Lo que equivale en español a que os zurzan. Eso dijo a Xavier Trias el sábado cuando comprobó que los votos de Ada Colau y del PP habían encumbrado a la alcaldía al socialista Jaume Collboni. Que Trias tenía derecho al desahogo se comprende. Que, habiendo ganado él las elecciones, le hagan juegos de manos por detrás y eso cabrea, también. Casi todo se podía entender, incluso que Collboni le hubiera ofrecido a Trias repartirse la alcaldía dos años uno y dos años el otro o que Colau hubiera propuesto un tripartito entre PSC, Esquerra y los podemitas repartiéndose la alcaldía como si fuese una ensaimada. Todo podía ser porque el caramelito que supone el ayuntamiento de Barcelona no es grano de anís.
Pero ahí estaba Ada Colau, que en el último momento – ella y Collboni sabrán qué pastelearon – decidió apoyar al candidato socialista manteniéndose, eso sí, en la oposición. Conociendo a la interfecta creemos estar en condiciones de afirmar que al PSC no le habrá salido gratis la componenda y a los meses venideros nos remitimos. Pero lo del PP ha resultado algo tan inusitado que merece una cierta reflexión. Los dos concejales obtenidos por VOX decidieron votarse a ellos mismos. Con tan parca representación y los desplantes que tuvieron que aguantar por parte de Collboni, que dijo que hablaría con todos menos con la “extrema derecha”, o la Colau que dijo que no pensaban ser amables con VOX ni siquiera saludarlos, era lo más gallardo que podían hacer.
Si fuera al revés, VOX hubiese ganado y se negase a hablar con socialistas, comunistas y separatistas ¡la que se habría organizado! Que si no sois demócratas, que si el respeto a las minorías. Estos demócratas de broma solo entienden la ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para ti.
Dicho esto, uno se pregunta la razón por la cual Daniel Sirera y los concejales populares no hicieron lo propio. Según el mismo Sirera, confirmado luego por Feijóo, se trataba de que en la capital no gobernase un separatista. En primer lugar, hay que desconocerlo casi todo en materia de política catalana para equiparar a Trias con Puigdemont, aunque pertenezcan al mismo partido. Y hay que ser muy torpe como para no comprender que, después de la campaña de acoso y derribo a la que fue sometido Trias por parte de los servicios policiales que se inventaron unas cuentas en Suiza totalmente inexistentes, el hombre no se acordara, como mínimo, de las madres de algunos populares. “El PP tiene una deuda moral conmigo”, le dijo Trias a Sirera.
El resultado de apoyar a Collboni es que uno del PSC es alcalde de Barcelona. Uno de Sánchez. Uno que presume de pertenecer a un partido que está por la inmersión lingüística, que ha indultado a los golpistas catalanes, que defiende la mesa de diálogo con los separatistas, que aprueba que si se celebrase algún referéndum debería respetarse el resultado, que en España existen varias naciones – Iceta, el gran protector de Collboni, dixit -, que gobierna con Junts y Esquerra en diputaciones, ayuntamientos y en el gobierno de la nación. Es el partido del Pacte del Tinell, el del cordón sanitario contra el PP. El partido amigo de Bildu, por más que ahora se quieran esconder. El que llevó de su mano a los comunistas al gobierno de la nación. No sigo, porque me cansa explicar una vez más por qué el PSC es nefasto.
Dicen los del PP que es el mal menor, pero si Trias es el mal, Colau y Collboni, socios hasta hace poco y, por tanto, tan responsables el uno como el otro de la degradación que se vive en mi ciudad, también son el mal y, si me apuran, un mal mucho más grave. El coro griego que cualquier partido tiene anda loando lo oportuno de estos votos y poniéndonos a caer de un guindo a quienes decimos que ha sido una estupidez. Pero la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Y ésta se resume en la frase de Trias: Que us bombín.