La distinción del lehendakari entre un Basagoiti bueno que nos garantiza el poder y un Rajoy malo que no arrima el hombro, puede tener un cierto interés escolástico, pero no se sostiene. Fue todo el PP el que respaldó suscribir un pacto de gobierno tan desinteresado.
El PP tuvo un protagonismo notable en la Fiesta de la Rosa, con que celebraron los socialistas vascos el 125º aniversario de la fundación por Facundo Perezagua de la Agrupación Socialista de Bilbao. Empezó Patxi López, que tachó a la oposición de Zapatero -y su apoyo en el Gobierno vasco- de «indecente», con esa inimitable manera de cargar la suerte y arrastrar los polisílabos que tienen los socialistas vascos en la suerte del insulto.
Lo del lehendakari ayer fue un sinvivir. La distinción entre un Basagoiti bueno que nos garantiza el poder y un Rajoy malo que no arrima el hombro, puede tener un cierto interés escolástico, pero no se sostiene. Fue todo el PP el que respaldó a los populares vascos para suscribir un pacto de gobierno tan desinteresado. Ni una cartera, ni siquiera la Diputación de Álava. Sólo un compromiso político y moral sobre las líneas maestras que el Gobierno de López seguirá en materia antiterrorista. Compromiso que Eguiguren se está encargando de magrear ya, como hizo desde 2001 con el pacto antiterrorista que Zapatero había firmado el año anterior con Aznar.
La ocasión se prestaba para que el lehendakari recordara al presidente que su pacto con el PNV lo está pagando él mismo con sus carnes morenas, pero una vez empleados los calificativos más esquinados contra los populares, se ve que no le quedaron otros del mismo campo semántico para su oposición ni para la izquierda abertzale.
Algo de esto le pasó también a Zapatero, el pato lacado, después de su experiencia china. Estuvo bien contra ETA, al prometer: «No les vamos a dejar respirar», pero no pudo estar a la altura del lehendakari y se conformó con calificar la actitud de Rajoy de «incalificable», con perdón por la paradoja: «No nos vamos a callar» ante el hecho de que el PP persista en «utilizar el terrorismo en la contienda política». Lo malo es que en la misma intervención añadió: «Desde que [Patxi] está en el poder, todo ha ido mejor» en Euskadi. Esto se demuestra en el hecho de que «el PSOE cada vez tenga más votos y ETA menos adeptos». Ni se cumple lo primero ni está acreditado lo segundo.
Nosotros, al revés que el PP, no hacemos cálculo electoral con la lucha antiterrorista; lo único que hacemos es contar los votos. Es el estilo que se lleva. La aspirante, Carme Chacón, decía la víspera en Almería: «La corrupción está en el ADN del PP». Ella, que es compañera en la Ejecutiva del PSC de Josep Maria Sala, el único condenado por corrupción que pertenece a la dirección de un partido democrático. Ella, gozosa compañera de mítines de Bartomeu Muñoz, alcalde de Santa Coloma y cabeza visible de la operación Pretoria. Ella lo va a decir en Andalucía, la tierra de los EREmitas, de Chaves y de sus hijos, de los liberados del partido con nómina en la Diputación de Granada, la tierra de mi hermano Juan, Mercasevilla y la corte de los milagros.
Es campaña y sólo hablan para los más estólidos de sus adeptos. Por mi parte, escucharé si algún candidato promete algún cambio de interés para mi barrio antes de decidir si voto.
Santiago González, EL MUNDO, 18/4/2011