ABC-LUIS VENTOSO

EL CHISTE DE BORIS

BORIS Johnson, adolescente de 54 años, es la gran vedette de la política británica y el mascarón de proa de los brexiteros. Boris es un eficaz humorista («mis posibilidades de ser primer ministro son equivalentes a las de convertirme en una aceituna»). También un bufón harto provocador y bocazas («si votas tory acabarás teniendo una mujer con tetas más grandes y un BMW M3»). Y un político perezoso y caótico. Y un excelente articulista y escritor, que firma textos llenos de brío, gracejo y erudición. El 9 de julio dimitió como ministro de Exteriores, en una de esas absurdas peloteras sobre el Brexit que paralizan al Partido Conservador y al país. Nada más dejar el Ministerio recuperó su antigua columna en el «Telegraph», que le paga un dineral por sus brillantes artículos. Este lunes abordó la prohibición del burka en algunos países europeos, como Dinamarca. Boris, un liberal de corazón, rechazó la interferencia del Estado y defendió el derecho de las mujeres a vestir como les plazca. Pero no dejó de señalar que le desagrada el burka. Tampoco perdonó una de sus humoradas: comparó con «buzones de correos» y «ladrones de bancos» a las musulmanas ataviadas de tal guisa, con todo el cuerpo tapado menos los ojos.

¡Conmoción nacional! Blasfemia contra el sagrado multiculturalismo. Investigación interna del Partido Conservador, que amenaza con expedientarlo, u obligarlo a asistir a cursos de «Diversidad Cultural». Estupor en el Consejo de Musulmanes Británicos, que denuncia la «islamofobia» rampante de estas «citas incendiarias». Hasta Scotland Yard ha indagado si hubo delito de odio. El asunto ha llegado tan lejos que incluso ahonda la herida que divide a los tories, pues los brexiteros acusan a May de haber instigado la investigación interna contra su héroe.

¿Qué habría pasado si Boris hubiese escrito en su sátira que las monjas de hábito le recuerdan a «buzones de correos y ladrones de bancos»? Pues nada, porque en esta nueva Europa, cursi y renegada de su espiritualidad fundacional, el cristianismo puede ser objeto de las mofas más virulentas, pero lo mahometano, una religión anclada en el Medievo, no admite la más liviana parodia o crítica (¿a cuántas mujeres del podemismo de guardia han escuchado criticar el trato que recibe la mujer en comunidades y países musulmanes?). En ese mismo Londres, que se estremece con un chascarrillo cutrangas de Boris Johnson, tuve la ocasión de ver en la Tate Modern, su meca del arte moderno, un repugnante vídeo-instalación donde la cruz cristiana se utilizaba del modo más crudamente obsceno. Ni una queja. Ay si el vídeo hubiese efectuado esas «reflexiones plásticas» utilizando el Corán…

El debate es tan estúpido que tiene todo el sentido que el pensador que ha venido a imponer un poco de cordura sea Mr. Bean, el actor Rowan Atkinson: «Como beneficiario durante toda mi vida de la libertad de hacer chistes sobre la religión, puedo decir que el chiste de Boris es bastante bueno, y en el humor uno solo debe pedir disculpas cuando el chiste es malo». Me temo que Mr. Bean se ha mostrado más inteligente que la señora May. Lo cual, por otra parte, tampoco entra dentro de las grandes sorpresas