Cristian Campos-El Español
  • Sube el PP. Sube Vox. Sube la extrema izquierda. Y baja el PSOE. Ese es todo el resultado de la estrategia del muro de Pedro Sánchez.

Lo de Pedro Sánchez tiene mérito.

Ha diseñado una estrategia para que suba Vox, baje el PP y el PSOE se coma el voto de la extrema izquierda.

Pero ha conseguido que suba Vox, que suba el PP, que suba la extrema izquierda y que el PSOE extremeño se pegue el mayor batacazo electoral de su historia.

Nada mal para un killer, como lo llaman los que hacen santo a cualquier concejal infatuado.

1. El PSOE no sólo ha roto su suelo electoral. Lo ha pulverizado. Pasa de 28 diputados en 2023 a perder diez en 2025.

En porcentaje, cae desde el 39,9% al 25,7%. Eso sitúa a los socialistas por debajo del 30% por primera vez en Extremadura y los convierte en una fuerza claramente secundaria en una comunidad que dominaban desde 1983.

El PSOE ya está más cerca de Vox que del PP. Ese es el resumen.

2. ¿Cómo reaccionará Sánchez frente a la humillante derrota de su candidato imputado?

Con el manual de siempre: resistencia, relato y negación de responsabilidades personales. Sánchez intentará encapsular lo ocurrido en tres ideas:

A. Es un problema «local» de un candidato «señalado por los bulos de la derecha».

B. La baja participación ha perjudicado al PSOE.

C. El verdadero ganador de las elecciones es la extrema derecha, de la que ahora depende el PP en mayor medida que antes.

3. Esto último es cierto. Pero el mérito es 100% suyo. Porque es verdad, como decía Pedro J. en su carta de este domingo, que cada voto a Vox es una hora más para Sánchez en la Moncloa.

Pero también lo es que cada hora más que Pedro Sánchez permanece en la Moncloa es un voto más para Vox… sin que eso perjudique al PP, que también sube elección tras elección.

4. Lo que no veremos en el PSOE es una autocrítica sincera por haber sostenido a un candidato procesado y vinculado al caso del hermano de Sánchez. Como mucho, algún gesto tardío: relevo de Gallardo como líder autonómico, promesa de «renovación» del PSOE extremeño y poco más.

La prioridad de Sánchez seguirá siendo blindarse él, no rescatar al partido en la región.

5. Gallardo, de momento, no dimite. Pero políticamente no tiene escapatoria. Con un resultado de 18 escaños, Gallardo queda inhabilitado de facto para liderar la oposición. Es un candidato quemado, judicialmente señalado y electoralmente repudiado.

6. El PSOE extremeño necesita una refundación completa: nueva dirección, nuevo relato y ruptura simbólica con el «caso Gallardo».

Pero para que eso ocurra, primero se ha de ir Pedro Sánchez. Una quimera.

7. Los barones del PSOE ya saben cuál es su destino. El mismo que el de Gallardo. La foto es inapelable: el candidato de Sánchez, vinculado al escándalo del hermano del presidente, ha llevado al PSOE a su peor resultado en un feudo histórico.

La derrota de Extremadura se convertirá en caso de estudio del coste electoral de los escándalos de entorno familiar y del uso abusivo del aforamiento.

8. El resultado de María Guardiola es muy bueno, pero tiene claroscuros. Gana un escaño, pero sube cuatro puntos porcentuales. Tiene más escaños que toda la izquierda junta (lo que en teoría le permite gobernar con la abstención de Vox), pero el peso relativo de los de Abascal ha aumentado.

En cualquier caso, Guardiola sale de la noche como clara vencedora indiscutible.

9. Con un PSOE reducido a 18 diputados, la hipótesis de una abstención responsable es, sencillamente, ciencia ficción.

Tras una derrota así, Pedro Sánchez se encerrará en la trinchera.

Con el voto del PSOE huyendo hacia la extrema izquierda, hacia el PP e incluso Vox (el voto rural merecerá un análisis detallado durante los próximos días), cualquier gesto hacia un gobierno del PP sería leído como sumisión a la derecha por las bases más ideologizadas.

10. María Guardiola ha convertido un feudo rojo en una región gobernada claramente por el PP. Ha destrozado al PSOE hasta niveles nunca vistos. Ha logrado que la suma PP+Vox sea abrumadora (un 60% en una comunidad sociológicamente socialdemócrata).

Su única sombra seguirá siendo la relación con Vox. Pero, a ojos de la dirección nacional del PP, María Guardiola se consolida como un activo electoral de primera magnitud en el mapa autonómico.

11. El relato del PP durante los próximos días ya se puede escribir: «Hasta en Extremadura, tierra socialista por excelencia, los ciudadanos castigan al sanchismo». «El PSOE cae por la corrupción, el enchufismo y la radicalidad de sus aliados». «Sólo el PP puede garantizar gobiernos estables frente al caos de los bloques Frankenstein».

Extremadura se convierte hoy en el nuevo caso paradigmático del desgaste del PSOE y será utilizada por Feijóo y Ayuso en cada mitin: «Si cayó Extremadura, también puede caer España».

12. Sumar, que no participaba como tal en estas elecciones, es el segundo gran derrotado de la noche, tras Pedro Sánchez. Yolanda Díaz y sus cuatro ministros ya pueden ir buscándose un trabajo honrado. Quizá por eso se empeñan una y otra vez en subir el salario mínimo: saben que, una vez salgan de la política, ese será, por talento y capacidades, su techo natural.

13. Con 11 escaños, Vox no sólo se mantiene: se dispara. Pasa de los cinco de 2023 a más que duplicar su representación. Eso desmiente el relato de que el adelanto electoral iba a castigarles por tumbar los Presupuestos.

14. Vox ha demostrado tres cosas:

A. Que tiene un voto fiel y fuertemente ideologizado.

B. Que su penetración en el voto rural, anteriormente izquierdista, es enorme.

C. Que puede presentarse como la garantía de que el PP no cederá a la tentación de convertirse en el «PSOE bueno», es decir, en un partido socialdemócrata al uso.

15. ¿Qué precio pondrá Vox a su apoyo? Quizá la investidura le salga relativamente gratis a María Guardiola. Más allá de esa investidura, Vox le hará sudar sangre. Sobre todo para aprobar los futuros Presupuestos, el pretexto utilizado por el PP para convocar elecciones.

16. Guardiola tendrá que elegir entre un gobierno más cómodo en escaños, pero más incómodo en imagen nacional, y un equilibrio inestable, intentando gobernar en solitario a costa de tensar la cuerda con Vox.

17. Extremadura confirma el «fin de ciclo» del PSOE, de la forma más simbólica posible.

Cuando una comunidad como Extremadura (que fue sinónimo de socialismo institucional) se desplaza de forma tan clara hacia la derecha, el mensaje es irrefutable: el ciclo histórico iniciado en 1978 se está cerrando para el PSOE autonómico.

No es una anécdota electoral más. Es un hito de cambio de era. Y se produce, además, en paralelo a la consolidación de gobiernos del PP en otras comunidades y al desgaste constante del Gobierno central.

18. ¿Usará Sánchez la derrota para anunciar medidas de impacto? Probablemente sí. Es previsible que anuncie alguna medida económica o social en clave nacional para cambiar el foco (deuda autonómica, vivienda, pensiones, fiscalidad).

O que trate de poner en marcha una nueva «agenda social» para recuperar la iniciativa del relato.

Pero el problema es que la munición empieza a agotarse. Después de indultos, amnistías y acuerdos a la carta con el independentismo, queda poco margen para grandes golpes de efecto que no sean percibidos como puro electoralismo desesperado.

19. Estos resultados, sin embargo, no cambian el calendario de las generales. Al menos, no de inmediato. Pero sí acortan el margen político de Sánchez. La lógica de resistencia le empuja a agotar la legislatura hasta 2027.

Sin embargo, cada nueva votación autonómica que pierda reforzará la presión mediática y económica para un adelanto.

Y los socios (Junts, ERC) jugarán a muy corto plazo, conscientes de que el reloj político de Sánchez se acelera.

Extremadura no provocará por sí sola un adelanto electoral, pero sí marcará una línea roja: el PSOE ya no tiene casi nada que perder y sí mucho que perder si Sánchez sigue atrincherándose en el poder.

La pregunta es obvia: ¿quiere de verdad el PSOE morir en esa colina llamada «Pedro Sánchez»?

20. Sánchez, en la fase terminal de su proyecto político tóxico, optará ahora por una estrategia de oposición pura y dura a la oposición, tratando de movilizarse desde la protesta y la calle. Por supuesto, no habrá grandes pactos transversales. El clima político se radicalizará: «ellos gobiernan en las comunidades, nosotros resistimos en la Moncloa, como última defensa frente a la ultraderecha».

Su gran argumento electoral será, de hecho, este: «Sólo quedo yo».

Es decir, como en el chiste: «O yo o el caos… que también soy yo».

21. Habrá efecto cascada en el resto del país. La imagen de un PSOE arrasado en su territorio más simbólico pesará en la percepción general.

A. Porque refuerza la idea de que el desgaste ya no es coyuntural, sino estructural.

B. Porque anima al votante de derechas, que ve cercana una amplia mayoría nacional de PP + Vox si se replica el esquema extremeño.

C. Porque desmoraliza aún más al votante socialista moderado, que ve que la marca se hunde allí donde era inexpugnable.

22. Feijóo tendrá ahora un argumento fuerte para decir: «El PP puede ganar por sí solo en territorios históricamente socialistas».

Pero los números en Extremadura también muestran otra realidad: sin Vox no basta si no hay mayoría absoluta.

Es probable que Feijóo intente un doble discurso.

Por el centro: «Somos el gran partido moderado que recupera feudos históricos».

Por la derecha: «No renunciamos a acuerdos con Vox cuando la aritmética lo exige».

23. ¿Quiénes son los ganadores «ocultos» de las elecciones extremeñas? Junts y ERC, que ahora subirán todavía más su precio. Porque Sánchez es cada vez más débil socialmente, y ellos siguen siendo imprescindibles aritméticamente en el Congreso para él.

Así que exigirán más concesiones territoriales, financieras y judiciales. Harán muy difícil la aprobación de cada ley importante. Y buscarán posicionarse como los verdaderos dueños de la legislatura, subrayando que «España se derechiza, pero Cataluña marca la agenda».

24. Extremadura, paradójicamente, no sólo cambia el mapa extremeño: refuerza la dependencia de Sánchez del independentismo para resistir en Madrid.

25. Una duda. Un partido como Vox ¿debe ajustar ahora sus exigencias al número de escaños que necesita el PP (cuatro) o al número de escaños que realmente tiene (once)?

Obviamente, a su peso real en escaños.