Alberto Ayala, EL CORREO, 10/4/12
El resultado de las elecciones andaluzas del 25 de marzo constituyó un mayúsculo jarro de agua fría para todo el Partido Popular. Y en ese todo están incluidos desde el presidente Mariano Rajoy a los máximos dirigentes nacionales del partido pasando por la organización vasca que lidera Antonio Basagoiti.
Y no era para menos. Desde bastante antes del triunfo en las generales de noviembre, Rajoy tenía absolutamente decidido no hacer público el macrotijeretazo presupuestario exigido por Berlín –y que mañana detallará a su grupo parlamentario– hasta una vez celebrado los comicios andaluces, precisamente para no poner en riesgo el vuelco electoral que todos los sondeos daban por hecho. Para que la alternancia llegara a Andalucía, el PSOE perdiera por primera vez su feudo y el lehendakari Patxi López quedara como único referente institucional autonómico socialista.
El objetivo resultó totalmente fallido. El PP se dejó en las urnas la friolera de 400.000 votos respecto al 20-N, en una prueba evidente de que los ajustes han empezado a pasar factura a los conservadores a una velocidad que no esperaban. Con ello Griñán podrá seguir al frente de la Junta de Andalucía, gracias al apoyo de IU y pese al hedor de los escándalos de corrupción.
Tras el chasco han llegado el supertijeterazo presupuestario y más. Ayer mismo se anunció que el Gobierno recortará otros 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación. Salvo adelanto, no hay elecciones a un año vista, en que están previstas las de Galicia y el País Vasco. Pero tampoco se dibujan en el horizonte signos claros de cuándo empezará la recuperación.
Rajoy, tan previsible, tan poco amigo de innovar, ha vuelto a tirar de catón para tratar de ayudar a sus correligionarios en estas dos autonomías. En unos presupuestos con tantos sinsabores y tan pocas alegrías, las inversiones del Estado sólo crecerán en nueve provincias, curiosamente en dos gallegas y en otras dos vascas (Bizkaia y Álava) gracias a los macrodesembolsos previstos en el AVE.
Apoyo obligado
El PP, que lleva meses de acercamiento al PNV, quiere volver a jugar un papel determinante la próxima legislatura en Euskadi y mantener a cualquier precio Galicia. Perder esta comunidad a poco más de un año de acceder a La Moncloa sería empezar a exhibir unos signos de debilidad muy peligrosos.
Dos argumentos de suficiente peso como para adoptar una decisión que no ha gustado nada ni en Cataluña ni a CIU, porque la apuesta vasco-gallega de Rajoy implica ralentizar el corredor mediterráneo del TAV. Claro que la Generalitat olvida que tras el AVE a Sevilla, se planteó la batalla de por dónde llevar primera el AVE hasta la frontera francesa. Pujol y CIU supieron jugar sus cartas. Ello, y la inestimable ayuda de ETA, propiciaron el triunfo catalán. Otro castigo ahora a Euskadi hubiera resultado injustificable.
Alberto Ayala, EL CORREO, 10/4/12