Antonio Rivera-El Correo
Ha prometido el inmediato lehendakari nada menos que mil iniciativas para la legislatura. Toca a una por día laborable. Hay que tener para creerlo la fe que asistió a los maoístas en la campaña de ese nombre (hablaban de cien, pero se confundió el guarismo). La jornada de presentación de la legislatura es pródiga en promesas y números. El ciudadano elector creía antaño en las cifras abrumadoras; me barrunto que ya menos.
Parte de los graves problemas de la realidad vasca se resolverán en parte con recursos que sostengan tan abundantes y formidables promesas, pero lo sustancial dependerá tanto de las cifras como de las estrategias concertadas. Con más cuartos se contratan profesores de refuerzo y se reduce la ratio de alumnos, pero, ¿es esa la causa de nuestra reiterada posición postrera en la Liga Pisa? ¿Es básicamente por dinero por lo que no conseguimos fichar el número de jóvenes médicos que necesitamos? ¿Es económica la razón de la desazón de la Ertzaintza?
Si la autocrítica del tándem gubernamental histórico no arranca de un diagnóstico de la nueva situación de la sociedad vasca y de los servicios igual es que estamos repitiendo tiempos anteriores. En unos días las personas que encabecen cada responsabilidad podrán desentrañar ese entuerto que un listado estupefaciente de promesas -mil- no aclara. Cada proyecto personal para un área, de tenerlo, proporcionará el debido aterrizaje para lo que todavía no es sino un acuerdo de ilusiones del tipo ‘Viva el comunismo y más sueldo para mis obreros’.
Súmemsele a esta situación incierta de nuestros servicios y de sus soluciones los otros dos asuntos mollares de la legislatura: quiénes somos y dónde estamos, y qué vamos a hacer. Lo primero, la base institucional, la reforma de ese Estatuto que el portavoz opositor afirma que hizo el Gobierno español -Garaikoetxea, ¡di algo!- y que necesita de su puesta al día, pero solo si es para sumar más de lo que hizo el de Gernika. De momento suena a eso, a reformar y actualizar, pero entre medio se agolparán las oportunidades y más de uno se verá tentado de aprovechar para alterar el producto. Autogobierno y convivencia, ha sintetizado el candidato. Sea así, una cosa con la otra, pues la historia inmediata y lejana enseñan lo que pasa con la primera parte del par cuando los entusiastas comprometen la segunda.
Y qué vamos a hacer es lo tercero: la posición y el papel de Euskadi en la nueva competición mundial. Las viejas invocaciones al inveterado europeísmo vasco, el afán ingenuo por la autosuficiencia en un país minúsculo o el deseo de paz mundial quedan para los muy partidarios o para los muy ignorantes. Del txoko a Europa sin pasar por España es una consigna banal (y falsa). La exigencia hoy es insertarse en lo inmediato para disputar en el universo mundo, vendas llaves inglesas o marca turística.
Aclarar lo que promete hacer este gobierno sobre esas tres cosas básicas es lo inmediato. La almoneda de la jornada no lo propiciaba, pero el tiempo ha empezado a correr veloz para su credibilidad.