EL MUNDO 22/12/13
Los presos de ETA de la vía Nanclares, excepto dos, podrán pasar las vacaciones navideñas en sus casas gracias a los permisos que les han sido concedidos. Entre ellos, Urrusolo Sistiaga, Txelis o Gorda.
Son en total 15 nombres de miembros históricos de ETA, los más con historiales muy duros que, una vez transcurridos varios años en prisión y cuando la banda terrorista estaba ya en franca decadencia, decidieron marcar distancias con la organización terrorista.
Otros tres acogidos a la misma vía ni siquiera han tenido que hacer uso de los permisos de los que disponían porque se encuentran en libertad, bien porque les había sido concedida por el juez de vigilancia penitenciaria, José Luis de Castro, bien en virtud de la anulación de la doctrina Parot. De todos los acogidos a la vía Nanclares, sólo dos, Idoia López Riaño, La Tigresa, y Luis Carrasco, siguen sin poder salir de prisión.
Al mostrar su posicionamiento contrario a la banda, todos los adscritos a Nanclares consiguieron, como respuesta, ser reubicados en prisiones del País Vasco; todos –excepto los dos citados y los tres liberados– pueden disponer de 36 días de salida al año y cinco viven, además, en una especie de régimen abierto otorgado por la Administración en aplicación del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario.
Los presos en segundo grado, como es el caso, pueden tener acceso, si así lo determina la autoridad judicial, a un máximo de 36 días de salida al año que, si se administran de forma estricta, se distribuyen por bloques de 18 días por semestre y seis días cada dos meses. Sin embargo, éste no es el procedimiento que se sigue en la práctica. Aunque la ley marca que las salidas no pueden exceder los siete días, los presos acumulan más jornadas y las utilizan cuando creen conveniente –Kepa Pikabea (24 asesinatos) llegó a tener permisos de 18 días, según fuentes judiciales–. En realidad, no hay permisos de salida por Navidad propiamente dichos, pero los presos siempre se reservan estas fechas.
A estas alturas del desarrollo de la vía Nanclares, en cualquier caso, todos ellos acumulan varios periodos de vacaciones fuera de prisión.
En el grupo de los que se vieron beneficiados en principio por la aplicación del artículo 100.2 se encontraban Andoni Alza, Fernando de Luis Astarloa, José Luis Álvarez Santacristina, Kepa Pikabea, Iñaki Rekarte Ibarra, Luis María Lizarralde Izaguirre, José Manuel Pérez de Nanclares, Carlos Figueroa, y Andoni Muñoz de Vivar Berrio.
El artículo 100.2 posibilita que los presos puedan salir todos los días a la calle –pernoctando en prisión–, siempre que tengan trabajo o acrediten estar realizando algún tipo de curso formativo que facilite su reinserción social. Por ejemplo, De Vivar salía para efectuar un curso de «atención especializada, informática y alfabetización digital dentro del ámbito de la intervención social». Es concedido por la Administración Penitenciaria, es decir, por el Gobierno.
Así, los etarras del 100.2 han podido disfrutar también de periodos en los que no tenían que regresar a la prisión por la noche. Por ejemplo, Andoni Alza disfrutó de ocho permisos antes de salir en libertad beneficiado por la anulación de la doctrina Parot. Txelis,número tres de ETA en Bidart, ha disfrutado de 18.
Luis María Lizarralde, condenado a 24 años de prisión por participar en dos asesinatos, ha obtenido cuatro. E Iñaki Rekarte, condenado a 203 años por el atentado en el que asesinó en Santander a tres personas e hirió a otras 24, acumula 11. Rekarte ha solicitado –y se le ha concedido– poder trabajar durante el fin de semana en su bar porque la crisis le impedía pagar a una empleada que le sustituyera. Alegó que ese era el único modo de poder satisfacer la deuda económica que tiene con sus víctimas.
En Nanclares hay asimismo un grupo de etarras que no es beneficiario del 100.2 y que, por tanto, sólo sale cuando recibe un permiso. Josu García Corporales (11 permisos), Koldo Martín Carmona (18), Aitor Bores (11), Carmen Guisasola (4), Urrusolo Sistiaga (5), Díez Urrutia (3) y Kepa Pikabea (11). Caride Simón, autor del atentado de Hipercor, ha conseguido dos permisos en 15 días.
La vía Nanclares fue concebida por el Gobierno de Zapatero una vez fracasaron las negociaciones con ETA, rescatando un viejo método aplicado reiteradamente desde los años 80: dividir a los presos –un bloque monolítico que se negaba a aceptar beneficios– haciéndoles ver cómo mejoraba la vida de los compañeros que se acogían a la flexibilización penitenciaria. La división de los presos –se creía– resquebrajaría a la banda. No funcionó y decenas de etarras salieron cumpliendo penas mínimas.
Esta vez se trataba de aprovechar el hecho de que ETA estaba agonizando. Se apuntaron unos 20 reclusos y el Gobierno socialista llegó a asegurar que unos 100 estaban considerando la oportunidad de apuntarse a un sistema que, al menos, les permitía ser acercados al País Vasco. Pero el método tampoco consiguió el objetivo y, según sus defensores, como Rubalcaba, se trata de una vía muerta que tenía que haber sido sustituida por una política flexible.
Tras el anuncio del cese definitivo de la violencia por parte de ETA, los reclusos de Nanclares se inquietaron porque pensaron que sus ex compañeros iban a empezar a salir y se plantearon su regresión. Para evitarlo, el Gobierno del PP que había heredado la iniciativa y seguía confiando en ella concedió el 100.2 a dos de ellos.
Otro momento crítico se ha producido con la anulación de la doctrina Parot, que también ha beneficiado y beneficiará a algunos de ellos. Fue Urrusolo quien, recientemente, se lamentó de que a pesar de los pasos que habían dado los asignados a la vía Nanclares no estaban viendo resultados. Poco después se le concedió su primer permiso.
Para obtener un permiso penitenciario el recluso tiene que estar clasificado en segundo grado, tener la cuarta parte de la condena cumplida y no observar mala conducta. Para estar en la vía Nanclares y para la libertad condicional, hay que haberse desvinculado de ETA, haber pedido perdón y comprometerse a pagar la responsabilidad civil a las víctimas, así como estar dispuesto a colaborar con la Justicia. De todos los requisitos, éste último no se cumple y nadie hace que se cumpla.
Los etarras de Nanclares han criticado a la banda, han sido expulsados de ésta, han lamentado el dolor causado por escrito de un modo más o menos sincero, se han reunido con las víctimas y pagan cantidades de su peculio al Estado. Incluso alguno de ellos ha sido testigo en juicios contra sus compañeros. Pero, que se sepa, no han facilitado datos para el esclarecimiento de los más de 300 crímenes por resolver. Se han negado incluso cuando una de las víctimas ha pedido datos sobre atentados de los que eran autores.