LA RAZÓN, 1/2/12
MADRID- La economía dominó ayer en el «cordial» almuerzo que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, celebró con el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, en Moncloa, según fuentes gubernamentales. Más de dos horas de conversación que sirvieron para abundar en el análisis de la urgencia de la crisis, y que el dirigente nacionalista bendijo con una oferta pública de disposición al acuerdo, sin concretar nada más. «Son momentos de sacrificio», certificó Urkullu en una puesta en escena dirigida a presentarse ante el electorado vasco como el interlocutor del Gobierno central. Aunque a Madrid también se trajo la reivindicación de nación y la reedición del «plan Ibarretxe», ahora como nuevo estatus político vasco.
Rajoy y Urkullu también hablaron, lógicamente, de la gestión del anuncio de ETA de cese definitivo de la violencia. E igual que hizo el lendakari en su visita a Moncloa, Urkullu avaló las reivindicaciones principales de Batasuna, entre ellas la de que se hagan gestos con los presos. Como hizo Patxi López el pasado viernes, él también dijo que había encontrado al presidente del Gobierno «receptivo» con su propuesta de flexibilizar la política penitenciaria. «Soy consciente de la actitud de la que parte el PP, pero tengo la esperanza de que Rajoy sepa gestionar sus propios tiempos en esta cuestión», sentenció, barriendo a su favor con el argumento de que Rajoy no se ha pronunciado públicamente sobre estas cuestiones. Ayer, como con ocasión de la visita de Patxi López, tampoco nadie hizo declaraciones públicas en nombre del Gobierno fijando postura sobre la reunión con Urkullu. Pero fuentes gubernamentales precisaron que tanto Urkullu como López están «vendiendo» un supuesto apoyo de Rajoy a sus reivindicaciones en favor de los presos de ETA porque les interesa políticamente para presentarse ante el electorado. Según esas fuentes, sin ir al «cuerpo a cuerpo», sino dentro de un buen clima, Rajoy le trasladó a Urkullu que la prioridad es que ETA desaparezca y que reconozca el daño causado. Y que no dará ningún paso ni habrá movimientos en política penitenciaria en tanto ETA no entregue las armas. «Y después tampoco va a haber ningún tipo de amnistía ni de regalo», precisan. Es decir, que con los reclusos etarras, «la Ley». Socialistas y nacionalistas amparan en esa ley el acercamiento y los terceros grados, por ejemplo.
LA RAZÓN, 1/2/12