Miquel Giménez-Vozpópuli
- La alcaldesa de la segunda ciudad de Cataluña acaba de ser imputada por malversación. Pero como es del PSC, gloria p’a tó er mundo
L’Hospitalet es una ciudad donde hay siempre lío político, y hablo con conocimiento de causa porque cuando servidor estaba en el PSC tuve la oportunidad de conocerla a fondo. Desde Juan Ignacio Pujana, alcalde durante años y el primer político condenado por corrupción en España, no han sido pocos los asuntos feos que, de mayor o menor relevancia, han salpicado a ese consistorio gobernado por el PSC. Me apresuro a decir que soy buen amigo de Celestino Corbacho, que sucedió a Pujana en el sillón del alcalde, y sé que gestionó con limpieza y eficacia esa urbe. Por eso quisiera señalar ese periodo como uno de los más fructíferos y sensatos de todas estas décadas. Pero marchó Celestino hacia otros prados, dejando como sucesora a Núria Marín. Fue uno de los pocos errores graves que le he visto cometer. Núria es un ejemplo vivo de aparattxik, una persona de “lo que le digan en Nicaragua”, sin carisma ni personalidad propia, una funcionaria gris, en suma, un cargo orgánico de libro que aprendió que en Can Pesecé se llega a base de mucho pasillo, mucho conspireo y, eso siempre, asesinar al padre.
A Celes no pudo matarlo porque es demasiado listo para la torpeza de Marín que, si bien sabe sobrevivir al Titanic de las agrupaciones y los consejos de Federación, nada puede cuando lo que tiene ante sí es a un político de raza. Pero en cuanto a gestión, y más desde que tiene enfrente a la eficacísima oposición de un Ciudadanos que, ahí sí, cumple a la perfección lo que todos quisiéramos que hiciese en otros lugares, su estrella va apagándose poquito a poco. Desde sus coqueteos procesistas a la prepotencia con sus electores – explíquele de malos modos a un votante socialista de Bellvitge que el procés tiene sentido o que el catalán ha de ser lengua vehicular dejando de lado al español – la alcaldesa ha terminado cometiendo el error en el que incurren todos los sociatas: se ha refugiado en el búnker del cargo, parapetándose detrás de las consignas y de su relación con Miquel Iceta, diciéndose: “A mí, que me saquen si tienen lo que hay que tener”. Todo llegará.
Pero sucede que el tema no es ahora baladí. A la alcaldesa se la imputa por presunta malversación de fondos en un delito de irregularidades en la financiación del consejo deportivo de la ciudad. Marín, que es también presidenta de esa Diputación de Barcelona que cogobierna con los de Puigdemont –eso también intente usted decírselo al votante socialista de Hospitalet– fue a declarar ante la UDEF en la comisaría de la Verneda como testigo y salió como imputada. Se trata de medio millón de pavinis y eso, con la que está cayendo, en una ciudad obrera con muchísima gente que lo está pasando fatal y peor que lo va a pasar, ha sentado como un tiro.
La liebre saltó cuando el teniente de alcalde Jaume Graells dejó el cargo, quedándose como concejal, y denunció presuntas irregularidades, eufemismo que todos sabemos lo que significa
Dice el Juzgado de Instrucción número dos de L’Hospitalet que ese medio millón no sale por ningún lado, que los números entregados por el citado Consell a la Generalitat y lo recibido por los socios no cuadra. Señalemos que dicha asociación, aunque privada, la controla el ayuntamiento. La liebre saltó, como siempre pasa en estos casos que emulan los Idus de marzo, cuando el teniente de alcalde Jaume Graells dejó el cargo, quedándose como concejal, y denunció presuntas irregularidades, eufemismo que todos sabemos lo que significa. A partir de ahí, muchas cosas: en junio detuvieron al segundo teniente de alcalde, Cristian Alcázar, así como al concejal de deportes y presidente del Consell Esportiu, Cristóbal Plaza. Hay imputadas a fecha de hoy una decena de personas, entre las cuales cabe señalar al secretario general del deporte de la Generalitat, Gerard Figueras, al que detuvieron este noviembre pasado. La cosa está en saber si ese medio millón se destinó a fines particulares, si se falsearon los documentos, si hubo una doble realidad contable, en fin, dicho en román paladino, si alguien metió mano y brazo en el dinero público.
Marín ya ha dicho que no piensa dimitir, evidentemente. A Cristóbal Plaza, en cambio, lo han “dimitido”. Pero ni por esas. Las aguas bajan bravas para el PSC en su secular feudo. La oposición, que lleva pidiendo explicaciones hace meses, ahora exige la cabeza de la alcaldesa; menos los de Junts per Catalunya. No en vano Marín es quien les da alpiste en la Diputación. Ay, Miquel Iceta, él, que quería poner de alcalde en su día a Joan Francesc Marco porque lo de su querido Germà Pedra era imposible e impotable. Mira qué cosas eliges. Y esto, a dos meses de unas elecciones al parlament. Qué imputada, mi brigada.