Mariano Rajoy dejará al PSOE recorrer con calma el camino que le puede conducir a la abstención sin inmiscuirse en el proceso. El PP se mantuvo en silencio la semana pasada mientras los socialistas se despedazaban públicamente para forzar la salida de Pedro Sánchez y seguirá callado a la espera de que la nueva Gestora que dirige el PSOE determine si mantiene el no a Rajoy u opta por abstenerse. El desenlace de la crisis socialista es claramente favorable a las posibilidades de Rajoy de conseguir la investidura, pero la posición de la dirección popular y del presidente es «no interferir hasta que se aclaren». Ayer, conscientemente, no hubo rueda de prensa en Génova tras la reunión del Comité de Dirección.
En esta segunda tregua que el PP da a los socialistas el único movimiento ha sido la conversación entre Rajoy con el presidente de la Gestora, Javier Fernández, presidente también de Asturias, a quien «ha deseado suerte» y con quien ha quedado «en volver a hablar», según aseguran fuentes populares. Ambos hablaron ayer, pero más allá del gesto –no es que el PSOE esté para muchas felicitaciones– el diálogo entre los dos tiene para el PP un enorme valor porque supone recuperar la interlocución con la dirección socialista, inexistente mientras Sánchez estaba al frente.
Fuentes populares destacan que Rajoy «se entiende bien con Fernández». Han tenido una «relación institucional muy correcta», confirman en Moncloa, donde recuerdan que «tiene presupuestos en Asturias porque se los aprobó el PP». Ahora, desde el partido, Rajoy tiene «a quien llamar». Este cambio es importante para el PP, que insiste en que no quiere terceras elecciones (a pesar de que según las encuestas resultaría muy favorecido), aunque reclama al PSOE un apoyo «con garantías». De hecho, los populares tratan de zanjar el incipiente debate sobre si forzarán una nueva cita electoral en diciembre. La tesis que sostienen sus principales dirigentes es que «al PP sí le interesa, pero a España no». Y ésta, aseguran, es la posición de Rajoy.
El presidente, según fuentes populares, prefiere que no haya otros comicios pese a la dificultad que supondrá gobernar en minoría, si finalmente el PSOE resuelve abstenerse. Se muestra dispuesto al «sacrificio» de una legislatura convulsa y de duración incierta, pero para afrontarla exigirá a los socialistas «garantías» sobre cuestiones como la aprobación de los presupuestos o el cumplimiento de las obligaciones con Bruselas.
Si el PSOE no se compromete a apoyarlo en estas cuestiones, fuentes del partido admiten que es «mejor» enfrentarse a unas terceras elecciones. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, aseguró ayer en Toledo que «todo el mundo sabe que el PP no quiere que vayamos a terceras elecciones», pero reivindicó que el Gobierno que se pueda constituir en España ofrezca a los ciudadanos «tranquilidad, seguridad y confianza». El PSOE, dijo ayer Cospedal, «tiene que tomar sus decisiones».