La semana pasada en Zaragoza el presidente en funciones ya admitió que modificará su intervención –respecto a la pronunciada en el intento de investidura de la última semana de agosto– para ser merecedor de la abstención socialista. En su primera valoración ayer sobre el cambio de los socialistas, ratificó esta idea y fue un paso más allá al aceptar negociar los cambios propuestos por el PSOE a su política. «Ayer (por el domingo) se tomó una decisión importante, no voy a entrar en los detalles, no me parece oportuno hacerlo en el día de hoy y lo haré en el Parlamento. Sólo decir que la decisión que se tomó fue, en mi opinión, muy razonable».
El dirigente popular aseguró que ha leído la resolución aprobada por los socialistas, donde además de fijar su abstención en segunda votación fijan sus objetivos políticos para la legislatura, y señaló que «hay cosas que son buenas sobre las que se puede dialogar». «Si hay voluntad política podemos tener en España un gran futuro por delante», añadió.
Rajoy está construyendo un nuevo relato –el del entendimiento con los socialistas y la oportunidad que supone para acometer las reformas necesarias–, que si encuentra eco en el PSOE supondría el éxito de la legislatura. En Génova creen que los socialistas necesitan al menos dos años para recuperarse de su profunda herida interna y justifican en esta circunstancia que la entente entre Gobierno y oposición prospere.
El comienzo promete. Ninguna objeción de Rajoy a los planteamientos políticos que defiende el PSOE en su resolución y absoluto respeto a la situación de división interna que atraviesan. «Me pongo en el lugar del otro», dijo ayer el líder del PP.
El documento que el PSOE aprobó el domingo defiende que la reforma laboral «debe ser derogada cuanto antes» y cita a empresarios y sindicatos para iniciar el «diálogo social». También que el nuevo Gobierno debe convocar el Pacto de Toledo para abordar el presente y futuro de las pensiones. Avanza que trabajarán para derogar la Lomce y para alcanzar un pacto de Estado en materia educativa. Manifiesta su voluntad de abrir en el Parlamento, con carácter inmediato, un proceso de diálogo con las fuerzas políticas para «afrontar los serios desafíos presentes en la vertebración territorial de España» y advierte que impulsará las «reformas jurídicas necesarias para mejorar la articulación de nuestro modelo territorial y su financiación». Además, se comprometen a «desterrar de nuestra vida pública las prácticas corruptas» y anuncian que trabajarán para derogar la llamada Ley Mordaza.
Este es el marco de negociación que ha aceptado Rajoy. La abstención socialista no está condicionada pero éste es el cambio de rumbo que exige el PSOE. Un cambio donde se obvian planteamientos como la apertura de una ponencia para la reforma constitucional y que parece medido al milímetro para ser asumido por el PP. No obstante, fuentes populares sostienen que «no hay ningún pacto con el PSOE» y que «ya veremos el día a día». La fractura en el socialismo es algo que preocupa al PP. «96 votos en contra es mucho», aseguran sobre la votación referente a la abstención que salió adelante con 139 a favor.
Pero, aún conscientes de esta situación, la avenencia entre PP y PSOE puede resultar vital para reforzar el bipartidismo. Con el sostén socialista los populares podrán orillar a C’s en los grandes asuntos y el PSOE reinventar un proyecto político de centro izquierda de masas, que escore a Podemos a la izquierda minoritaria. ¿Si los dos grandes partidos dan conjuntamente respuesta a los retos políticos y económicos pendientes, que espacio dejan para la nueva política? Este sería el diseño teórico de una legislatura insólita. Pero los populares insisten: «Veremos cómo se va avanzando».