EL CORREO 02/08/14
· El jefe del Ejecutivo da por sentado que no habrá referéndum soberanista y que «las cosas volverán a su cauce»
Mariano Rajoy se va de vacaciones «tranquilo» con la seguridad de que la unidad de España no peligra. El presidente del Gobierno da por sentado que no habrá referéndum soberanista en Cataluña y que «las cosas volverán a su cauce», según destacó en el balance de fin de curso que realizó ayer al término del Consejo de Ministros. El jefe del Ejecutivo aseguró, también, que la recuperación económica es firme y «ha venido para quedarse» y atribuyó su mejora a las políticas de su gabinete. MADRID. El miércoles Artur Mas salió del palacio de la Moncloa decidido a mantener el pulso y convocar el referéndum sobre la independencia de Cataluña el próximo 9 de noviembre, pero también con el mensaje de que quiere mantener una interlocución con el Gobierno sobre temas relacionados con el día a día de su comunidad autónoma, la economía, el Estado del bienestar, el empleo o las infraestructuras. Dos días después, en una de sus pocas comparecencias públicas, Mariano Rajoy aseguró que él está «tranquilo». Es más, se va de vacaciones convencido de que la unidad de España no corre peligro.
El presidente del Gobierno ofreció ayer el balance de fin de curso más optimista de cuantos ha realizado hasta la fecha y no sólo en el plano económico. En su intervención inicial ni siquiera mencionó la crisis territorial que ha supuesto uno de los retos más destacados de su mandato y que amenaza con alcanzar sus cotas más altas de enconamiento a la vuelta del verano, cuando está previsto que el Parlamento de Cataluña apruebe la ley de consultas con la que pretende dar un baño de legalidad al referéndum y los catalanes celebren la Diada más reivindicativa de los últimos años en coincidencia con el 300 aniversario de la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas. «Verán un 11 de septiembre espectacular», advirtió ya en su visita a Madrid el presidente de la Generalitat.
Sólo a preguntas de los periodistas entró Rajoy en materia y fue para reiterar lo de siempre: consulta, no; diálogo, sí. O dicho con sus palabras: «Ley sí, pero diálogo también». El hecho de que Mas pusiera sobre la mesa un documento con 23 cuestiones sobre las que desea hablar (financiación, infraestructuras…) es, a juicio del Gobierno, una buena señal. Pero tampoco es que Rajoy demostrara fe alguna en que esas demandas puedan acabar convirtiéndose en lo que algunos han dado en llamar la ‘tercera vía’, para encauzar dentro de la legalidad los anhelos soberanistas expresados por millones de catalanes tanto en las urnas como en las calles. «Es la pregunta que me llevo haciendo durante mucho tiempo –confesó el líder popular–. No lo sé, ni sé cuáles son las otras dos vías».
Y, sin embargo, insistió en que la cuestión no le inquieta. «Yo, realmente, tranquilo he estado siempre», aseguró Rajoy. «Entre las obligaciones que tengo está no perder nunca los nervios y la tranquilidad», añadió. Una vez se apruebe la ley de consultas en Cataluña, el Ejecutivo la impugnará ante el Tribunal Constitucional y pretende que ese sea el gesto definitivo, porque da por hecho que la sentencia dictaminará que la norma del Parlament viola la Carta Magna, como ya hizo en 2008 con la ley que amparaba la consulta soberanista que impulsó el lehendakari Juan José Ibarretxe con el aval del Parlamento vasco. La sentencia fue la puntilla para las ambiciones del dirigente peneuvista, pero en realidad el paralelismo entre el clima político y social de Euskadi en aquel momento y el que hoy se vive en Cataluña parece difícil.
Iniciativa política
A Rajoy le vale, por ahora, con que Mas haya dicho en varias ocasiones que no quiere incumplir la legalidad. Lo que pueda pasar a partir de ahí (una convocatoria de elecciones y una eventual victoria electoral de ERC, por ejemplo) no entra, según dejó claro, en el análisis. «El presidente del Gobierno no debe hacer apuestas sobre qué es lo que puede ocurrir. La labor fundamental del Gobierno es tomar decisiones cuando se producen acontecimientos o, cuando no, llevar la iniciativa en los temas que así lo requieran», dijo.
Ahora, a su modo de ver, no hay ficha que mover. «Tengo la tranquilidad de que hago lo que tengo que hacer y eso me da fortaleza. Es posible que haya dificultades –admitió finalmente–, pero creo que las cosas volverán a su cauce». ¿Cómo? No lo dijo. Pero su estrategia pasa por insistir en que su gabinete está tratando de «resolver los problemas de los ciudadanos», es decir, lo vincula todo a la mejora económica.
Incluso así, el jefe del Ejecutivo no se cerró en banda a una eventual reforma constitucional, como plantea el PSOE. Pero exige una propuesta cerrada y concreta. «Yo ya he dicho que estoy dispuesto a estudiarla e incluso a apoyarla si me parece razonable. Creo que la Constitución se puede modificar, pero no en la forma de Estado (monarquía parlamentaria) ni en la soberanía nacional (la unidad de España)», apuntó.