Bieito Rubido-El Debate
  • Es sorprendente, y preocupante, la doble vara de medir que hoy sufre el español medio cuando es católico. De hecho, el catolicismo es hoy la religión más atacada y vilipendiada en España

En Málaga los fiscales deben tener poco trabajo, especialmente una fiscal. De lo contrario, no se explica la persecución a la que están sometiendo a un derecho fundamental como la libertad de expresión. Me refiero al recurso contra la sentencia de la Audiencia Provincial que absolvió a los sacerdotes Custodio Ballester y Jesús Calvo, acusados de incitación al odio. Ya hay un fallo absolutorio y los fiscales de Málaga insisten. Debe ser que en Málaga no hay narcotráfico, ni asesinatos, ni otro tipo de delitos y, por eso, hay que centrarse en este para llamar la atención. O porque en realidad hay un substrato inconsciente que odia al catolicismo. Me adelanto a decirle a ese lector puntilloso que ya sé que un delito no justifica otro. Pero sí debe haber un orden de prioridades, ya que fiscales son pocos y delitos muchos, toda vez que ya ha habido una sentencia absolutoria, en este caso, céntrense en el narco, que campa a sus anchas, o ¿tal vez es que es más fácil ir contra un sacerdote indefenso que contra un capo de la droga?

Es sorprendente, y preocupante –digno de ser denunciado–, la doble vara de medir que hoy sufre el español medio cuando es católico. De hecho, el catolicismo es hoy la religión más atacada y vilipendiada en España. Los fiscales miran para otro lado. No me extraña con el jefe que tuvieron, que se quería hacer perdonar que su abuelo había sido destacado militante de la Falange, como tantos otros. El ciudadano debe sentir garantías de los servidores públicos que administran o coadyuvan a la Justicia. Eso forma parte del Estado de derecho, del imperio de la ley, de una democracia asentada. Pero no siempre ocurre así.

Estoy seguro de que por España adelante hay buenos, honestos y profesionales jueces y fiscales. Incluso en Málaga, seguro. Pero llama poderosamente la atención que en un territorio donde los juzgados tienen tanto trabajo y la seguridad ciudadana no es la mejor de España, vaya un fiscal o una fiscal y retuerza los argumentos contra dos sacerdotes que en su legítimo derecho a la libertad de expresión expusieron todas sus dudas sobre el islam. Yo también las tengo. No me gusta su intento de dirigir desde su religión la vida política, no me gusta cómo tratan a las mujeres, no me gusta su involución y su empeño en obligar a todos a pensar como ellos. Le recomiendo a uno de esos fiscales malagueños que se acerquen a una mezquita a escuchar.

Sin embargo, ninguno de esos probos funcionarios de la Justicia ha dicho nada cuando en TVE se denigró al Corazón de Jesús, cuando se mofan de las procesiones de Semana Santa, cuando hacen performance en Pamplona con treinta hostias consagradas y con decenas y decenas de actos contra el catolicismo. Al contrario, es libertad de expresión. La misma que cuando los independentistas queman la bandera de España, utilizan imágenes de políticos de derecha para practicar el tiro al pichón, o cuando queman la imagen del Rey Felipe VI. La Justicia tiene que ser igual para todos. Así que un poco más de valentía con unos y menos orgullo con los débiles, como en este caso son los sacerdotes Custodio Ballester y Jesús Calvo. ¡Ah! Y un poco más de atención al narcotráfico.