LIBERTAD DIGITAL 12/08/16
PABLO PLANAS
Pedazo de fiesta. Una de las grandes animadoras del proceso separatista, Pilar Rahola, ha abierto su casa de Cadaqués a un selecto grupo de amiguetes y ha colgado en el Twitter vídeos y fotos de la rave. Salen retratados el president Puigdemont y su señora Topor, el jefe de la Policía de la Generalidad, Josep Lluís Trapero, el expresidente del Barça Joan Laporta, la anfitriona y unos cuantos amigos. Música, paella y etiqueta veraniega en Can Rahola.
Pilar Rahola va implícita en el cargo de presidente de la Generalidad. Aunque quisiera, que no es el caso, Puigdemont no podría prescindir de Rahola. Estaba con Artur Mas y seguirá con Oriol Junqueras. Doña Pilar es la referencia editorial del grupo Godó, y figura más sagrada que la Moreneta. Ni Carme Forcadell, de gira en Etiopía, tiene tanto ascendiente en el separatismo como la matrona Rahola.
Tocaron Puigdemont y el jefe de la Policía. Puigdemont interpretó a la guitarra el «Let it be» de los Beatles: «La Virgen María se me aparece y me susurra palabras sabias: déjalo estar». Trapero tocó «Paraules d’amor» de Serrat. Inenarrable. El capo de la asonada amaga con tirar la toalla y el de la policía es un ser con sentimientos. Y no sólo, sino que también ejecutó la paella con la que se solazó a los asistentes. Se diría que es todo un humanista si no fuera por la camisa hawaiana que porta con desparpajo.
La catastrófica etiqueta del sarao presidencial queda reflejada con meridiana claridad en la fotografía en la que Carles Puigdemont, en pantalones cortos y calzado con unas alpargatas, sostiene una bandera estelada con el gesto del mismísimo timbalero del Bruch. Pierna derecha al frente y el puño crispado sobre el mástil. Su señora, un paso atrás, posa su mano sobre el hombro derecho del héroe. Laporta, con gafas de sol, también luce pantalones cortos y una inverosímil camiseta blanca. La instantánea está entre lo hipnótico y lo estupefaciente. Ese president que con la camisa azul mahón y en bermudas sostiene firme el pendón cual abanderado de la Organización Juvenil Española (OJE).
En esa imagen se abstiene de aparecer el comisari Paella, cuya coincidencia con Puigdemont en una fiesta es tan irregular como lo eran las visitas del jefe del antifraude catalán al ministro del Interior. ¿Trapero estaba de servicio para hacer la paella o estaba de palmero con la guitarra? También podía estar de guardaespaldas. ¿Y de qué más estaba? Difícil de explicar. Es como si pillan a un juez en una timba ilegal con algunos de sus imputados o a un presbítero en un meublé.
La presencia del comisario jefe de los Mossos en el círculo de confianza del president propone una perspectiva diferente de la «fiestaza», Rahola dixit. El guateque de los desobedientes muestra hasta qué punto tan pocos se imponen a tantos y con cuánta frivolidad: desde el desquiciado posado de Puigdemont en calzones con la estelada al comisario arrocero y el retuiteo general.
La moción de confianza se le complica al presidente autonómico. La CUP lleva semanas pidiéndole una entrevista para tratar sobre los plazos de la desconexión y la respuesta presidencial es la verbena de la paella. Dice Rahola que pidió permiso a todos los presentes para compartir las imágenes en las redes sociales. Las consecuencias pueden ser demoledoras. Con los antisistema, pijadas las justas.