Carlos Herrera-ABC
- El exministro puede tener pruebas de que hubo sombra de prevaricación; o quiere dar la impresión de que las tiene
Ábalos levantó el dedito y dijo: señorita, he sido yo. Algunos bobos se hicieron los sorprendidos, y los ministros del Loroparque, como los acorazados de ‘la Sincronizada’, hubieron de tragarse todas las conspiraciones que denunciaban: no había conspiración fangosa. Solo hay un individuo preocupado por lo suyo, que no es otra cosa que la posibilidad de ser procesado y condenado por una serie de delitos que acarrean estancia en el hotel con rejas. ¿Y qué pretende José Luis con la filtración de estos wasaps que manchan superficialmente a Sánchez –por ahora– y le dejan a él como un exquisito de las formas?: parece evidente que enviarle un mensaje a su antiguo jefe dándole a entender que tiene más, mucho más, y que si no le ayuda sigue vertiendo contenidos. Y Pedro sabe lo que atesora el colega porque es la otra parte de la conversación entre dos.
Pero hay cosas que no dependen de Sánchez: puede utilizar la Fiscalía, la Abogacía Borrega del Estado, puede ordenarle a Pumpido que le brinde amparo en última instancia… pero no puede ordenar al Supremo que deje de investigarle. No obstante, tras unos primeros mensajes que retrataban al personaje y le comprometían en su imagen política, ayer dejó asomar parte de su patita con el asunto que de veras le puede suponer a Pedro I ‘el Mentiroso’ –así le llama el genial Luis del Val desde los primeros días– un problema serio: Air Europa. Ese rescate era necesario pero fue rápido, fraccionado en dos y con más euros de los esperados. Los informes técnicos del rescate no aparecen por ninguna parte ya que el Gobierno se niega a hacerlos públicos. Es verdad que las condiciones fueron leoninas y que la compañía está devolviendo cada moneda prestada, y que está saliendo a flote –por lo que me felicito; soy cliente fiel–, pero no se discute eso, es una cuestión procedimental y amaga la incógnita de si intervino Begoña y si Pedro atendió su requerimiento, con la aquiescencia de todo el Consejo de Ministros, incluidos sus aliados. Ábalos puede tener en la mano las pruebas de que hubo sombra de prevaricación; las tiene o quiere dar la impresión de que las tiene, y por eso ha mandado los primeros avisos. Eso pone nervioso a cualquiera. Si se intervino de forma inadecuada entonces Sánchez sí que tiene un problema. Por ahora, la Justicia no ha querido iniciar investigaciones al respecto, quizá por esperar indicios más contundentes, pero el juez Peinado, encargado de la investigación de los tejemanejes de Begoña persiste en el intento. ¿Qué razón habría para recuperar a Ábalos y no dejarle del todo abandonado después de cesarle tras conocer todas sus corruptelas, incluida su vida disoluta por los Paradores de España?
Seguramente antes de que aparezcan nuevas y definitivas evidencias habrá acuerdo. Sánchez tiene menos margen de maniobra del que seguramente pide Ábalos pero algo se inventará para calmarle, como calma a Puigdemont. Como algo se inventará para sofocar el fuego que se le viene con el incendio de Santos Cerdán. Continuará…