Baudrillard escribió ‘en Cultura y simulacro’ que «las masas se resisten escandalosamente a la comunicación racional. Se les da sentido, quieren espectáculo». O por decirlo con uno de los airosos juegos de palabras de la viceprimera: el chivatazo del Faisán necesita un ‘Ric’ Costa a toda costa. Más sencillamente, alguien que se coma este marrón.
La incorporación de Dignidad y Justicia y la AVT a la lista de personas y entidades que se oponen al archivo de la causa que se sigue por el chivatazo a ETA va a hacer un poco más inverosímil su cierre, si es que tal se produce, al juez Garzón.
Este grave asunto es conocido por el nombre de bar Faisán, en parte por el teatro de operaciones, en parte porque los bares siempre han sido en Euskadi instituciones con más tirón popular que las bibliotecas, como les digo una cosa les digo la otra.
Las asociaciones citadas se suman al partido de la oposición y al de la diputada solitaria en la negativa al carpetazo, en la que también coinciden cuatro sindicatos policiales (SUP, USP, CEP y SPP) y el inspector Carlos G., el investigador del caso que no orientó adecuadamente sus pesquisas, según se deduce del escrito de la Fiscalía.
¿Quién podría tener interés en cerrar un caso con tantos puntos de interés? No estamos ante un asunto baladí, sino ante lo que, con toda probabilidad, constituye un delito de colaboración con banda armada, quien quiera que lo haya cometido. Estamos lejos de haber llegado a un punto en el que es imposible la investigación, tal como podría deducirse de una lectura muy apresurada del escrito del fiscal. Queremos saber. La oposición, la Policía, las víctimas (a la AVT le costó 4.000 euros personarse en este asunto) y un sector muy importante de la opinión pública. El investigador principal del caso, sobre el que ha caído la sombra de la sospecha, quiere que se sepa.
Es más que probable que el fiscal será partidario de reorientar una investigación infructuosa por un camino que lleve a resultados. Para qué vamos a hablar del ministro del Interior; cómo no pensar que arde en deseos de saber quién de entre sus funcionarios fue capaz de tamaña villanía (y si no lo hubo, de hacer que resplandezca el buen nombre del Cuerpo y el de todos y cada uno de sus funcionarios). El juez no tendrá interés en que descarrile ningún sumario suyo, menos aún en un momento en que tiene asunto pendiente ante el Tribunal Supremo. ¿Es causa suficiente que hayan pasado ya más de tres años de los hechos sin resultados apreciables? Los sumarios tienen una vida útil más larga que los yogures y es conclusión muy insatisfactoria un carpetazo sin que un delito grave, ciertamente cometido, termine sin procesamiento alguno, cuando son tan pocos los presuntos. El misterio de la habitación cerrada nunca es tal. O se descubre al culpable o hay truco del narrador.
No digamos en qué punto de la investigación estaríamos ya si a lo largo de estos tres años se hubieran producido esas filtraciones que tantas portadas resuelven cada día a los periódicos o si se abriera el sumario para que el público satisfaga su legítima curiosidad.
Queremos saber. Hace ya más de 30 años, Baudrillard escribió en Cultura y simulacro que «las masas se resisten escandalosamente a la comunicación racional. Se les da sentido, quieren espectáculo». O por decirlo con uno de los airosos juegos de palabras de la viceprimera: el chivatazo del Faisán necesita un ‘Ric’ Costa a toda costa. Más sencillamente, alguien que se coma este marrón.
Santiago González, EL MUNDO, 21/10/2009