«Quiero arriesgar para lograr una sociedad vasca abierta y en convivencia»

EL CORREO 09/06/13
ENTREVISTA ARANTZA QUIROGA, PRESIDENTA DEL PARTIDO POPULAR DEL PAÍS VASCO

Quiroga subraya que no le pedirá a Urkullu que «deje de ser nacionalista» para poder tejer consensos

El objetivo político más inmediato de Arantza Quiroga está marcado en rojo mañana, lunes, con motivo de la entrevista que tiene concertada con el lehendakari, Iñigo Urkullu, para presentarse como nueva presidenta del PP vasco. Como idea-fuerza en el arranque de su mandato, insiste en que quiere «arriesgar para aportar» a la sociedad vasca.

– ¿Cómo será su tarjeta de presentación?
– La presidenta de un partido dispuesto en estos momentos tan difíciles a poner todo de su parte, sus ideas y propuestas, para intentar sacar adelante este país. Pero con visión de futuro, sin las urgencias que pueda tener el lehendakari. Necesitamos abrir una etapa de confianza en Euskadi.

– De Urkullu se dice que gana en el trato corto. ¿Cuál es la descripción más acertada y la que más le ha contrariado de las que se han difundido sobre usted?
– La que más me ha contrariado es cuando se me ha encasillado en posturas intransigentes y dogmáticas. Y soy todo lo contrario. Me gusta aprender de los demás, incluso cuando me dicen cosas que están en las antípodas de lo que yo pienso. Por otro lado, me ha hecho mucha ilusión recibir las felicitaciones de parlamentarias del PNV, PSE, Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida que me conocen de otras legislaturas. Me han llamado desde el cariño y eso me reconforta.

– Habla de intransigencia. ¿Se refiere a la polémica desatada por sus tesis contrarias al uso del condón, realizadas hace ya cuatro años?
– No sólo eso. Esa polémica fue aderezada con que si el Opus Dei, que si soy católica… Entiendo las reglas del juego, aunque no me gustan. Trataron de encasillarme, cuando esa definición no tiene nada que ver con mi forma de moverme en política.

– Sin entrar en su ámbito privado, respaldó las tesis del Vaticano contrarias al preservativo y subrayó que «no soy miembro jurídico del Opus Dei», aunque declaró su sintonía con esa institución en la educación.
– ¿Qué puedo hacer? ¿Ser políticamente correcta y entonces no contestar a esas cosas porque me pueden suponer un problema? No es mi forma de ser. Luego he tratado de demostrar que eso no me invalida como política. Son ideas que no hacen daño.

– Pero sí es significativo si el presidente de un partido es del Opus.
– (Sonríe) ¿Por qué es significativo? Yo no pregunto a nadie sobre esas cosas. Yo no sé si Patxi López cree en Dios o no; o si Urkullu va a misa o no los domingos. ¿Eso les invalida para ser lehendakari? Voy a dar la misma respuesta. Es que no soy miembro jurídico del Opus Dei, aunque mis hijos vayan a ese colegio (se refiere al centro donostiarra Eskibel, cuya formación religiosa está en manos de la prelatura del Opus).

Declaración contra el sida
– Si usted fuera consejera o ministra de Sanidad, ¿se enfrentaría a un problema entre sus opiniones sobre el condón y la lucha contra el sida, por ejemplo?
– No tendría ningún problema. Estando al frente del Parlamento vasco, he leído declaraciones institucionales con motivo de ‘Día contra el sida’, en las que se instaba a tomar las medidas para… Se lo que soy, dónde estoy y lo que represento.

– ¿Sacrificaría sus convicciones por una posición política o pública? – Si no lo hiciera, sería absolutamente sectaria. Represento a muchos votantes del PP con visiones diferentes en muchos temas. La virtud está en poder equilibrar esas dos cosas. Si viera que no encajo en lo que el partido está, pues con toda paz me iría.

– Tras su participación en la cumbre de la Lehendakaritza, dirigentes del PNV criticaron el «endurecimiento» del PP. ¿Se reconoce como dura en lo ideológico?
– Para nada. Si me llama el lehendakari, asisto encantada como es mi obligación. Pero también pido respeto. Si nos llaman, yo lo que espero es que haya propuestas encima de la mesa. Y no había nada. No es una cuestión de dureza. El resto de partidos se quedó callado y me tocó a mí decir: «¿A qué hemos venido aquí?».

– ¿Qué impronta quiere dar al PP?
– La sensatez y la capacidad de arriesgar para lograr una sociedad vasca abierta, en convivencia y que esté preparada para afrontar este siglo XXI. Sin hacer cosas raras, pero también siendo capaz de arriesgar. No me he sentado en el sillón de la presidencia del PP para dejar pasar los años. El riesgo personal y la responsabilidad sólo merecen la pena si soy capaz de aportar algo a la sociedad vasca. Lo tengo muy interiorizado.

– ¿Qué relación será prioritaria con el PNV, mano tendida u oposición?
– Parece que volvemos a ese escenario ya conocido del pacto PNV-PSOE. Son viejos patrones. La sociedad nos pide nuevas posibilidades y ahí es donde nos queremos colocar. En un plan Euskadi XXI. ¿Nos encontraremos ahí con PSE y PNV?

– ¿En qué se plantea arriesgar?

– En las urgencias. El empleo, el paro juvenil… Necesitamos que los jóvenes se queden aquí. Que haya futuro. Oportunidades. Que Euskadi sea un sitio donde se pueda invertir. Eso no lo debe hacer sólo un partido, sino una mayoría amplia. Nuestro objetivo sólo puede ser logrado a través de los pactos. Los ciudadanos quieren pactos. No quieren fotos de dos partidos que andan ahí como trapicheando con los puestos.

– ¿Hasta qué punto les condiciona en sus relaciones el nuevo estatus político que defiende el PNV?
– No hay que ponerlo como una condición por delante para poder hablar de otras cosas. No le voy a decir a Urkullu que deje de ser nacionalista. Como supongo que él no me va a pedir que deje de ser no nacionalista. La independencia como deseo está en un tercio de la población, según el Euskobarómetro. Nosotros podemos hablar de cómo mejorar las competencias, pero si la prioridad es un nuevo estatus para marcar diferencias con Bildu, pues no le vamos a seguir.

– ¿Cómo ha vivido la sucesión y su designación al frente del PP?
– Me impresiona la unanimidad. Sentirla ha sido muy reconfortante. Mi gran reto es mantenerla.

– ¿Le gustaría verse refrendada por los militantes en un congreso?
– Por supuesto. ¿Cuándo? No lo sé. Mi deseo sería antes de las elecciones municipales y forales de 2015.

– Fue elegida presidenta del Parlamento en liza con Laura Garrido. ¿Les pasó factura en lo personal?
– Con Laura fue tan sencillo como hacernos una llamada al ver lo que se publicaba: «Oye, ¿qué hay?», «¿qué pasa?» «¿nos vamos a comer?». Ya está.

– ¿Y con Borja Sémper, el otro candidato para suceder a Basagoiti?
– Pues con mensajes desde el minuto uno. Yo le decía: «Eres un sinvergüenza, estás esperando a que me vaya yo a parir para entonces venir tú» (Quiroga estaba entonces embarazada del que ha sido su quinto hijo). Eso permite saber hasta qué punto estamos actuando o no.

Escenario sin ETA

– Será la primera presidenta del PP en una Euskadi sin la amenaza directa del terrorismo. ¿Cómo afronta ese escenario sin ETA?
– Desde el punto de vista humano, político también, te quitas de encima una losa brutal.

– ¿Ve necesarios cambios en política penitenciaria para favorecer la reinserción de presos de ETA?
– Es que la política de reinserción ya existe. Está inventada y reglada. Nos puede gustar más o menos, pero es la que ha permitido que alguien como Valentín Lasarte –condenado por el asesinato de Gregorio Ordóñez, entre otros crímenes– vaya a gozar de dos permisos. Uno y dos. El inmovilismo está en los presos de ETA.

– ¿Cómo encara la relación con la izquierda abertzale?
– El PP lleva muchos años viviendo en democracia y estas personas acaban de venir ahora porque han modificado unos estatutos para poder llegar a unas elecciones. No se enteran que esto es un Parlamento, que no se puede estar un ratito en la pancarta y luego venir a debatir. Deben hacer por convicción el tránsito hacia la democracia.

– Su partido está cargado de razones para criticar a quien pudo apoyar la violencia. ¿Por qué el PP se ha quedado fuera de la ponencia de paz?
– No se dan las condiciones para poder hablar de convivencia y libertad. Y la prueba es que no hay manera de avanzar. No es que nos hayamos quedado fuera. Es que el PNV y el PSE han preferido que esté Bildu a que estuviera el PP.

– ¿Ha retrocedido el PP después de que Borja Sémper declarase que Bildu, formado además por Aralar, EA y Alternatiba, «no es ETA»?
– Vamos a ver. Lo que expresó Borja en ese momento no tiene nada que ver con lo que desde el PP tenemos claro y que estoy segura que Borja también tiene muy claro, como se desprende de sus discursos y su trayectoria. ¿Qué ocurre? Pues que te descoloca ver personas de EA o de Aralar que condenaban el terrorismo mezcladas ahora en Bildu, donde no hay matices.

– ¿Qué le ha llevado a elegir a Sémper como portavoz del partido?
– Le conozco de toda la vida. Pero hay un componente para ser portavoz, que es la capacidad que tiene Borja para comunicar y conectar, además del olfato político. Se me puede preguntar por otras personas como Laura Garrido o Antón Damborenea, pero Borja tiene ese plus que creo que el PP necesita. Fue mi apuesta, para algunos, contra todo pronóstico.

– ¿Comparte su irónica reflexión en Twitter, cuando dijo sobre las críticas de Aznar al Gobierno de Rajoy que «Zapatero se consolida como el mejor expresidente».
– No. Esto forma parte de las distintas personalidades. Pero eso enriquece a un partido y lo hace dinámico. Quizás alguno pueda pensar que le eché la bronca. Y no. Lo único que le dije fue que fuera consciente de que ahora era el portavoz y que hablaba en nombre de todos nosotros.

– ¿Usted tiene Twitter?
– Sí, pero soy más institucional. No me atrevo mucho con esto de tuitear porque igual te metes en un lío.

 
– Pero a Sémper también se le aplaudió ese mensaje.
– Me parece muy bien que se le aplauda. Y que luego, dentro del ránking de políticos mejor valorados, tenga una traducción. El tema es si esas mismas personas que aplauden nos votan luego. Y estamos para ganar elecciones.
 
– ¿Buscaba marcar perfil al mantener a Iñaki Oyarzábal, otro renovador, en la secretaría general?
– No mido mis decisiones en función de si son más o menos progresistas. Ojalá se deje de hablar de esas dos almas del PP. Si las cosas funcionan bien, hay que mantenerlas. Oyarzábal es una garantía, eficaz. Conoce todas las claves, políticas y de fontanería interna.
 
– No le gustan las etiquetas, pero ¿usted dónde se coloca?
– Leo los estatutos y las ponencias y me siento totalmente identificada. No me escoro. Si te tienes que desmarcar es que igual no estás muy cómodo con la línea del partido y que quizá, ¡hummm…!, te lo tienes que pensar un poco.
 
– Maroto, el alcalde de Vitoria, lo acaba de hacer al exigir el cierre de Garoña. ¿Cómo lo gestionará?
– Hay que hablar esas cosas claramente. Soy firme defensora de la disciplina de voto, pero, tras oírle, entiendo su coherencia. Y eso es un valor.