Fue inenarrable la actuación de Patxi López para defender la amnistía que criticaba hace unos meses. Llevó la contraria a su jefe, que ya se la había llevado a sí mismo al contraponer dos argumentos irreconciliables: que hubo que hacer de la necesidad virtud, que fueron los resultados del 23-J lo que trajo la amnistía. La defensa de la misma por su contribución a la convivencia fue desactivada por la realidad: si eso fuese así la habrían llevado en su programa electoral. “Si es tan buena”, se pregunta Ignacio Varela en El Confidencial, “¿por qué se avergüenzan de ella?” Patricia Jiménez de Parga abundaba en el argumento: “Si creyeran la mitad de lo que dicen sobre las virtudes de la amnistía, ayer habría asistido el Gobierno en pleno y el presidente habría reclamado para sí el honor de defenderla personalmente”.
Nada de eso. Estuvo pertinente Feijóo, que hiló un buen discurso, al decir que era la sesión más triste del Congreso desde el 23-F y con su irreprochable paráfrasis del propio Patxi López en sus primarias con Pedro Sánchez: “Pero, Patxi, ¿usted sabe lo que es una amnistía?”
Otro cantar es lo de Santiago Abascal que tuvo dos problemas: haber hecho un discurso estrábico dirigido tanto contra Pedro Sánchez como contra Alberto Núñez Feijóo y la famosa frase de que el pueblo querrá colgar por los pies a Pedro Sánchez. Expliquémoslo una vez más: la frase es una estupidez. Lo es por llamar pueblo a la horda de partisanos comunistas que linchó a Mussolini y a Clara Petacci, pero sobre todo lo es por regalar al sanchismo un inapreciable pretexto para cambiar de conversación. Y sin necesidad de que Sánchez incurra en gasto público.
Santiago Abascal optó por sostenella y no enmendalla, ya le explicarán su error los votantes cuando haya elecciones, pero el anuncio de acciones legales para que la fiscalía actúe contra Abascal es una estupidez. Fue elocuente la foto que el líder de Vox mostró al inicio de su intervención, con las juventudes socialistas retratándose junto a una guillotina y la cabeza decapitada de Mariano Rajoy. Estaba, además, la predisposición de Enrique Santiago a matar a la familia real, como Lenin con los Romanov, los recortes con guillotina que Irene Montero pensaba aplicar a Felipe. El lamento de Yolanda Díaz de no haber contado con una el aparato para haber guillotinado a un Rey en España. La máquina Louison la llamaba familiarmente Pablo Iglesias, que también la echa de menos.
Madrileo recordaba en mi blog otro caso que yo no había recordado unas palabras de Magdalena Álvarez sobre Esperanza Aguirre y la inauguración de la Intermodal en 2007:
“Lo que no sé es por qué fue la presidenta de la comunidad, señorías, porque el único sitio en la estación intermodal de la T4 donde podía haber estado, porque es de la Comunidad de Madrid, y porque son los elementos de la Comunidad de Madrid, es o tumbada en la vía o colgada de la catenaria”.
El ministro de Transportes ha dejado testimonio de su entrega a Pedro Sánchez. No ha dicho “Pedro, hazme tuyo”, como Jorge Javier Vázquez, pero también estuvo muy entregado al decir: “Por Pedro soy capaz de saltar al vacío”, por lo que el grandísimo Luigi lo rebautizó en mi blog: Óscar Puenting
Siguiendo con Oscar Puente: 3 MasCien escribía en su cuenta de X: “En un país normal, Oscar Puente sería el típico tío que te encuentras en un bar a las tres de la mañana jugando borracho a una tragaperras y cuando gana 20 euros después de haber perdido 300, se pone a bailar flamenco y te pregunta sin puede bailar con tu novia. En España es ministro”.
La autobiógrafa de Pedro Sánchez ha comentado su obra: “Hoy se ha presentado ‘Tierra Firme’ de Sánchez Castejón en el Centro de Bellas artes de Madrid, un libro ameno y a la vez profundo para conocer mejor la figura humana y la visión política de Pedro Sánchez. Gracias, presidente, por confiar en mí para este trabajo”.
Carlos Martínez Gorriarán lo presenta con las siguientes palabras: “Autoelogio de la negra contenta de serlo, por si no nos habíamos percatado de que el libelo es suyo y el abajo firmante, un fraude. El autoenvilecimiento más abyecto y pútrido es la médula costumbrista del sanchismo”.