EL CONFIDENCIAL – 06/05/16 – BEGOÑA VILLACÍS
· Los populares saben perfectamente que Podemos quiere montar un referéndum en cada esquina de España.
Ayer acudía a un programa de análisis político en Telemadrid, y, cosas de la escaleta, mi intervención sucedía a la de otra política, la exministra del PP Celia Villalobos, sobradamente conocida por todos Vds.
Mientras la señora Villalobos hablaba, a una la microfonaban, lo que me permitió asistir desde el mismo plató a aquella entrevista de la que extraje dos conclusiones. La primera, la campaña ya ha empezado, y el objetivo del Partido Popular no es presentar el mejor Partido Popular a sus electores, aquellos que no soportan ni un gramo más de corrupción y pasividad, sino tratar de presentar al respetable la peor versión de otro partido, en concreto Ciudadanos, aunque sea falsa. Segundo, al partido Popular le va bien, o piensa que le va bien, si a Podemos le va bien.
La Sra. Villalobos, que de verso libre tiene poco, más bien tiene línea directa con el verso dominante, sostuvo de forma reiterada, que Podemos superaría al PSOE, tal y como ocurriera hace casi un año en el Ayuntamiento de Madrid. Insistía en un discurso triunfalista para con la formación morada que a la fecha contaba con un solo precedente, la rueda de prensa del propio Iglesias, y muy escasa prospección que lo sustente. Así, Iglesias y compañía descubrían, una vez más, un inesperado aliado de campaña, el mismísimo Partido Popular. Sospecho que cuando barruntaban su línea editorial, el partido en funciones ha entendido que así conseguirían ser la lista más votada, algo que, por cierto, ya consiguieron en diciembre. Lo que no tengo tan claro que hayan terminado de entender es que lo que no han conseguido es formar gobierno. No lo han terminado de entender quizás porque ni siquiera lo empezaron a intentar.
El objetivo del PP no es presentar el mejor PP a sus electores, sino tratar de presentar al respetable la peor versión de otro partido, en concreto Ciudadanos.
Este argumentario de campaña reeditado, les llevó a sostener tras aquel debate a tres cabezas de lista y una no cabeza de lista, que la mejor intervención había sido la propia, seguida por el representante de Podemos quienes, por cierto, le recogían el guante y devolvían el cumplido presentando un palmarés parecido. Para ellos el mejor había sido Pablo, seguido por Soraya. Quid pro quo.
A nadie se le escapa que los programas que presentaron ambas formaciones, son tan solubles como el agua y el aceite. Sospecha de pacto de gobierno no despiertan, pese a esta extraña cortesía pre electoral que les lleva al compadreo de quien, a pesar de no entenderse, bien pueden compartir adversario. Los populares saben perfectamente que Podemos quiere montar un referéndum en cada esquina de España, que no se desapuntan de inflar un déficit, que Europa no les cuadra y que conchabean con aquellos que desafiaban nuestro estado de derecho a punta de pistola y maletero bomba. Lo saben, igual que los otros saben que el Partido Popular no es, ni de lejos, el colmo de la regeneración, saben que no comparten modelo de estado, ni modelo de derechos civiles o sociales y un largo etcétera. Lo que sí saben es quién está al otro extremo, y es el único partido que puede compartir objetivo de querer neutralizar el centro, el eje sobre el que debiera pivotar todo consenso. La verdad, pareciera que compartan nostalgia de aquellas dos Españas.
Los populares saben perfectamente que los miembros de Podemos quiere montar un referéndum en cada esquina de España.
Este ejercicio tan poco noble de entrega de principios por un puñado de votos no refleja sino la altanería de la vieja política, capaz de todo, de t-o-d-o por no perder un milímetro más de tierra. Refleja un no haber entendido nada, y una falta de diagnosis preocupante que no tienen interés en corregir. Así que no esperen grandes cambios, prepárense para una predecible retórica compuesta por una dosis de cuidado señores que sube Podemos, alguna bajeza destinada a Ciudadanos y puede que de propina otra al PSOE, y el consabido cierre de mejor lo malo conocido, que no es sino el triste lema de quien ha renunciado a ser estimulante y aspira a ser, por lo menos, resultón.
EL CONFIDENCIAL – 06/05/16 – BEGOÑA VILLACÍS