EL MUNDO – 14/06/16 – EDITORIAL
· El primer debate entre los cuatro candidatos a presidente del Gobierno organizado ayer por la Academia de Televisión había generado tanta expectación que para muchos pudo resultar un fiasco. En ello influyó el formato con los cuatro aspirantes, de pie, con atriles y mirando a la cámara, lo que dificultaba el enfrentamiento dialéctico. Hubo monólogos demasiado largos sin apenas contrarréplicas ni interpelaciones directas. De hecho, hasta llegar al tema de la corrupción apenas se vieron momentos de tensión.
Con estos condicionantes, el presidente del Gobierno en funciones salió vivo de la confrontación. Lógicamente contra él iban las críticas de los otros tres candidatos. En el terreno económico –que llevó más de la mitad del tiempo– Mariano Rajoy supo exponer los logros de su Gobierno, especialmente, el crecimiento y la creación de empleo. Ello y los enfrentamientos entre los otros tres candidatos, como las críticas de Albert Rivera a las propuestas de gasto incontrolado de Pablo Iglesias, hicieron que la primera parte del debate transcurriera plácidamente para el presidente del Gobierno en funciones.
Rajoy sólo se vio afectado cuando se empezó a hablar de la corrupción, como era de esperar. Y el ataque más duro que tuvo que aguantar fue el de Albert Rivera, que llegó a recordar los sobresueldos de Bárcenas. Era el punto más débil de Rajoy, que sólo contestó esgrimiendo las leyes de regeneración aprobadas en esta legislatura. Pero no pudo responder de forma convincente cuando le preguntaron, por ejemplo, por la situación de Rita Barberá o el registro de la sede de Génova. En cuanto los candidatos terminaron de polemizar sobre la corrupción, el debate se volvió a tornar mucho más amable para Rajoy.
Por el contrario, Pedro Sánchez no salió bien parado anoche. Se enfrentaba a la cita con la imperiosa necesidad de recuperar terreno tras la encuesta electoral del CIS que certificaba el sorpasso al PSOE por Unidos Podemos. Necesitaba un golpe de efecto para retomar la iniciativa como líder de la oposición y no lo consiguió. Por el contrario, dio la impresión de que se iba empequeñeciendo durante las intervenciones, en las que se dedicó más a criticar las medidas del Gobierno que a exponer propuestas concretas.
Tampoco acertó Sánchez con sus continuas referencias a su fallido intento de investidura en la pasada legislatura porque, aunque fuera un loable intento de desatascar una situación política envenenada, la mayoría de los españoles lo vio como un fracaso del dirigente socialista, que no logró su objetivo. Hoy debería ser una jornada de reflexión en el PSOE, que tendrá que trabajar mucho para remontar en esta campaña.
Pablo Iglesias se dirigió a Sánchez en varias ocasiones para reiterar su oferta de pacto.«El adversario es Rajoy, Pedro. No soy yo», subrayó. El líder de Podemos se esforzó en mantener durante la mayoría de sus intervenciones un tono moderado, lejos de la agresividad de otras ocasiones, en sintonía con el planteamiento que tiene la coalición izquierdista en esta campaña electoral. Iglesias quiso limar aristas ideológicas y recalcó su discurso social. Repitió en varias ocasiones sus propuestas de elevar el salario mínimo interprofesional y subir los impuestos a las empresas y las rentas más altas. El mayor momento de tensión se produjo cuando Rivera le recordó la financiación de la Fundación Ceps por parte del Gobierno venezolano.
Ciudadanos también puede estar satisfecho de la participación de su líder, con intervenciones mucho más sólidas que en el debate de la campaña del 20-D que, según muchos expertos, le costo un buen puñado de votos. Rivera marcó con contundencia su territorio frente a Rajoy –fue el más duro con el presidente cuando se habló de corrupción– y también fue quien atacó con más argumentos a Iglesias. Igualmente se mostró convincente al tender la mano al PP y al PSOE para pactar tras las elecciones.
Con todo, al debate le faltaron propuestas concretas y, sobre todo, los españoles seguimos sin conocer la política de acuerdos que llevarán a cabo los principales partidos, una cuestión fundamental para que los votantes puedan expresar con conocimiento su voluntad en las urnas. Sea cual sea el resultado del 26-J, las fuerzas políticas tendrán que pactar para que pueda haber el Gobierno estable que España necesita.
EL MUNDO – 14/06/16 – EDITORIAL