EL MUNDO 19/09/13
Desoye las acusaciones de pasividad y pide al PSOE que aclare su propuesta federal
Uno se instala en la inacción y en el más puro laissez passer y el otro en la indefinición. Y entre el peloteo de ambos bandos el problema catalán, creciente, sigue descontralado. Ayer, el presidente del Gobierno y el líder del primer partido de la oposición volvieron a lanzarse a la cara la amenaza secesionista alimentada por la Generalitat sin llegar a conclusiones prácticas.
Alfredo Pérez Rubalcaba acusó a Mariano Rajoy de llevar ejerciendo sobre este problema una peligrosa «pasividad temeraria» que eleva los riesgos de manera exponencial a medida que transcurren los meses. Y ya llevamos un año, según recordó el secretario general de los socialistas. Pero el presidente, convencido de que con la respuesta que remitió por carta a Artur Mas el pasado sábado ya está todo dicho con «meridiana claridad», lo único a lo que se prestó fue a devolver el bumerán de los reproches a su adversario político.
Así, el jefe del Ejecutivo urgió al líder socialista a aclarar de una vez por todas en qué consiste su repetida propuesta de modelo federal para rediseñar el Estado, y de paso le instó a que precise, sin matices, si su formación –y aquí se entiende que Rajoy se refería también al PSC– está a favor o en contra del llamado derecho de autodeterminación. Y es que el Gobierno entiende que Rubalcaba se encuentra entre la espada y la pared de lo que desea el PSOE y lo que pretende el PSC.
Más allá de este reproche que venía a hurgar en la herida de los problemas internos de los socialistas, Mariano Rajoy evitó precisar los pasos que pretende dar para intentar reconducir las turbulentas aguas catalanas.
Él mantiene, y así lo puntualizó ayer, que su postura en este terreno es cristalina como el agua y no entiende que muchos hayan calificado su carta a Mas como un ejemplo magistral de ambigüedad.
Lejos de poner los puntos sobre las íes, el presidente optó una vez más por derivar la cuestión a la necesidad de trabajar juntos y dialogar «con lealtad institucional» y «respeto al marco jurídico». O lo que es lo mismo, en traducción de La Moncloa, sin sobrepasar ni un milímetro los límites que marca la Constitución.
Tanto es así que para el Gobierno la propuesta del PSOE de proceder a una reforma de la Carta Magna para dar cabida en la misma –como afirmó ayer Rubalcaba– a las «singularidades e identidades» de las CCAA, para definir las competencias entre ellas y el Estado con claridad, para convertir el Senado en una cámara territorial y para mejorar el sistema de financiación autonómica garantizando la igualdad entre españoles, es simplemente un brindis al sol puesto que ni siquiera, como advirtió el presidente, se aprecia un mínimo intento por parte de los socialistas de cambiar su actitud de rechazo a cualquier negociación con los populares.
De ahí a reclamar a Rubalcaba que se avenga a dialogar y pactar las propuestas de regeneración democrática que aprobará el Consejo de Ministros mañana y, como mínimo, «no boicotear» la reforma del Consejo General del Poder Judicial pendiente, sólo hubo un paso.
El presidente remató su ejercicio de equilibrismo sobre el desafío catalán asegurando que su prioridad ahora es no cejar en el empeño de consolidar la incipiente recuperación económica sin distraerse con nada y apoyado en la estabilidad que le otorga su mayoría absoluta.
«Ningún detenido por lo de Barcelona»
El ministro del Interior, Jorge Fernández, criticó ayer en el Congreso que no haya habido identificaciones ni detenciones por los incidentes registrados en Barcelona el pasado 11 de septiembre, cuando varios encapuchados quemaron banderas de España, Francia, la UE y una foto del Rey; además de que portaron fotos de presos de ETA.
En contraste, el ministro destacó que el asalto a la Delegación de la Generalitat en Madrid se saldó con la detención de todos sus participantes (en total, 12 personas) 36 horas después de los hechos.