ABC 13/02/17
· Alerta de que los radicales ponen en riesgo el modelo social y económico de Cataluña
Desde la página 1 Con una gran bandera de España de fondo, Mariano Rajoy se dirigió ayer a los compromisarios del Congreso nacional del PP, que unas horas antes habían apoyado su candidatura con el 95,65 por ciento de los votos. El discurso de proclamación del presidente fue, probablemente, el momento más intenso que se vivió en la Caja Mágica de Madrid durante todo el fin de semana, en un congreso plácido y tranquilo que ha servido, en todo caso, para reforzar el liderazgo interno de Rajoy y dejar en evidencia las luchas intestinas de otros. Y así, con todo el partido detrás y la bandera nacional ondeante, Rajoy se dirigió a los independentistas catalanes para advertirles de que no se saldrán con la suya.
La situación en Cataluña fue la parte esencial de su discurso en el congreso del PP. Rajoy ofreció una vez más diálogo. Una mano tendida que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, sigue sin aceptar. El líder del PP aseguró que «se necesita cambiar la dinámica» en Cataluña y ocuparse de los problemas reales. «Hay que recuperar las instituciones para que vuelvan a estar al servicio de todos los catalanes, y no solo al servicio del independentismo. Las instituciones son de todos, no solo de una parte de la sociedad», advirtió Rajoy.
El mensaje del presidente sobre la «recuperación de las instituciones» podía sonar a esas medidas «coercitivas» que La Moncloa tiene listas por si debe aplicarlas, como puede ser el artículo 155 de la Constitución, sobre la suspensión de la autonomía si se atenta contra el interés general. Pero fuentes del Gobierno precisaron a ABC que el mensaje de Rajoy era «político», y no se refería a esa posibilidad, sino a la necesidad de actuar en las instituciones que son «rehenes» de los extremistas de la CUP.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, aclaró también que la intención del Ejecutivo es intensificar los contactos con todas las instituciones de esa comunidad, como los ayuntamientos, o con el tejido empresarial, para buscar una dinámica de diálogo que salga por fin del monotema impuesto por los independentistas. Los contactos con los municipios ya han empezado, según apuntó la vicepresidenta, quien se entrevistó hace poco con el primer teniente de alcalde de Empresa, Cultura e Innovación del Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni, del PSC, para hablar de los acuerdos con el Estado sobre la capitalidad cultural de Barcelona.
En esta nueva «dinámica» que quiere abrir en Cataluña, Rajoy incluye la reconstrucción de la «cohesión inter-
na», destruida «irresponsablemente por años de separatismo que han dividido dramáticamente a la sociedad». Cree imprescindible buscar un nuevo «espíritu de concordia interior que aleje los extremismos». Estos, advirtió Rajoy, tienen una influencia determinante en la Generalitat, y «están poniendo en serio riesgo el modelo económico y social de Cataluña».
Este es el plan de Rajoy para Cataluña, que parte de una base: el Gobierno nunca «comerciará» sobre un «proceso» que pasa por encima de la Constitución, conduce a la fractura de España y a la liquidación de la soberanía nacional. El presidente quiso dejar claro a todos que la secesión «no es una poda agradable hecha por un amable jardinero, sino que es una amputación terrible y dolorosa que no hay cirujano que salve». Y a los catalanes «engañados» por el independentismo, les alertó de que la secesión es un «disparate» que supondría la salida de la zona Euro, de la Unión Europea, del mercado único y la imposibilidad de sostener los servicios públicos o las prestaciones sociales.
Contra el populismo
Mientras hablaba Rajoy en el plenario del congreso del PP, a pocos kilómetros de allí, en el Palacio de Vistalegre, se hacía pública la victoria de las tesis de Pablo Iglesias sobre las de Íñigo Errejón, un resultado que corrió rápidamente de móvil a móvil. «Rechazamos los populismos, en todas partes, y los combatimos con las armas de la verdad, la buena gestión, la cercanía y la ejemplaridad», exclamó el presidente del Gobierno, quien al salir deseó «mucha suerte» a Iglesias.
Ante los compromisarios, el líder del PP recordó los valores de su partido: «No renunciamos a ser un partido español, a la unidad de España, al proyecto europeo, a la libertad personal, a la igualdad entre los españoles, a ser una sociedad solidaria, al imperio de la ley y a la firmeza en la lucha contra el terror». Eso son los «fundamentos» del PP, a los que después añadió el «diálogo, al servicio de España», para que sea posible gobernar. «Diálogo no significa vender favores al Gobierno sino buscar acuerdos en interés de los españoles, y exigirá concesiones», avisó.