Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
El presidente Pedro Sánchez asegura que el acuerdo fiscal alcanzado en Cataluña es bueno para Cataluña -lo cual es fácil de creer una vez que hasta el Molt Honorable Aragonès lo ha considerado generoso-, y también lo es para el resto de España. Es decir, para el presidente Pedro Sánchez, los españoles que no somos independentistas catalanes somos bobos. Y lo malo es que, como nos conoce bien, es muy posible que lo seamos. Vamos a ver, para juzgar si el acuerdo es bueno o malo para Cataluña basta con preguntarse si en adelante, los catalanes pagarán más o menos impuestos y si Cataluña aportará más o menos al fondo común. La primera pregunta carece de respuesta en estos momentos. El acuerdo prevé el traslado de la capacidad normativa, de gestión y de inspección a las autoridades catalanes, así que serán ellas las que decidirán lo que hacen y como aplican la presión fiscal. Desde luego, mientras esté en manos de ERC yo no estaría muy tranquilo.
La segunda pregunta es mucho más sencilla de responder. Se hace mediante otras sencillas preguntas. ¿Cree usted que los partidos independentistas catalanes han montado todo este lío y han presionado de esta manera para aportar más o para aportar menos al fondo común? Exacto, menos es la respuesta correcta. Veo con agrado que sigue de cerca la actualidad. Otra pregunta. El pacto fiscal tiene el apellido de ‘solidario’. ¿Piensa que los partidos independentistas catalanes no encontraban en el sistema común, ahora dinamitado, la manera de ejercer sus ansias de solidaridad con el resto de España y por eso han exigido su salida de él, para serlo con mayor intensidad o más bien cree que ese ‘apellido’ se le ha dado para convertirlo en el excipiente necesario para tragar con menor esfuerzo tan indigerible, incómoda, impopular e injusta medicina? No se ría, el presidente Pedro Sánchez opina que debería tomarla con alegría y contento, ya que es buena para usted y, ¡colmo de la felicidad!, para todos. Y él sabe tan bien lo que nos conviene…
Luego hay una cuestión que no ha recibido la atención que merece. El acuerdo alcanzado no afecta solo a Cataluña y a sus ingresos fiscales. Dado su monto, afecta y lo hace de manera decisiva, a todas las regiones que se mueven en el sistema de financiación común, es decir, a todas menos a las que disponen de un sistema de Concierto como es el caso del País Vasco y Navarra, pues modifica sustancialmente la cantidad total de dinero que administrará los restos de su naufragio.
Afectará a todos pero no lo han negociado entre todos, lo que determina bien el ámbito de competencia, la gran cuestión de todo nacionalismo, el núcleo central del problema. Los independentistas, de todas latitudes, no solo de Cataluña, opinan que tienen derecho a decidir su futuro, con independencia de que tal cosa afecte o no al futuro de todos. Ese es el nudo gordiano del eterno problema de la estructura de Estado. La financiación catalana afecta, obviamente, a Cataluña, pero también al resto de España y la han decidido solo entre un partido catalán, ERC, y el hoy desnortado y autista Partido Socialista. ¿Se imagina qué sucederá cuando se aplique la fórmula al resto de cuestiones? Este acuerdo y, sobre todo, la manera de resolverlo tumba lo dispuesto en el artículo 2 de la Constitución, modifica el sujeto de la soberanía nacional, derriba la defensa del Estado que manteníamos los pocos que todavía creemos en él y allana el camino al derecho a decidir tal y como ellos lo entienden y lo exigen. Si todo lo que afecta a Cataluña lo van a decidir los catalanes, aunque también afecte al resto, ya sabe lo que nos espera.
Junts se ha quedado disgustado porque le han quitado el caramelo de ser ellos quienes hayan roto el sistema de financiación común, así que habrá que compensarle para que continúe con su apoyo al presidente Sánchez y éste pueda dormir en el colchón de la Moncloa. ¿Cómo? Conceder el referéndum de autodeterminación sería suficiente y hoy estaría más cercano. ¿No lo ve posible? ¿Lo ve tan imposible como los indultos, como la eliminación del delito de sedición, como la modificación interesada del delito de malversación, como la amnistía, como la ruptura del sistema común de financiación? Me hago una idea. Pedro Sánchez se ha vanagloriado de que a él no le han convocado nunca un referéndum ilegal. Tiene razón. Claro, para qué convocarlo ilegal si se puede convocar con total acuerdo del Gobierno central. Es más sencillo y con Pedro Sánchez es también más barato.