LIBERTAD DIGITAL 04/11/16
· Santamaría mantiene el CNI pero pierde la portavocía. Cospedal se hace con Defensa y quiere seguir al frente de la secretaria general del PP.
Mariano Rajoy lleva la pugna entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal al seno del Consejo de Ministros. El presidente mantuvo reuniones con ambas y buscó el equilibrio. La primera seguirá siendo la única vicepresidenta del Gobierno y se encargará de las «administraciones territoriales», lo que le convierte en pieza clave de la negociación con Cataluña. Además, el CNI continuará siendo suyo, aunque pierde todo un símbolo como es la portavocía. Mientras, Cospedal se encargará del ministerio de Defensa y a su lado, al frente del todopoderoso ministerio del Interior, tendrá a un íntimo, Juan Ignacio Zoido, exalcalde de Sevilla.
En aras del nuevo «tiempo político», el presidente sacrifica a tres ministros considerados amigos personales e incluye seis rostros nuevos. Jorge Fernández Díaz llegó a declarar que se sentía con fuerzas para continuar, pero era un ministro reprobado por el Congreso y Ciudadanos le había puesto en el punto de mira. Él quería seguir, pero Rajoy le reclamó lealtad y le prometió que éste no será su final político. También cae José Manuel García Margallo, con muchos enemigos en el PP y cuyos contubernios políticos hartaron en Moncloa. También deslizó su intención de resistir, pero su puesto recae en manos de Alfonso Dastis, también proveniente de Bruselas y «de estilo marianista» que ya trabajó para José María Aznar. El último fuera de la foto es Pedro Morenés, cuya cartera dirigirá a partir de ahora la citada Cospedal.
Un Ejecutivo de nuevo con trece ministerios con el que Rajoy quiere durar los cuatro años de legislatura, según su entorno. «No es propenso a los cambios», recordaron, no sin deslizar que la negociación fue enormemente compleja. «Juego de equilibrios», resumió un asesor. Por cierto que Jorge Moragas no se mueve de dónde está y manejará los hilos, como hasta ahora, al frente del gabinete del presidente.
La batalla en el área económica es otra de las cuestiones que tampoco queda resuelta, aunque Álvaro Nadal sale de la Oficina Económica de la Moncloa para convertirse en el nuevo ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital. Luis de Guindos, pese al capítulo Soria, ve aumentado su poder al sumar Industria y Competitividad a Economía. En su día, amagó con dar un paso atrás, pero después dijo al presidente que quería seguir a su lado. Como contrapeso se libra de la quema Cristóbal Montoro, al frente de Hacienda y Función Pública. A muchos en el PP -también a Albert Rivera– les habría gustado verle fuera del nuevo gabinete. «La política económica seguirá siendo la misma», sacaron pecho en Génova.
Una de las grandes sorpresas, junto a la de Zoido, fue la de Íñigo de la Serna, el eterno aspirante a dar el salto a Madrid, alcalde de Santander que ya estuvo al frente de la FEMP. Ocupará ni más ni menos que Fomento y será uno de los «rostros amables» del Gobierno que tendrá «mucho que negociar con las comunidades», según las fuentes consultadas. La diputada del PP catalán Dolors Montserrat también era otra de las habituales en las quinielas, hasta la fecha había logrado llevarse bien tanto con Cospedal como con Santamaría, y ahora se hará cargo de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Por su parte, Rajoy no tocó a aquellos ministros con los que estaba contento y no suponían un lastre para su imagen dialogante. «En eso sí fue previsible», ironizaron en el PP. Así, Fátima Báñez continuará al frente de la cartera de Empleo y Seguridad Social, Isabel García Tejerina en Agricultura, Pesca y Alimentación y Medio Ambiente y Rafael Catalá en Justicia. La gran novedad llegó con Íñigo Méndez de Vigo. Mantiene Educación, Cultura y Deporte, pero asume la portavocía del Gobierno. «Él sí es 100% marianista», deslizaron desde el PP.
Rajoy no compareció ante los periodistas tras el despacho con el monarca, que fue largo, de unos 45 minutos. Todo lo resolvió con un comunicado. Antes, durante toda la jornada, se dedicó a apagar fuegos y hacer llamadas, algunas de ellas bastante complicadas. Muchos de los protagonistas se enteraron solo horas antes de que informara a don Felipe. «No habrá giros bruscos. La política económica se mantendrá y las líneas rojas, también. Aunque habrá diálogo», remataron oficialmente desde Moncloa.
En el nuevo escenario, Santamaría tendrá mucho que decir como negociadora de excepción con el Gobierno catalán. Ya lo estuvo haciendo en la anterior legislatura, y mantuvo reuniones discretas con Oriol Junqueras. Tampoco hay que olvidar el País Vasco. Además, su buena relación con Montoro le permitirá meter mano, cuando se abra, en el melón de la financiación autonómica. Por su parte, Cospedal no se quedará atrás, e intentará compaginar Gobierno y partido, algo no visto en la era Rajoy. «Seguirá siendo secretaria general», zanjaron desde su entorno, incluso tras el congreso nacional que se celebrará el próximo año.