EL MUNDO – 01/07/16 – EDITORIAL
· La mayor urgencia que tiene España en estos momentos es la formación de un Gobierno con amplio respaldo parlamentario que emprenda las reformas que necesita el país para culminar su modernización y erradicar la corrupción y las malas prácticas en la Administración. Nadie entendería que, tras seis meses de parón político, los partidos no se pusieran de acuerdo para lograr que el país se volviera a poner en marcha.
Tras los resultados del 26-J, la búsqueda de ese Gobierno estable depende, en primer lugar, del Partido Popular, claro vencedor en las elecciones. En esta ocasión, y no como ocurrió tras el 20-D, Mariano Rajoy parece dispuesto a intentar alcanzar ese respaldo del Parlamento y el PP y el Gobierno ya han empezado a moverse para que cuando el presidente en funciones se someta a la investidura tenga, no sólo acuerdos con otras fuerzas políticas para lograrlo, sino pactos más estables que permitan encauzar una legislatura con el objetivo de emprender reformas de calado. Ayer ya realizó la primera llamada exploratoria a Ana Oramas, diputada de Coalición Canaria, con quien se entrevistará el próximo martes.
Las reformas que consideramos clave, y en las que están de acuerdo en poner en marcha tanto el PP como Ciudadanos y el PSOE, son las que propuso Rajoy tras la reunión del Comité Ejecutivo del PP el pasado lunes: crecimiento económico y creación de empleo, sostenibilidad del Estado del bienestar, defensa de las políticas sociales, pacto por la educación, fortalecimiento de las instituciones y regeneración democrática, integración europea y pacto antiyihadista.
El primer objetivo que se ha marcado el PP es ganarse al PSOE para conformar con él un Gobierno de coalición. Consideramos que esta iniciativa tiene todo el sentido, aunque ahora parezca una utopía. Un Ejecutivo formado por el primer y el segundo partido del país aglutinaría 222 diputados, una mayoría más que suficiente para asegurar su estabilidad y acometer los grandes cambios. Sería una especie de Gobierno de salvación, algo necesario en España en estos momentos. Además, si se consiguiera ese acuerdo es lógico que otras formaciones, como Ciudadanos, tomaran parte activa en la negociación de esas reformas.
Pero no nos podemos llamar a engaño. El PP sabe que esto es prácticamente imposible si no hay una contrapartida importante. Rajoy parece dispuesto a ofrecer a Sánchez la vicepresidencia y la mitad de los ministerios, que los socialistas podrían gestionar con cierta autonomía para imprimir un perfil progresista y poder exhibir los logros ante Podemos, que quedaría como la única oposición de izquierdas a ese Ejecutivo. Aunque casi ningún analista ve posible ese Gobierno a la alemana, el PP debe intentarlo por todos los medios porque sería la mejor solución para recuperar cuanto antes el tiempo perdido.
El plan B contemplado por Rajoy en el caso de que el PSOE rechace el Gobierno conjunto pasa por conseguir acuerdos entre los dos partidos para emprender el nuevo rumbo que necesita el país. Aunque pensamos que en estos momentos no le conviene a España, el PP parece incluso dispuesto a negociar una reforma de la Constitución con los socialistas. En este caso, los populares piensan en una legislatura de dos años, tras los que se convocarían unas nuevas elecciones una vez puestas en marcha las reformas estructurales.
Creemos que el único camino del PP para gobernar con amplio respaldo parlamentario pasa por el sí de los socialistas. Con Ciudadanos no consigue una mayoría suficiente, y lo que se ha comentado de sumar a ese acuerdo a Coalición Canaria y al PNV es prácticamente imposible porque, como decía ayer Begoña Villacís, portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, el partido de Rivera y los nacionalistas vascos no son «solubles».
Por eso, los socialistas deben tener altura de miras para sentarse a negociar con el PP con la vista puesta en ese gran acuerdo para formar un Gobierno de concentración o, como mal menor, la firma de unos pactos de legislatura. Los socialistas no deben olvidar que el 26-J muchos españoles castigaron a las fuerzas políticas que impidieron la formación de un Gobierno. Con este movimiento, Rajoy va a situar la pelota en el tejado de Sánchez y éste debe responder con sentido de Estado.
EL MUNDO – 01/07/16 – EDITORIAL