¿Qué parte de la abstención no entienden?

EL MUNDO 27/10/16
TEODORO LEÓN GROSS

Ahora que El Vaticano prohíbe esparcir cenizas, está por ver qué se hace con los cadáveres políticos del PSOE. Pueden faltar columbarios. La investidura de Rajoy va a ser investidurísima para el PSOE. Cada paso hacia la cita en el Congreso parece un paso hacia el matadero. Estaba descontado que Podemos les embarrase el terreno, estilo Mourinho, presentando la abstención como golpismo. ¿A quién le importa el detalle de que el PP ganara las elecciones y tenga el 48,5% de la Cámara a favor? Y los luenas le hacen el caldo gordo a Podemos hablando del PSOE como un partido secuestrado. ¿A quién le importa el voto del Comité Federal? Tras vender durante meses que la abstención es un sí, ellos mismos ya no saben pensar más allá de sus eslóganes.

Ante la rebelión de los noesnoístas, el PSOE vuelve a tener que elegir entre malo y peor. Y el chantaje del sanchismo es duro: si todos ellos votan no, el PSOE se convierte en tercera fuerza y pierde el estatus que en teoría defendían evitando ir a elecciones. Así que de nuevo, en el tablero, zugzwang: hay que mover ficha y, haga lo que haga Ferraz, empeorarán su posición. La disciplina de partido castigando el no es un mensaje lógico de fuerza, pero quizá rompiéndose irreparablemente; y dar libertad de voto salva el órdago de las taifas, pero con un mensaje de debilidad quizá irreparable. Mal balance: el PSOE ante todo necesita recuperar credibilidad, y no podrá.

La maniobra del PSC se puede solventar: se les excluye del marco orgánico del PSOE, sin romper la relación parlamentaria. Un parche, pero soportable, al menos si Iceta no da más bailoteos cínicos. El PSC se abstuvo en 2010 con Mas–«por responsabilidad»– a pesar de la corrupción convergente, pero ahora se declaran maniatados por sus escrúpulos. Qué cosas. Exigen que sean respetadas las votaciones del PSC, aunque el PSC vote no respetar la votación del PSOE. Y todo así. Imbuidos de la lógica nacionalista, con el victimismo marca de la casa, aspiran a actuar a su conveniencia sin asumir la responsabilidad de sus actos.

Será más complicado resolver lo de Los 8 de Sánchez. Lo que esa banda llama voto en conciencia amenaza al partido con el chantaje de convertir al PSOE en tercera fuerza. Y esto no parece arrugar sino excitar a quienes apuestan por su minuto de gloria: Robles, Sumelzo, Elorza y compañía. Todavía se puede entender a Margarita Robles o Zaida Cantera, en definitiva comodines Snchzistas; pero no el postureo narcisista de veteranos socialistas sacrificando al partido. Y ya poco arreglarán si al final, contagiados del populismo podemita, acaban votando estilo abertzale: «Por mandato imperativo del Comité Federal, me abstengo…».

Investidos con la aureola un tanto infantiloide de rebeldes, los críticos esquivan la verdad básica: el partido tiene sus procedimientos y ahora toca aceptar democráticamente el pronunciamiento de la mayoría. Léase: abstención es abstención, ¿qué parte de la abstención no han entendido?