ABC 19/03/13
CIU trata de que el Gobierno suavice ya el objetivo de déficit, pero sin parar la consulta
En el Palacio de la Moncloa se ofreció diálogo al presidente de la Generalitat, Artur Mas, desde el primer minuto, cuando, allá por septiembre, el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, se mostró dispuesto a hablar de mejorar el sistema de financiación, con una sola condición: que se respete la ley y la Constitución. La reacción de Mas fue dar un portazo, convocar elecciones y poner en marcha un proceso rupturista. Con todo, medio año después, fuentes monclovitas afirman que la propuesta de Rajoy sigue en pie.
El pasado 20 de septiembre, Artur Mas, con una comunidad autónoma asfixiada por la deuda pública, se presentó en La Moncloa para exigir a Rajoy un «Pacto fiscal», que no era otra cosa que una especie de concierto económico vasco, adaptado a Cataluña, algo que se salta por completo la Constitución. La respuesta de Rajoy fue tajante: «No» al Pacto fiscal porque no está en el marco constitucional. Pero el presidente del Gobierno no cerró la puerta al diálogo; al contrario, tendió la mano a Mas para mejorar el sistema de financiación autonómica, cuya revisión debe comenzar este año.
El diálogo no ha existido desde entonces, y ni siquiera ambos dirigentes se han reunido tras las elecciones autonómicas catalanas del pasado mes de noviembre. Frente a la escalada de amenazas independentistas, el Gobierno optó desde el principio por la moderación en sus respuestas, y por ofrecer siempre dos cosas: diálogo y ley.
La posición del Ejecutivo de Rajoy no ha cambiado un milímetro desde entonces. El presidente del Gobierno sigue en la misma respuesta que dio a Artur Mas en septiembre en La Moncloa: «Diálogo para mejorar la financiación, pero dentro de los límites que marca la ley y la Constitución», sin atajos ni fórmulas dudosas, según afirmaron fuentes próximas al jefe del Ejecutivo.
Doble personalidad
Mientras el Gobierno sigue donde estaba, la Generalitat ve como su situación financiera se torna insostenible, una quiebra de hecho solo aliviada por los préstamos que le facilita el Estado. En este contexto, el presidente Artur Mas ha ordenado a sus consejeros que abran todas las vías de diálogo posibles con el Gobierno, aunque sin renunciar al objetivo de la consulta soberanista. El Ejecutivo catalán sufre algo así como un episodio de doble personalidad. Por un lado asume que sin la asistencia del Estado la administración catalana se encamina hacia el «default», y de ahí la apelación al deshielo en las relaciones, pero por otro sigue siendo rehén político de ERC, con quien debería aprobar las cuentas de 2013 y que le arrastra a un escenario de confrontación.
Definitivamente, Mas se encuentra ante una encrucijada: o toma la dirección del entendimiento con Madrid, o sigue adelante con el proyecto soberanista y, en última instancia, la declaración unilateral de independencia, es decir, la vía kosovar de la que ABC ha dado cuenta en los últimos días. Desde CiU se insistía ayer en vender como compatibles ambos caminos: exigiendo por una parte que el Estado rebaje ya el objetivo de déficit para las Comunidades Autónomas, y por otra recordando que el objetivo de la consulta soberanista es «irrenunciable».
En cualquier caso, la tarea más urgente que tiene por delante el Ejecutivo de Mas es ahora la elaboración de los presupuestos de 2013, que se aspira a que no fijen el techo de déficit en el 0,7%, lo que obligaría a una nueva tanda de recortes que se señala como inasumible. Si bien la Generalitat da por sentado que la cifra se suavizará cuando Bruselas haga lo propio con el déficit del Estado, el consejero de Presidencia, Francesc Homs, instó al Gobierno a ceder ya ante las CC.AA.
Prisionero de su pésimo resultado electoral, Mas está en manos de ERC. Los republicanos advirtieron de que si CiU propone un viraje que rebaje el listón soberanista, «ni Esquerra ni el país le seguirán».