EL MUNDO 09/10/13
· PP y PSOE se unen en el Congreso para descartar el derecho a la autodeterminación.
Mariano Rajoy se quitó ayer la máscara de hombre impasible frente al reto independentista y se lanzó al contraataque para desmontar lo que él definió como la «verdad oficial» del nacionalismo catalán, o la doctrina que intenta imponer Artur Mas con sus socios de ERC o las mentiras del secesionismo. Llámese como se quiera. Estrenó así el presidente la campaña en favor del «derecho a saber» que los populares de Cataluña, con Alicia Sánchez-Camacho al frente, han ideado para contrarrestar el llamado «derecho a decidir».
Intervino Rajoy personalmente y lo hizo en sede parlamentaria para que todo el mundo lo viera. Con un brío que sorprendió a muchos, acostumbrados durante meses a verle encorsetado en una oferta de diálogo que no prospera y en el mantra del marco constitucional.
Ayer, en el Senado, dio un paso al frente y se mostró decidido a empezar a ofrecer su versión contraponiéndola al futuro irreal que ofrece Artur Mas a los catalanes con su vía secesionista. Lo hizo dando respuesta a la pregunta del senador de CiU Josep Lluís Cleries, que arremetió contra el trato que se da en los Presupuestos y con la Ley de Educación a Cataluña. En ambos casos lo que se consigue, según CiU, es «fracturar». Y de ahí a reclamar el «derecho a decidir» sólo hubo un paso.
Rajoy en esta ocasión defendió con ahínco su posición: nadie maltrata a Cataluña ni en el terreno económico ni en el lingüístico. «Yo tengo que decir mi verdad», afirmó el presidente. «Usted puede hacer lo que quiera, pero la gente también tiene derecho a escuchar otras verdades distintas de las oficiales», recalcó. Y ¿cuál es la verdad de Rajoy? En relación con la lengua: «Ni se ataca al catalán ni en la enseñanza ni en ningún otro ámbito, ni se perjudica su presencia en las aulas o fuera de ellas, ni se impone ninguna suerte de corsé lingüístico».
Y en relación con los Presupuestos: «No se puede valorar la actuación del Estado en un determinado territorio en función de una cifra, un año y un ámbito geográfico. Hay que valorar los Presupuestos sin miopía». Y para demostrar que Cataluña no es la hermana pobre recordó que en esa comunidad, el Estado «se va a gastar en inversiones 1.400 millones de euros; que es el segundo territorio de España donde más se invierte en puertos; el tercero en ferrocarriles y aeropuertos; y, además, percibe el 122,7% sobre la media nacional en Fomento».
«Decir que el Presupuesto maltrata a Cataluña, no es verdad», remató, «es una profunda injusticia. Como es una profunda injusticia decir que vamos contra la lengua. Separar y dividir a los catalanes entre sí y con el resto es un mal asunto y decir la verdad es un buen asunto. Y el primer derecho que tiene todo el mundo es a que se le diga la verdad y a no ser confundidos utilizando, como siempre se hace, los prejuicios y los agravios».
Las palabras de Rajoy fueron acogidas con una auténtica salva de aplausos en la bancada popular.
Ayer no fue una tarde satisfactoria para los nacionalistas. Al vapuleo que les propinó el presidente en el Senado se sumó luego el rechazo conjunto de PP y PSOE en el Congreso a su intención –presentada por el Grupo Mixto– de que se reconociera el llamado derecho de autodeterminación de los pueblos y por tanto que se diera carta blanca al derecho a decidir.
El PSOE fue tajante: «La soberanía está residenciada en todo el pueblo español y no hay que darle más vueltas». Y el PP, también: «Abandonen toda esperanza, no va a haber ninguna secesión del territorio español. Su camino conduce a la frustración y quién sabe si a la violencia. Lo que llamamos hoy España no permitiremos jamás, jamás, que lo disuelvan ustedes».
UPyD también se situó en este frente: «Se mire como se mire, el derecho a la autodeterminación no es un derecho humano. Y el derecho a la autodeterminación personal está siempre por encima del derecho colectivo».
EL MUNDO 09/10/13