidad tenía de aceptar una oferta de este tipo. Era la ambición. Tenemos un ministro del Interior que -ya lo tengo dicho-antepone su identidad sexual a su obligación de garantizar la libertad de los ciudadanos, que levanta las multas de los batasunos por violar el estado de alarma 400 kilómetros, mientras instruye la causa contra Rajoy por hacer una marcha alrededor de su casa. Después de la pandemia espera el hambre. Y la inseguridad, que está al acecho.