Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 23/11/11
Mariano Rajoy se ha dado mucha prisa para marcar a Amaiur la línea roja que condicionará sus relaciones políticas. Y es que solo a partir de que la izquierda abertzale condene el pasado a ETA les concederá carta de naturaleza. Hasta entonces, ninguneará su presencia en el Congreso, a donde los soberanistas acuden después de 15 años con una significativa representación de siete diputados.
Tan contundente respuesta enfría, sin duda, las expectativas que el sector nacionalista alimentó a partir de la comprensible respuesta del propio líder del PP al comunicado de ETA sobre su abandono de la violencia. A tal punto llegó esta acogida favorable que, incluso, la organización armada lo puso en valor durante la extensa entrevista de su testamento en el diario Gara. Cuando Amaiur, y también el PNV, creían ver que Rajoy estaba por la labor de abrir un proceso que propiciara salidas en materia penitenciaria sin excesivo compromiso para él, en un principio, llega ahora este portazo.
De momento, con esta advertencia, el futuro Gobierno popular se refugia en su conocida doctrina de que con la izquierda abertzale solo cabe la exigencia permanente para que acaben de una vez por todas con su transición hacia la democracia. La experiencia de la Ley de Partidos es un referente que el PP nunca olvida porque cree que, en base a la experiencia acumulada, representa, a pesar de las críticas nacionalistas como se oyen desde hoy, el punto de inflexión para que el entorno de Batasuna comprendiera el fracaso de comprender la violencia de ETA.
Curiosamente, el anuncio de María Dolores de Cospedal ha puesto de acuerdo al Gobierno vasco con Amaiur y PNV, precisamente cuando entre ambas partes se asiste a un litigio sobre si hay razones para que Patxi López adelante las elecciones autonómicas, tomando como referencia los resultados de las pasadas municipales de mayo y las generales del 20-N. El sentir mayoritario en Euskadi es que la coalición soberanista tiene todo el crédito democrático para merecerse la presencia en la ronda de contactos de Rajoy.
Así las cosas, es evidente que la legislatura considerada de entrada como la más favorable a encarrilar un progresivo acuerdo sobre el nuevo escenario vasco encalla de entrada. Para los populares se trata de una cuestión de principios, que pasa por el reconocimiento de las víctimas. Para el resto de partidos, simplemente es el primer guiño de Rajoy hacia quienes siempre han recelado del nuevo rostro democrático de la izquierda abertzale tradicional.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 23/11/11