EL MUNDO – 22/01/16
· El presidente despeja las dudas del Rey y de dirigentes de su partido: «Evidentemente, me voy a presentar» Rivera se ofrece a Felipe VI para «desencallar la guerra fría entre el PP y el PSOE»
· Mariano Rajoy se reunirá hoy con Felipe VI y le trasladará su «firme voluntad» de solicitar la confianza del Congreso aun a sabiendas de que no cuenta, ni de lejos, con los apoyos suficientes para conseguirla.
El presidente en funciones, cabeza del partido más votado, está decidido a acudir a la Cámara para someterse sin ninguna esperanza a un auténtico martirio. «Evidentemente, me voy a presentar», aseguró anoche.
El Rey, por su parte, quiere seguir «el orden natural» de las cosas y por eso propondrá en primer lugar como candidato a la investidura al líder del Partido Popular. El proceso, según el propio Rajoy, debería estar solventado en 15 días. Será para entonces cuando Felipe VI se vea en la obligación de decidir si apuesta por designar al segundo de la lista, el líder del PSOE, Pedro Sánchez quien por el momento tampoco suma los apoyos suficientes para llegar a La Moncloa.
El escenario de la investidura sigue presentándose oscuro. Entre bambalinas se han sucedido los movimientos para intentar despejarlo pero han sido en falso. A Mariano Rajoy, voces muy destacadas de su partido le han llegado a sugerir la idea de ceder el paso en primer lugar a Pedro Sánchez. Habría sido un quiebro maquiavélico para empujar al socialista de manera inmediata a una hoguera en la que se quemaría porque tampoco él cuenta con los votos necesarios.
Rajoy habría ganado así un tiempo precioso durante el cual se habría constatado, negro sobre blanco, la debilidad de un aspirante que sólo ha conseguido 90 diputados e intenta, en opinión del portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, alcanzar la Presidencia del Gobierno «con intrigas y carambolas».
El plan, sin embargo, era demasiado retorcido para una persona como Mariano Rajoy. «No lo veo en él, un señor de Pontevedra», afirmaba a media tarde un miembro del partido que le es muy próximo. Poco después, el propio presidente en funciones zanjaba las especulaciones afirmando sin género de dudas su intención de postularse hoy ante el Monarca.
Pero las dudas han estado sobre la mesa hasta el punto de que Felipe VI ha llegado a valorar escenarios en los que Rajoy no era el protagonista. El Monarca confió incluso, ayer a primera hora de la mañana, al portavoz de Compromís, Joan Baldoví, que no descartaba que el propio líder popular, a la vista de que no tendrá más apoyos que los propios, renunciara a someterse a la investidura como primera opción.
Así lo explicó el político valenciano, sorprendiendo a propios y extraños, tras reunirse con Felipe VI en La Zarzuela. ¿Fue una indiscreción? Posiblemente no. Baldoví habló con la prensa con toda naturalidad, sin ningún reparo a trasladar las reales cavilaciones.
Con sus palabras, el portavoz de Compromís, estaba de hecho trasladando el interés del Rey por evitar que una pelota comprometida como es la de proponer un nombre que se sale de ese «orden natural» que pretende seguir, se situara en su tejado.
Transmitiendo sus dudas y al mismo tiempo su deseo de no salirse del guión, el Monarca dejaba patente que, en ausencia de mayorías claras, es a los líderes de los partidos en liza a quienes corresponde tomar decisiones, dar pasos adelante y negociar. No cabe pensar por tanto en aplazamientos que jueguen en favor de uno u otro, ni en cambios de turno de último minuto. Si así fuera tendrían que responsabilizarse de ello los interesados, no el Rey.
Si el trámite se lleva a cabo con celeridad pero sin precipitación, el pleno podría celebrarse la primera semana de febrero.
De ser así, Rajoy contaría con apenas siete días para intentar convencer a PSOE y Ciudadanos de que lo mejor para el país es conformar un Gobierno, presidido por él, pero que cuente con su respaldo. Es lo que se ha dado en llamar, en su versión de máximos, «gran coalición», y en la de mínimos, acuerdo de apoyo parlamentario a un Ejecutivo en minoría.
El popular se sometería a una primera votación en la que necesitará el respaldo de la mayoría absoluta del Congreso. A todas luces no lo logrará. Se abrirá entonces un nuevo plazo de 48 horas al cabo de las cuales se producirá la segunda votación en la que sólo necesitará recabar más síes que noes. Tampoco hay perspectivas de que lo consiga.
Mariano Rajoy es consciente de ello. Sabe que el debate de investidura será para él una tortura. Acudirá a una batalla en la que los rivales no demostrarán piedad y sacarán a pasear los fantasmas de sus peores pesadillas. Su única arma será, una vez más, el vuelco económico unido a la advertencia de que cualquier paso atrás será muy gravoso para los españoles. No será suficiente. La guerra la tiene perdida de antemano.
Y cuando se constate su fracaso será, entonces sí, el momento de Pedro Sánchez. El secretario general de los socialistas tampoco lo tiene fácil. Acaricia perspectivas, pero no tiene nada amarrado. Sánchez juega en el estrecho margen que le permiten los límites impuestos por su propio partido y las exigencias de las fuerzas variopintas a las que pretende atraer. Por ahora tampoco con él se puede vaticinar el éxito.
Si no lo logra, los populares verían un nuevo rayo de esperanza. «Podría haber fumata blanca en la tercera ronda», afirman.
EL MUNDO – 22/01/16