Alguno de ustedes recordará aquella canción que decía “¿Qué tendrá Marbella, que tendrá la costa?, que todo el que llega, aquí se coloca”. Tiempos de Jesús Gil con su caballo Imperioso ejerciendo de alcalde, el primero, no el segundo, con Espartaco Santoni en su chiringuito de bebidas pañuelo de pirata en la cabeza, Don Jaime de Mora y Aragón, monóculo, bastón, bigote y perilla acaudillando a sus amigos árabes o la sin par Gunilla Von Bismarck, que sin ella no había fiesta merecedora de tal nombre en aquella parte del litoral español. Podía entenderse que mucha gente llegase de diferentes partes, acogiéndose a la resaca marítima que recala en lugares insospechados donde poco o nada se pregunta y se vive razonablemente bien.
Pero que sea Suiza el lugar elegido por el separatismo catalán como destino final e idílico es un poco, como diría el padre de Julio Iglesias, raro, raro, raro. Ahora acaba de fugarse uno de ERC, a la sazón diputado en la cosa regional parlamentaria y miembro de la Mesa del citado parlamentillo al ajillo. Ruben Wagensberg, se llama. Dice que se va porque quiere preparar su defensa jurídica y política. Se conoce que ha contraído un virus bastante común entre separatistas, el jindamus gravísimus. Estaba de baja por ansiedad debido a que era escuchar el nombre del juez García Castellón y vestirse de pastor de la Sierra de la Culebra para disimular.
La antaño tremebunda y amenazadora líder cupaire Anna Gabriel se plantó en el país del queso y los bancos llegándose a cortarse las greñas
Al margen de la implicación del susodicho en el Tsunami Democràtic, obra santamente. Marta Rovira hizo lo mismo, eso por hablar de su partido, que otros como el niño de Waterloo y su corte de faraón se fugaron en tropa a las bélgicas de los belgas y la antaño tremebunda y amenazadora líder cupaire Anna Gabriel se plantó en el país del queso y los bancos llegándose a cortarse las greñas, peinarse en peluquería acreditada y cambiar aquellas camisetas medio rotas y olerse la axila a vestir muy modosita y vivir bastante bien, como todos esos “exiliados” sin que se les vea muy trabajados.
No los busquen en una obra mirando que el murete esté bien recibido, de camareros en un bareto a orillas del lago Leman, llevando un taxi, currando en un super, de mecánicos en un taller de chapa y pintura o curreles semejantes a todos quienes llegan a la Confederación Helvética aunque tengan titulaciones académicas apabullantes. Porque allí se empieza desde abajo, so pena que te fiche una multinacional, un banco, una empresa suiza importante o similar. Claro que también puedes entrar por la puerta de atrás y, merced a tus contactos políticos, encontrar un acomodo donde te caiga una pasta sin sentirte con ansiedad ni tener que soportar a un juez justiciero pidiéndote explicaciones.
Igual la Chiqui ministra está explorando la cosa, no sea que algún día la justicia, recuperado el país para la normalidad y el buen gobierno y volviendo a imperar el sentido común, les pida cuentas, un suponer, a ella y su gobierno
Menos mal que la ministra Marijesú Montero ha salido rauda y veloz como es ella diciendo que entendía la situación y el traslado a Suiza del muchacho. “Cualquiera de nosotros en una situación de este tipo se puede imaginar la angustia, la incertidumbre y el miedo que puede tener una persona y somos perfectamente conscientes de las vivencias que tienen los que se ven implicados en un proceso judicial”. No lo dirá por los del caso de los ERE, que andan por ahí tan panchos porque, al igual que los Pujol, no hay manera de que vivan un ratico en el hotel rejas a expensas del estado. Igual la Chiqui ministra está explorando la cosa, no sea que algún día la justicia, recuperado el país para la normalidad y el buen gobierno y volviendo a imperar el sentido común, les pida cuentas, un suponer, a ella y su gobierno.
Y es que en Suiza se está tan bien…