EL CORREO, 9/11/11
El líder del PP afirma que estaba preparado para la «agresividad» de su oponente y el PSOE opina que su candidato ha convencido a muchos indecisos
Un día después del único debate televisado entre los dos principales aspirantes a suceder a José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, tanto Mariano Rajoy como Alfredo Pérez Rubalcaba se mostraron satisfechos con el resultado. Pero a diferente nivel. Mientras el presidente del PP intentaba disimular su convicción de sentirse ganador, el candidato socialista se quitó un peso de encima al considerar que salvó los muebles al no cometer fallos garrafales.
Las cuatro encuestas nacionales realizadas al término del debate por otros tantos medios de comunicación no dejaron lugar a dudas. Todas coincidieron en que el cara a cara fue ganado por Rajoy, aunque también señalaron que la victoria no fue por K.O., sino más bien a los puntos. La ventaja media que le atribuyen sobre Rubalcaba es de unos ocho puntos. La horquilla mayor fue la del sondeo de Antena3, en el que el 43,9% de los encuestados otorgaba la victoria al presidente del PP frente al 33,1% de favorables al candidato socialista. El margen más corto lo fijó el estudio de ‘El País’, con un 46% para el líder popular y un 41% para Rubalcaba.
Veinticuatro horas después, Rajoy optó por mostrarse sereno y prudente. La satisfacción que rezuma el líder del PP -sensación que comparte plenamente su equipo de colaboradores- deja en evidencia que los populares dan ya prácticamente por finiquitada la campaña electoral.
Pruebas hay muchas. Javier Arenas, vicesecretario de política autonómica y municipal, presentó a Rajoy en el mitin que protagonizó ayer en Málaga con un lacónico pero muy significativo: «Os dejo con el presidente».
Si antes del debate, el dirigente conservador jugaba a mantener la ventaja de más de 15 puntos que le otorgan las encuestas, a partir de ahora la táctica será dejar que corra el reloj sin arriesgar lo más mínimo. Considera que tendrá suficiente con arengar a su electorado para evitar la desmovilización e intentar arañar más votos de los «engañados» por el PSOE. Anoche confesó que se siente «con más ganas que nunca» porque también se considera «más preparado que nunca». Agradeció a los asistentes «la fuerza que me dais» y aseguró que juntos «vamos a cambiar las cosas» para sacar a España de la crisis.
La cita en la ciudad andaluza, a la que asistieron más de 4.000 personas, fue la segunda parada del día. A la mañana había participado en otro acto electoral en Melilla. A su llegada a la ciudad norteafricana, al líder del PP se le notó más relajado y alegre que días atrás. Hasta el punto de que rompió la tendencia habitual y conversó de manera informal con los periodistas. Los informadores quisieron saber si se sintió cómodo en su tercer debate electoral televisado (en los dos anteriores se enfrentó a José Luis Rodríguez Zapatero en 2008). Tras asentir con la cabeza, matizó: «Aunque no es lo mismo ir a un debate que a un partido de fútbol».
Generar empleo
Durante su breve charla confesó que sí estaba preparado para la «agresividad» de Rubalcaba, que en varias ocasiones le emplazó a concretar el «ambiguo» programa de los populares, en palabras del candidato socialista. «Él hace su campaña y su campaña es amenazar con todos los males del infierno», espetó ayer Rajoy. Se mostró orgulloso de haber ido a lo suyo y lograr «transmitir que se necesita un cambio para generar empleo».
El máximo responsable del PP, fiel a su estilo de hacer política, consideró subjetivo eso de las victorias y las derrotas en debates. Por ello, anunció que mantendrá su hoja de ruta en una campaña «sin insidias». Reiteró que la cita del 20-N será distinta y especial, por el momento «tan difícil» que atraviesa España. Por este motivo, pidió a los ciudadanos que impidan que el PSOE vuelva a gobernar el país «en una larga temporada por su incapacidad».
¿Y Rubalcaba? ¿Se siente vencedor? No es la palabra que utilizó en su análisis ante la prensa. Ni siquiera una parecida. El candidato socialista consiguió salvar los muebles y en una situación como la actual, comentaba poco después del debate uno de sus principales asesores, eso ya es casi un «milagro».
No es el único que a toro pasado confiesa que el cara a cara que tanto empeño puso en celebrar Rubalcaba siempre le pareció una apuesta arriesgada. Hay quien incluso asegura haber sentido auténtico «miedo». «Con cinco millones de parados, las pensiones congeladas, y la economía que no remonta, nos podían haber barrido y no lo hicieron; así que tenemos motivos para estar contentos», sostiene un miembro de la ejecutiva socialista.
La euforia mostrada el mismo lunes por los portavoces del partido con frases como «hemos ganado por goleada» dio paso ayer a una reflexión menos apasionada. Incluso por parte del propio Alfredo Pérez Rubalcaba. «A mí esto de si ganas o pierdes, no diré que me da lo mismo -explicó nada más empezar por la mañana un acto en Talavera de la Reina-, pero no es lo importante». Su consuelo es que dijo todo lo que quería decir y no se le quedó nada en el tintero.
Que sirviera para ganar un solo voto ya es harina de otro costal. En el comité electoral del PSOE creen que hay indicios para creer que sí, que pudo convencer a algunos de esos cerca de tres millones de antiguos votantes socialistas que antes del debate se declaraban indecisos. Pero no darán nada por hecho hasta que las urnas electorales se cierren el 20 de noviembre.
EL CORREO, 9/11/11