Miquel Giménez-Vozpópuli

Dícese por los mentideros de la Villa y Corte que Moncloa ha hecho un pedido de varias toneladas de bicarbonato. Se conoce que, a pesar de las tragaderas de las que goza con justa fama el monclovita, últimamente los menús que deglute no le acaban de sentar bien. Sin ir más lejos, parece que ayer se encontró con que el chef que le cocina los pactos no estuvo todo lo atento que debiera y Sánchez se encontró un Puigdemont en el plato de sopa de letras que toma a diario. Y aunque pidió la carta de reclamaciones, la carta se había declarado insumisa y las reclamaciones debían hacerse al maestro armero, al que habían dado de baja por esa estúpida ley que obliga a nuestros militares a retirarse a una edad muy temprana. Enfadose el ilustre prócer y hay quien asegura que lo han castigado a estar encerrado en un ascensor con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, todo un día. Qué crueldad, por Dios, antes asistir a una chochocharla impartía por Pim Pam Pum.

En total, que Sanchidrín ya se veía teniendo que tragarse a aquel Puigdemont al que el magistrado Don Manuel García Castellón está investigando junto con Marta Rovira y algunos más por un presunto delito de terrorismo, nada menos. Su Señoría sostiene que participaron en la organización y dirección del Tsunami Democrático, es un decir lo de democrático, mientras el separatismo considera que no hay para tanto y que aquello fue un cumpleaños de parvulitos. Ah, pero en Moncloa Sûr Mer está todo previsto y, rauda y veloz, la fiscalía de la Audiencia Nacional – ¿de quién depende la fiscalía? – decidió recurrir el auto del juez. Donde Su Señoría ve indicios de terrorismo, Fiscalía ve simples desórdenes públicos, una tontería, una calaverada, y como ya no existe el delito de sedición porque Sánchez se lo cargó para tener contentos a los lazis, pues igual la Audiencia Nacional se queda sin competencias para juzgar al Correcaminos bruselense y a Heidi Rovira.

Sanchidrín ya se veía teniendo que tragarse a aquel Puigdemont al que el magistrado Don Manuel García Castellón está investigando junto con Marta Rovira y algunos más por un presunto delito de terrorismo, nada menos

Ni que decir tiene que eso ha aliviado la digestión al preclaro líder de la nación, que está ahíto de desayunar, comer, merendar y cenar Puigdemont cada día, pero es la dieta que se ha autoimpuesto para seguir siendo presidente del gobierno. Dieta dura, dieta férrea, dieta tremebunda, pero ya se sabe, el que algo quiere, algo le cuesta. De todos modos, sospecho que las crujías actuales de Sanchito son minucias comparadas con las que le esperan como acabe siendo investido. Porque Puigdemont, que algo tiene que decirle a los suyos, se ha sacado de la manga el viejo truco favorito del fumismo lazi: si acepto la amnistía es para poder volver a Cataluña i tornar-ho a fer. Volverlo a hacer, Begin the Begin, mantenella y no enmendalla, vamos. Eso, unido a que espera que la sanchistería montada del Canadá acepte también, que aceptará, el concepto del lawfare, a saber, la guerra judicial que un estado emprende contra alguien de manera injusta, le compensa algo de la envidia que le ha producido ver al Santo Padre recibir a Perico Aragonés en audiencia. Hombre, Puchi, no es raro que el Vicario de Cristo en la tierra atienda antes a los pecadores que a los virtuosos. ¿O acaso Nuestro Señor Jesucristo no predicaba la Santa Palabra incluso a leprosos, garduñeros o mujeres de mala fama? Ya te recibirá, hombre, no me seas ansias.

Por otra parte, que la Benemérita haya confeccionado un dossier sólido, abundante en pruebas y completísimo acerca de la implicación de los citados Puigdemont y Rovira en lo del Tsunami que nos costó a todos los españoles millones de euros en pérdidas – sólo con lo del aeropuerto de El Prat ya habría causa en un país normal – da lo mismo que lo mismo da. Aquí lo que cuenta es la investidura y que sea rapidita, sin dolor, solo la puntita. Aunque nos encontremos a un Puigdemont en nuestra sopa. O un Junqueras. O un Otegui. O una Yolanda. Llegados hasta aquí, creo que a mí también se me revuelve el estómago. Ustedes dispensen. Voy a vomitar.