EL MUNDO 10/11/13
· Rajoy se niega a «dialogar» siquiera sobre la soberanía nacional en la Carta Magna
El presidente del Gobierno aprovechó ayer la coexistencia de las dos plataformas políticas del PP y del PSOE para entablar un diálogo abierto con el principal partido de la oposición, emplazarle a superar sus contradicciones internas y lograr un discurso territorial único, que ayude a «resolver» problemas como el independentismo.
Pero a la vez, y en uno de sus discursos más enérgicos, Mariano Rajoy advirtió a los socialistas de que no habrá negociación ni diálogo siquiera, en torno a la reforma de los artículos 1 y 2 de la Constitución.
Así, desde la tribuna de la Interparlamentaria popular, Mariano Rajoy lanzó una de cal y otra de arena a la Conferencia Política de los socialistas. Su tono fue más amable que retador, hasta el punto de que llevó implícita la ironía: «No es un pellizco de monja», aseguró Rajoy en su vetusto lenguaje. Pero no renunció a hurgar en la herida interna del partido de Rubalcaba, al pedirle un discurso único y una posición clara. «El PP es un partido de ámbito nacional, que dice las mismas cosas en todos y cada uno de los territorios de nuestro país. Me gustaría que el Partido Socialista hiciera exactamente lo mismo, porque eso nos ayudaría a resolver muchos de los problemas que tenemos en España», afirmó, ufano.
Sabedor de las tensiones internas del cónclave socialista, Rajoy no dijo nada que amenazara el tambaleante liderazgo de Rubalcaba, pero sí aprovechó la fuerza de la nueva líder andaluza para marcar las líneas rojas del pretendido debate socialista sobre la reforma constitucional.
En realidad, no dijo nada nuevo respecto de lo declarado este pasado martes en el Senado, pero sí dio una vuelta de tuerca a su discurso, dejando casi irreconocible su antiguo mantra sobre el «diálogo» abierto con la Generalitat. Si en el Senado consideró innegociables los artículos que hacen referencia a la unidad de la soberanía nacional, ayer aseguró que no está dispuesto a hablar de ellos siquiera.
Primero, como otras tantas veces, el líder popular advirtió a sus adversarios de que antes de cambiar la estructura del Estado hay que tener claro cuál es la alternativa que se busca. «La Constitución se puede reformar, ya la hemos reformado dos veces. Pero cuando alguien lo pretenda, sería bueno que supiera para qué», dijo. En su opinión, «no se trata de decir que vamos a reformar la Constitución y luego ya veremos qué hacemos», sino al revés: «Tenemos que hacer esto, y para esto, hay que reformar la Constitución».
Yo no veo en este momento que conduzca a parte alguna la reforma de la Constitución», fue su primera sentencia, a la que siguió una segunda, mucho más contundente, dirigida no sólo a socialistas, sino también a nacionalistas e independentistas: «Desde luego, lo que es irreformable es lo que dice la Constitución en sus artículos 1 y 2. La soberanía nacional es el conjunto del pueblo español. Por tanto, yo de este asunto nada tengo que reformar ni que dialogar».
Rajoy, que levantó a los suyos de los asientos con un tono más enérgico, positivo y vitalista de lo habitual –como si con ello quisiera darle gusto a los seguidores de Aznar–, afianzó ayer su propio discurso de Estado. «El PP cree que los españoles debemos seguir viviendo juntos como hicimos siempre, es decir, toda la vida. Somos el país más antiguo de Europa y nosotros no queremos poner aduanas a los sentimientos que nos unen desde hace siglos, no queremos. Ni queremos levantar fronteras en el año 2013 entre vínculos que no se pueden romper, ni entre afectos que no se pueden superar», proclamó, disputando a los nacionalistas su pretendido monopolio del discurso emocional.
Y, a la vez, el jefe del Ejecutivo apeló en su intervención al principio de legalidad, en indubitada oposición a la consulta soberanista en Cataluña. «Estaremos con la Constitución Española», prometió, para hacer de ella un panegírico: «Son las reglas de juego, las normas de convivencia que nos hemos dado entre todos y votaron la inmensa mayoría de los españoles que tenían edad en ese momento; la que garantiza nuestros derechos y nuestras libertades; que ha producido la mayor situación de autogobierno que haya habido jamás en la historia de nuestro país; con la que entramos en la Unión Europea y con la que España, a pesar de la crisis que hay hoy, ha tenido la etapa de mayor progreso en muchísimo tiempo».
«Esa Constitución en la que creemos», terminó, en relación con la consulta ilegal en Cataluña, «afirma la soberanía nacional y, por tanto, son los españoles los que deciden sobre todos los temas que afectan a los españoles».
Rajoy apeló por último a Europa como argumento frente al independentismo. «En la Unión Europea no entraron 17 comunidades autónomas, entró España», dijo, haciendo suya la afirmación de uno de los ponentes de la Interparlamentaria, el catalán Enric Millo. Una frase que le sirvió para declarar abierta la batalla política de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de mayo, sin por ello dar pista alguna acerca del candidato.
En ausencia del último cabeza de lista, Jaime Mayor Oreja –que participó la víspera en la Interparlamentaria con un discurso de alerta contra el nuevo «Frente Popular que se está gestando en España»–, Rajoy subrayó: «La política europea hoy es una política nacional y afecta a todos».
EL MUNDO 10/11/13