Ignacio Camacho-ABC
- El PSOE creó en Andalucía un edén del enchufe masivo. Tan hipertrofiado en dimensión como ineficiente en el servicio
Hará unos cinco o seis años, un periodista andaluz llamó para una cuestión rutinaria al director del Centro Andaluz del Flamenco y se encontró con que el tipo no sólo jamás había ido por allí sino que desconocía que ocupaba el puesto. Trabajaba en el PSOE de Málaga -el organismo tiene sede en Jerez- y llevaba tres años cobrando su sueldo de dos mil euros sin tener aparente noticia de su nombramiento. Lo más asombroso es que la justicia legalizó de facto la designación, aun reconociendo que era irregular, y absolvió por dos veces al consejero por no apreciar indicios de enchufismo político. Luego se supo que había más casos similares en otros entes administrativos, algunos sin titulación y todos
familiares de los altos cargos o compañeros del partido. Llovía sobre mojado después del chaparrón de los EREs y su festival de intrusismo.Ahora unas auditorías de la Junta -punto para Vox, que se empeñó en exigirlas- han revelado la escalofriante radiografía completa del clientelismo. Una red de medio centenar de agencias, fundaciones y sociedades mercantiles que aún emplea a 32.000 personas, casi todas contratadas a dedo, y gasta al año 5.300 millones, el 80 por ciento en salarios de trabajadores. Un agujero negro, conocido como administración paralela, ineficiente en la prestación de servicios y disparatada en sus costes. Tasas de absentismo récord, productividad inexistente, pluses blindados, mandos sin estudios, duplicidad de funciones. Un despelote. La publicación de ese informe, efectuado por consultoras externas y colgado en el portal de transparencia, deja al socialismo andaluz contra las cuerdas cuando tras la etapa del ‘susanato’ intenta levantar cabeza. El Gobierno regional de Juanma Moreno tiene la campaña hecha, si bien ha tardado un bienio en una tarea imprescindible para reordenar sus cuentas. Y es difícil que lo logre porque aunque cierre los chiringuitos apenas podrá hacer otra cosa que cambiar de sitio a un personal legalmente amparado en sus derechos adquiridos. El PP ya ha conocido otras veces, además, el efecto pernicioso de concurrir a las urnas amenazando con despidos masivos.
El habitual doble rasero que la hegemonía de la izquierda impone en el panorama mediático nacional ha puesto sordina a un escándalo que con protagonistas de distinto signo estaría abriendo los telediarios. Los asuntos de Andalucía reciben en el resto del país un tratamiento casi folklórico en contraste con el escrutinio minucioso -ay, los trajes de Camps- de cualquier presunta corruptela en según qué otros territorios. De esta comunidad sólo interesa hoy en España el debate sobre si habrá o no elecciones adelantadas, y ello por su probable repercusión a mayor escala. Pero hasta las sociedades más resignadas cambian y nadie debe sorprenderse de que la aparente galbana social desemboque, como en 2018, en inesperadas sacudidas catárticas.