Francesc de Carreras-El País
Ciudadanos fue clave para enfrentarse al golpe de Estado en Cataluña, ahora es clave para dar estabilidad al Gobierno de España
Cuando en julio de 2006, por sorpresa, fuiste elegido en el congreso fundacional como primer presidente de Ciudadanos pensé que, aún siendo una persona muy valiosa, como habías demostrado cuando Cs era solo un partido en construcción, todavía no te había llegado el momento: eras muy joven, te faltaba experiencia. Pero rápidamente cambié de opinión: ciertamente eras joven, 26 años, pero enseguida diste pruebas de ser muy maduro.
He dicho que fuiste elegido por sorpresa y el primer sorprendido por la elección fuiste tú. Lo recuerdo bien porque aquel día estaba a tu lado esperando que se anunciara el resultado, no quisiste decirme nada sobre la persona elegida, solo balbuceaste, hecho un manojo de nervios, que tú no tenías la culpa. No entendí nada pero inmediatamente se anunció la lista que tú encabezabas y los asistentes, entre desconcertados y contentos, pidieron que pronunciaras unas palabras. Estas palabras no podían estar preparadas con antelación, para nada esperabas aquel nombramiento. Pero subiste decidido a una improvisada tarima para dirigirte a la concurrencia.
No fue una simple alocución de compromiso, como hubiera parecido normal, sino un largo y bien articulado discurso de veinte minutos, en el que abordaste todas las cuestiones de fondo: el significado del partido, su ideología no nacionalista y el bilingüismo, su vocación liberal y socialdemócrata, la necesidad de ocupar un espacio electoral entonces vacío, el convencimiento de que si las ideas de Cs lograran darse a conocer se conseguirían unos escaños en el Parlamento desde donde poder discrepar de la política nacionalista, trasversal a los demás partidos. En conclusión, transmitiste muy bien, con orden y claridad, el mensaje de que Cs era una fuerza política capaz de dar voz a catalanes que se habían quedado sin partido. El entusiasmo fue general: de repente te convertiste en el líder que andábamos buscando.
Pero hubo más. Al día siguiente te presentaste a primera hora ante tu jefe en la asesoría jurídica de La Caixa para pedirle una excedencia hasta las próximas elecciones ya que habías sido designado presidente de un nuevo partido político y debías entregarte por entero a esta tarea. Ahí diste prueba de tu responsabilidad y sentido del deber, no podías fallar a quienes te habían elegido. Todo se confirmó: eras joven pero suficientemente maduro.
Cuatro meses después, Cs obtuvo 90.000 votos y tres escaños. Tu primer discurso en el Parlament fue pronunciado, con naturalidad, en castellano y catalán. Parecía que, en Cataluña, lo que era normal en la calle empezaba también a serlo en las instituciones. Un gran paso, un gran alivio, una esperanza.
Los años siguientes fueron duros, difíciles, con aciertos, con errores, en soledad. Pero aguantaste bien. Si Cs ha llegado a ser lo que es, lo debe sobre todo a ti. Hacia 2013 irrumpió en el resto de España. Esta es otra historia, la conozco mucho menos, pero es una historia de éxito. El último, obtener hace poco más de un mes 57 diputados que junto a los 123 del PSOE suman una mayoría absoluta de 180 escaños, capaz de sostener un Gobierno coherente y estable en los próximos cuatro años, algo imprescindible para afrontar un complicado futuro. Cs fue clave para enfrentarse al golpe de Estado en Cataluña, ahora es clave para dar estabilidad al Gobierno de España.
No entiendo que ahora nos falles, Albert, que nos falle Cs, que el joven maduro y responsable se haya convertido en un adolescente caprichoso que da un giro estratégico de 180 grados y antepone supuestos intereses de partido a los intereses generales de España. Es ir contra toda tu trayectoria política, contra la trayectoria de Cs. Se te acusará, con razón, que por tu culpa arrojas al PSOE a pactar con Podemos y con los nacionalistas, precisamente aquello que Cs debía impedir.
Si rectificas pierdes credibilidad, en los últimos meses has dicho hasta la náusea que nunca pactarías con los socialistas. Pero muchos votantes de tu partido, y también de otros, creen que este país necesita un Gobierno sólido y si Cs contribuye a ello olvidarán esta desgraciada campaña. Estás a tiempo de rectificar. Si en 2016 acordaste con el PSOE un buen programa de gobierno, no hay motivo para que ahora no se repita tal operación. Recobra, Albert, la capacidad de liderazgo que has tenido en todos estos años y afronta con valentía la adversidad. Rectifica. Muchos no desean que a Cs les una solo un melancólico recuerdo.