José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
El PNV está engañando a la opinión pública española. La realidad vasca se parapeta y pierde visibilidad ante la crisis catalana, pero lo que ocurre allí es muy grave y puede serlo mucho más
Consejos vendo y para mí no tengo: Aitor Esteban. Porque el portavoz del PNV en el Congreso asemeja al paradigma de la eficacia negociadora y la versatilidad ideológica. A lo mejor sí en Madrid, pero no en el País Vasco, donde Urkullu ha debido prorrogar los presupuestos, ayuno de apoyos a su gobierno de coalición con los socialistas. Esta vez no ha estado Alfonso Alonso —larga mano de Rajoy en Euskadi— para aportar ese voto que el Ejecutivo de Vitoria necesitaba para aprobar las cuentas, como en ejercicios anteriores. Bildu se lo ha regateado, pese a las zalemas de Ortuzar, presidente del partido, y tampoco los morados han estado por la labor.
Los peneuvistas le aprobaron a Rajoy, cobrándoselo a precio de oro, dos Presupuestos Generales del Estado. Y luego, casi en la estela de su respaldo financiero a las cuentas populares de 2018, votaron por su expulsión de la presidencia del Gobierno. Como expliqué en el post publicado aquí el 1 de junio pasado, los aldeanos del EBB —aldeanos pero listos— impusieron su veredicto condenatorio contra el presidente más dadivoso con las pretensiones de los nacionalistas.
En el PNV, reacios a apoyar a Sánchez, indagan con quién conviene aliarse para mantener e incrementar los momios que consiguen en el Congreso
El EBB —ejecutiva nacional del partido— integrado por personas casi anónimas, dictaminó que, como es tradición en el PNV, convenía ir en socorro del vencedor que en ese momento de junio pasado era Pedro Sánchez. Ahora que el socialista atraviesa horas bajas, los peneuvistas ya están entonando su gorigori particular y se muestran renuentes a apoyarle husmeando con quién conviene aliarse para mantener e incrementar los momios que consiguen en el Congreso. En ese mercantilismo, político los nacionalistas vascos no tienen límite ni pudor.
El lunes pasado ‘El Correo’ de Bilbao abría edición con un titular para la historia del cinismo: Según Andoni Ortuzar su partido no pactaría nunca con Vox porque «quiere cargarse el sistema, mientras que Bildu forma parte de él». El silogismo del jefe de los aldeanos que dirigen el PNV y en cuya función el lendakari tiene voz pero no voto, demuestra el vaciamiento ético de ese nacionalismo que aún no ha hecho la verdadera catarsis posterior a la época del terrorismo de ETA.
Bildu, ese partido que sí formaría parte del sistema según ese genio de la politología que es Ortuzar, está coordinado por el exterrorista Arnaldo Otegi. Considerar a Bildu y a Otegi como factores conformadores de la institucionalización vasca y española es un auténtico sarcasmo, una afirmación imperdonable y una burla al sentido común y al principio de realidad.
Por lo demás, no es que el PNV no vaya a negociar nunca con Vox, sino que Vox nunca negociaría con el PNV. En las filas del partido de Abascal —sobre cuya organización ya sabe el lector lo que pienso— milita Ortega Lara, por el que la mayoría de los vascos —y espero que el resto de los españoles— sentimos tanto respeto personal como aversión a la trayectoria de Otegi y sus cómplices. Solo por ese dato, Andoni Ortuzar tenía que haber evitado ese titular ominoso con el que ‘El Correo’, con buen criterio periodístico, abrió su edición del lunes.
El PNV está engañando a la opinión pública española. La realidad vasca se parapeta y pierde visibilidad ante la crisis catalana
La humillación de Ortuzar ante Bildu no sirvió para que los abertzales radicales le prestasen un voto a los Presupuestos de la comunidad, que han debido prorrogarse. Y eso a pesar de que los nacionalistas vascos y los ‘bildutarras’ han suscrito un borrador de nuevo Estatuto que recoge todo el fervor insurreccional que Urkullu y el propio Ortuzar reprochan franciscanamente a los catalanes independentistas. El PNV está engañando a la opinión pública española. La realidad vasca se parapeta y pierde visibilidad ante la crisis catalana, pero lo que ocurre allí es muy grave y puede serlo mucho más.
De momento, ahí está la venganza diferida y en frío de Rajoy a los nacionalistas vascos que deja ‘in puribus’ a Urkullu y al PNV. Importa subrayarlo para que Aitor Esteban no nos venga con monsergas en los pasillos del Congreso de los Diputados en donde aparenta una impostada sensatez mientras en Vitoria su lendakari y el presidente de su partido (aliado con el PSE en el Ejecutivo) son incapaces de sacar los Presupuestos ni con Bildu ni con Podemos.
No se fie Sánchez del PNV como no debió hacerlo Rajoy. No solo no se fie: tampoco su partido allí debiera colaborar con un nacionalismo que pergeña un nuevo Estatuto que desmiente todas y cada una de las tesis del socialismo vasco y, por lo tanto, del PSOE en su conjunto.
Euskadi no es un frente político cerrado. Sigue abierto. Se ha demostrado con el acercamiento (y pacto estatutario) del PNV a Bildu y con la utilización subalterna del PSE que sirve en su minoría (9 escaños de 75, el momento de representación más bajo de los socialistas de Euskadi desde el principio de la democracia) a una estratagema anticonstitucional que espera su oportunidad. La venganza de Rajoy sobre estos aldeanos que tiran la piedra y esconden la mano les pone de actualidad y nos alerta de su cinismo histórico que, lejos de remitir, aumenta.