- Clara Ponsatí, fugada de la justicia española por golpista, dice que la independencia puede valer vidas humanas
La fugada, a la sazón eurodiputada y, por tanto, con un sueldazo que ningún transportista podrá cobrar jamás, ha venido a decir que si hay que hacer sacrificios humanos, léase muertos, háganse si es para conseguir la independencia de Cataluña. “En todas las grandes causas han tenido que lamentarse pérdidas” ha añadido con el aplomo que da ser cruel y estulta. Desde su cómodo Estrasburgo el personaje ha lanzado esta enormidad en un programa que se emite en el circuito catalán de TVE tanto por televisión como por Radio 4. Café de Ideas, lo llaman, sin adjetivación, aunque bien podría llamarse de ideas execrables, innobles, bienquedas o supremacistas. Que debamos pagar estos engendros que, además de no tener audiencia, son vehículo de todo lo contrario a la Constitución, es tristísimo. Es el típico programa de Sant Cugat, centro emisor estatal para mi tierra, que se mueve en esa odiosa equidistancia exquisita del pijo progresismo sociata pesecero. Ay, tenemos que hablar, pero mira, que los separatistas también tienen derecho a intentar dar un golpe de estado, que mi hijo es de las CUP, mi suegra es amiga de Pujol y toda mi familia vota Illa. Lo dije en mi libro, perdón por la auto cita, “PSC: historia de una traición”: sin los socialistas catalanes no se habría llegado tan lejos en Cataluña.
De aquellos polvos, esta Ponsatí, que invoca morir por la causa. Claro que lo dice desde lejos, no sea que le alcancen las salpicaduras. Igual que cuando Puigdemont exhorta al poble català a hacer sacrificios, o cuando Marta Rovira, recuerden, la secretaria general de ERC que se fugó a Suiza tras hablar de que no tenía miedo, de que el estado había amenazado con muertos, habla de represión. No es nada nuevo. Estamos acostumbrados a que estos ventajistas vendedores de humo suelten barbaridades para entretener a su parroquia. Que andan los separatistas muy mosqueados con lo Aragonés, afeándole el dejar pasar el tiempo mientras cobra sin que se vean avances hacia esa magnífica república catalana de pujoles, tres por cientos, rufianes, deportivos de alta gama y escuelas de reeducación para los no adictos. Que Borrás sea la primera presidenta del parlamento catalán acusada por corrupción da igual; que Aragonés evite saludar al rey pero pierda las posaderas para hacerlo con Otegui no importa; que el parlamento pague dietas a sus miembros aunque no se desplacen es indiferente; la última, que la Dirección General de Comunicación del gobierno catalán exija a los periodistas por escrito una “declaración de adhesión” a las catorce normas que impone para poder asistir a las ruedas de prensa que, por resumirlas, se reducen a callar, preguntar lo que toca y lamer las botas de la generalidad, es preciso y necesario. Cuidado, que han de devolver el papel firmado, junto con su DNI y el nombre del medio para el que trabajan.
No sé ver qué precio pagan los de la estelada, Ponsatí. Sí sé el que pagamos a diario quienes estamos en contra de su régimen autoritario y racista. Pero eso a usted le da igual, porque para la gente de su calaña existen dos tipos de personas en Cataluña: los separatistas y el resto, que somos ñordos, tenemos una tara en el ADN, somos colonos, fascistas y represores. Ah, y españolazos, que me olvidaba.
Que considere que su causa bien vale una sola vida lo dice todo acerca de su catadura moral, igual que cuando también desde su vida muelle en el extranjero afirmó que esto de la independencia había sido un farol. O sea, exige usted que la gente se inmole por un farol. No tiene usted perdón de Dios.