EL CORREO – 17/11/14
· El presidente del Gobierno defiende desde Australia el «equilibrio» con que ha gestionado el 9-N y el conflicto soberanista.
El presidente del Gobierno aspira a ganar la batalla del discurso político en Cataluña. Mariano Rajoy se pondrá desde hoy mismo manos a la obra para conquistar, con más presencia y voz, un espacio que ahora ocupa de forma mayoritaria el independentismo. Responde así a una reclamación surgida en su propio partido, que en los últimos días ha visto cómo crecía el malestar y la sensación de desamparo. La celebración de la consulta del 9 de noviembre dejó a los populares, sobre todo a los catalanes, sin credibilidad tras semanas prometiendo que no habría urnas ni votación, y surgieron voces, siempre anónimas, que echaron en falta la reacción inmediata de Rajoy. En este contexto, el jefe del Ejecutivo asumió ayer su error y rectifica la estrategia. «Tendré que explicar mejor que hasta ahora mis razones y mis argumentos», admitió en un inusual gesto de autocrítica.
Sus palabras contrastaron con la posición que mantuvo en su comparecencia del pasado miércoles en el palacio de La Moncloa, cuando rechazó que hubiera cometido equivocaciones en la gestión del proceso soberanista. Como primer movimiento, y aunque no hay fecha cerrada, se plantea viajar a Cataluña para transmitir a los catalanes el mensaje de que en «el mundo de hoy no conviene a nadie estar aislado», situación que se produciría, a su juicio, con una declaración de independencia.
Rajoy dibujó tras la clausura de la cumbre del G-20 en la ciudad australiana de Brisbane las líneas generales de su discurso. Invitó a los ciudadanos de Cataluña a no tener que decidir entre ser catalanes, españoles o europeos, y a continuar en el euro y en los grandes foros internacionales de integración en un momento en el que España empieza a crecer. Un planteamiento que, como es obvio, sería irrealizable en caso de segregación.
El presidente instó, además, a la Generalitat a apostar por el pacto y no por «la división y el enfrentamiento». «Cataluña –recordó– ha ido bien cuando ha tenido dirigentes que han sabido buscar el acuerdo». Un discurso más en la línea de las fuerzas políticas británicas ante el referéndum escocés, que pusieron el acento más en las ventajas de la unión y las desventajas de la separación que en las continuas apelaciones a la Constitución y la Ley.
Sin juicios de valor
De momento, Rajoy no ha tomado la decisión de reunirse con Artur Mas, petición que formuló el jefe del Gobierno catalán hace una semana. Lo que sí hará al aterrizar en España será responder por escrito a la carta que le envió el presidente de la Generalitat, en la que ratificará que de la consulta de autodeterminación no hay nada de qué hablar. Las líneas rojas, por tanto, están claras. «Yo de soberanía nacional no hablo», advirtió desde la ciudad australiana. El referéndum «definitivo» que plantea Mas es para el Ejecutivo del PP inaceptable y una vía muerta como punto de partida para negociar, pero, a pesar de todo, el presidente ha optado por no forzar la máquina y rebajar tensiones.
Reiteró que el Ejecutivo se ha comportado de manera «proporcionada», y que ha actuado con «moderación, sensatez y equilibrio» al recurrir dos veces los planes del presidente de la Generalitat ante en Tribunal Constitucional y al permitir, después, que más de dos millones de personas votaran durante el 9-N. De hecho, no quiso entrar a valorar si Artur Mas cometió un delito, como sostiene el PP, al ceder recursos públicos para la celebración de la consulta. «No me corresponde andar calificando las conductas de unos y de otros; en un país donde todo el mundo se erige en juez o fiscal, que al menos el presidente del Gobierno intente mantener un poco la tranquilidad y haga alguna apelación a la gente», defendió el presidente.
En La Moncloa, sin embargo, contienen la respiración a la espera de la decisión que adopte la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre la presentación de una querella contra Mas. Por ahora, hay una mayoría de miembros de la Fiscalía catalana contraria a dar ese paso.
Rajoy negó con contundencia que el Gobierno o su partido hayan empujado a la Fiscalía para que proceda contra Mas. «Respeto la autonomía de la institución sin que haya habido ninguna presión. No sé si lo han hecho otras personas y con qué intención», dejó caer.
EL CORREO – 17/11/14