IGNACIO CAMACHO-ABC

  • El único que puede evitar ya la amnistía es, paradójicamente, el principal beneficiario de la medida

Pero, vamos a ver, ¿por qué tendría Sánchez que negarse a amnistiar a Puigdemont y demás sediciosos catalanes? Hombre, en primer lugar porque la amnistía no cabe en la Constitución. ¿Seguro? Eso era antes de Conde-Pumpido. En la Constitución cabrá lo que el Tribunal Constitucional decida que cabe, como el propio presidente ha dicho, y la amnistía acabará encajando en ella, si no en letra sí en espíritu, aunque sea a base de martillazos de constructivismo jurídico. Ya, pero es que además se trata de una contradicción impresentable con todo lo que el jefe del Gobierno ha defendido hasta antier mismo. ¿Y cuándo ha sido eso un inconveniente? ¿Quizá para los indultos, para los pactos con Bildu? ¿Acaso para el Sáhara, o para la coalición con Podemos que le quitaba el sueño? También dijo que Puigdemont era un xenófobo al que iba a poner en manos de la justicia y ahora lo considera un hombre ‘de progreso’. La hemeroteca de sus solemnes declaraciones ya no provoca sorpresa ni bochorno sino melancolía y desaliento. ¿Queda alguien en España que desconozca el nulo valor de su palabra o la inestabilidad de su criterio, y que al mismo tiempo ignore que esa constante demostración de incoherencia no tiene ningún precio? ¿Cuánto tardará el electorado en olvidar o amortizar un nuevo incumplimiento? ¿Qué relevancia tienen para sus votantes esas contradicciones estando el poder por medio?

Mejor dejarse de autoengaños. Ahí están los resultados. Toda esa colección de ocultaciones, escándalos, manipulaciones y ‘cambios de opinión’ sistemáticos, más una pandemia con dos confinamientos inconstitucionales –estos sí declarados– y una estrategia de toma de instituciones por asalto le proporcionó un millón de votos más de respaldo. Vale, que si la derecha se dividió y tal, que si la distorsión del verano, pero los números son tercos y conviene mirarlos. El sanchismo sigue contando con el apoyo de una significativa porción de ciudadanos porque se ha hecho fuerte en la construcción de un marco mental y de un ‘relato’ capaces de controlar la percepción de la realidad de sus partidarios. Tiene bula porque domina la conversación pública; si se lo propone, hay poco margen de duda en que podría salir indemne incluso de la convocatoria de un referéndum en Cataluña. Es más, basta con oír al presidente rechazar la consulta para comenzar a pensar en las urnas. Él también sabe que mediante una oportuna campaña de propaganda pagaría por ello una factura escasa o nula. La primera mentira solivianta, la segunda irrita, la tercera asombra y a partir de ahí la gente se acostumbra. Así que volvamos a la pregunta: ¿por qué se va negar a la amnistía si la necesita, si le va en el envite su supervivencia política y, sobre todo, si ha logrado consolidar tal clima de anomalía que el único que puede ya impedirla es, paradójicamente, el principal beneficiario de la medida?