EL CORREO 06/09/14
No es sólo que la independencia de Cataluña tenga un «coste», como dijo el jueves Artur Mas ante los empresarios en la Cámara de Comercio de Barcelona; es que ese coste, según el Gobierno, es inasumible para los catalanes. El Ejecutivo ha visto en esa mínima cautela expresada por el presidente de la Generalitat –que, por lo demás, defendió que la independencia vale la pena– una veta por la que contrarrestar el atractivo de la secesión de España. Y al unísono, Mariano Rajoy, desde Newport (Reino Unido), y Soraya Sáenz de Santamaría, desde la mesa del Consejo de Ministros, trataron de usarla.
El presidente del Gobierno advirtió de que si Mas siguiera adelante en su proyecto de ruptura sólo provocaría «empobrecimiento» y «aislamiento». Su ‘número dos’, mientras, hizo hincapié en que siempre hay espacio para el diálogo como pide la Generalitat, pero matizó que la «obligación ética» de los gobernantes es atender las «necesidades» de sus ciudadanos. «Creo –dijo– que abandonar las necesidades de los catalanes o perjudicarles con decisiones futuras es un precio demasiado alto que (Artur Mas) no puede pagar ni puede disponer».
Uno y otra insistieron en que, frente a la consulta sobre la independencia, no hay más margen que la impugnación al Tribunal Constitucional, aunque el presidente catalán trate de quitarle hierro con el argumento de que sólo será consultiva y no implicaría la secesión inmediata y, por lo tanto, reclame al Gobierno que no la recurra. «No se nos puede pedir que no cumplamos la ley o no la hagamos cumplir», adujo la ‘número dos’ del Ejecutivo.