La posibilidad de formar Gobierno está al alcance de la mano. Rajoy y Rivera han puesto en marcha la maquinaria. Ayer lo confirmaron ambos tras su cita en el Congreso. Sólo falta el último requisito: que el PSOE asuma el gesto de la abstención técnica. Pedro Sánchez sigue sin emitir señales positivas, pero C’s y, principalmente, el PP están dispuestos a abrir un margen. El candidato ha decidido dilatar la fecha de su investidura a fin de dar tiempo para que el buque de Ferraz cambie el rumbo.
Que Ciudadanos y Partido Popular han conseguido instalarse en un terreno propicio para el acuerdo es un hecho que ya no suscita dudas; que para que dicho pacto alcance su objetivo final es condición imprescindible la colaboración del PSOE, tampoco.
Ayer, Rivera y Rajoy apuntalaron su parte del acuerdo e incluso concluyeron que es necesario abrir un compás de espera de una semana para que el PSOE asuma la cuota de responsabilidad que le toca en el desbloqueo del país.
Esencialmente por eso, el candidato del PP decidió fijar la cita del Comité Ejecutivo Nacional de su partido para el próximo miércoles 17 de agosto. Su intención es someter a votación del mismo las seis condiciones que Ciudadanos reclama como imprescindibles para empezar a negociar un pacto de investidura. El líder de Ciudadanos no puso ninguna pega.
Nadie en el PP duda de que en esa Ejecutiva el voto a favor de aceptar los requisitos de la formación naranja será unánime, pero todos los consultados admiten también que el retraso es necesario para permitir que, entre tanto, los efectos de la presión que desde hoy recaerá sobre el PSOE surtan efecto.
Mariano Rajoy dice estar dispuesto a hacer «todo lo que pueda, incluso lo que no pueda» para hacer realidad la investidura atrayendo a Sánchez hacia el pacto. Y Rivera, también. La pretensión del líder de Ciudadanos es que el PSOE, aunque sea indirectamente, se sienta representado en la negociación que ya se anuncia con los populares. Y esto sería así porque a dicha mesa los del partido naranja llevarán propuestas que formaron parte del acuerdo que suscribieron con el PSOE tras el 20-D para intentar impulsar una alternativa de Gobierno encabezada por Sánchez.
Ayer, el presidente en funciones aclaró, tras su reunión con el líder de Ciudadanos que, una vez el Comité Ejecutivo del PP se pronuncie sobre las condiciones planteadas por Rivera, se fijará la fecha y hora del debate de investidura. Nunca antes.
Para entonces, los socialistas deberían haber tomado una decisión definitiva: o seguir atrincherados en el no a la investidura asumiendo en consecuencia la responsabilidad de la convocatoria de terceras elecciones, o aceptar moverse hacia la abstención técnica, bien en bloque bien de sólo media docena de sus diputados, para permitir la investidura y la formación de un Gobierno.
Esta última opción, tal y como señalan desde las filas del PP y C’s, permitiría a Pedro Sánchez convertirse de inmediato en el líder de la oposición haciendo valer como tal todas las iniciativas de su partido frente a un Ejecutivo que, salvo enormes sorpresas, se moverá en minoría y tendrá que consensuar y pactar cada paso que pretenda dar a diario.
Como era de esperar Rajoy acudió ayer a su cita con Rivera satisfecho y relajado. Hasta prescindió de la corbata para dar muestras de su comodidad. Las condiciones que ha planteado C’s para aceptar conformar una mesa de negociación con vistas a la investidura le resultan asumibles.
Más aún, aunque en el PP no suele someterse a votación del Comité Ejecutivo nada, en esta ocasión el líder parece decidido a dar señales de apertura y democracia interna, acorde con los nuevos tiempos de la política.
Es una escenificación apropiada de cara al público, si bien el resultado del escrutinio no suscita dudas porque, de hecho, el propio Rajoy ya anunció ayer que él defenderá en el encuentro «una posición constructiva que irá a la mayor: defender los intereses generales y lo que le conviene al país».
Y ese «interés del país» lo antepone, como él mismo indicó, «a cualquier otra decisión». En definitiva, Rajoy pedirá abiertamente a los suyos apostar por el sí para poder formar Gobierno. Incluso Rivera lo tiene claro: «No creo que el PP bloquee la investidura de su propio candidato».
El presidente de Ciudadanos aseguró tras su cita «positiva y cordial» con Rajoy que la aceptación de sus seis condiciones de regeneración será «la puerta de entrada» a la negociación del pacto de investidura. Para él sería deseable que la misma no se prolongara más allá de finales de mes a fin de que el nuevo Gobierno contara con tiempo suficiente para presentar y aprobar el techo de gasto y perfilar el proyecto de Presupuestos que ha de remitirse a las Cámaras antes del 1 de octubre.
En cualquier caso, pensar en un debate de investidura para los días 22, 23 y 25 de agosto sería muy precipitado, según todas las fuentes consultadas. La cita podría posponerse hasta el 30 y 31 de agosto, aunque en este caso se corre el riesgo de que, si finalmente el candidato no logra la confianza de la Cámara, los plazos constitucionales situarían la fecha de las nuevas elecciones en el 25 de diciembre, día de Navidad.
La última semana de agosto o la primera de septiembre sólo sería aconsejable si los respaldos para sacar adelante la investidura están totalmente amarrados. En caso contrario habría que esperar a la segunda mitad de septiembre, lo que ya dificultaría mucho el cumplimiento de los compromisos presupuestarios.