IGNACIO CAMACHO-EL CORREO
- El Gobierno proclama el fin de la crisis por el ‘método Tezanos’ de cuadrar las estadísticas a base de martillazos
En España hay un número indeterminado de ciudadanos en edad activa que no trabajan, no cobran y no están dados de alta en la Seguridad Social, pero tampoco figuran oficialmente como desempleados… aunque puedan cobrar el subsidio de desempleo. Lo del número indeterminado tiene importancia porque el Gobierno no es capaz de lograr que sus propios departamentos se pongan de acuerdo, ni por supuesto de ofrecer un simple dato concreto. Este modelo de contrato, medida estrella de la ‘contrarreforma’ laboral a pesar de que desde 1985 ya figuraba en el ordenamiento, sirve sobre todo a efectos de aliviar la contabilidad del paro mediante un cambio de criterio. Se trata de personas a las que se puede eliminar de la lista de demandantes de empleo por más que en ese momento no estén trabajando ni recibiendo el correspondiente sueldo. Maquillaje estadístico lo llaman la oposición y algunos organismos técnicos.
El caso de los fijos discontinuos es una variante más del ‘método Tezanos’, que consiste en encajar la realidad en un molde predeterminado por el procedimiento de acoplarla a martillazos. Si no el PSOE no sale bien parado en las encuestas, se cambia el sistema de estimación de voto hasta que mejoren sus resultados. Si los fondos europeos no llegan al tejido productivo, se convocan actos con unos cuantos empresarios agraciados para que el resto no se inquiete por el atasco de trámites y plazos. Si la inflación no termina de bajar, se finge una reducción tributaria a cuenta de los impuestos previamente recaudados. Si el mortecino crecimiento económico no crea suficientes puestos de trabajo, se incluye una población laboral fantasma en la fórmula de cálculo. Más o menos viene a ser como si los hospitales entregasen a los enfermos radiografías trucadas para hacerles creer que están sanos.
Todas estas imposturas, y otras similares, intentan construir un mantra electoral que las brigadas de propagandistas incondicionales –tuiteros, tertulianos y demás trompetería clientelar– puedan repetir por tierra, mar y aire: el de que la crisis toca a su fin gracias al esfuerzo de Sánchez por «no dejar atrás a nadie». La imagen de un Ejecutivo benefactor que supera las dificultades mediante un despliegue de derramas subvencionales y decisiones proteccionistas en favor de las clases populares. Sin recortes «como antes». La estrategia –estratagema, más bien– puede funcionar si la derecha entra a discutir ese marco en inferioridad mediática para desmontar el fraude. Si el PP pica en el anzuelo y se distrae de la denuncia de irregularidades legislativas e institucionales o de la amnistía mal encubierta a los sediciosos catalanes. La gran ventaja del poder es la hegemonía comunicativa para enterrar la verdad bajo varias capas de camuflaje. Y su punto débil, que ninguna manipulación estadística tiene bastante alcance para demostrar lo indemostrable.