ABC 30/11/13
· El jefe del Ejecutivo logra una alianza europea contra el independentismo.
· Gibraltar Ni siquiera el Peñón logró empañar la entente antiseparatista entre España y el Reino Unido.
Mariano Rajoy sigue ganando aliados de peso en la Unión Europea en su posición contra los separatistas y a la hora de advertir de las consecuencias de sus políticas. Si el miércoles encontró un firme apoyo en el presidente francés, François Hollande, ayer fue el primer ministro británico, David Cameron, quien se mostró totalmente de acuerdo en los efectos que tendría la secesión de una región en un país europeo: su expulsión de la UE sería automática. Así, en solo tres días, Rajoy ha logrado formar una potente alianza triple frente al separatismo.
El presidente del Gobierno amaneció ayer en Vilna, capital de Lituania, para participar en la III Cumbre de la UE-Partenariado Oriental, en la que los líderes europeos han tratado de estrechar lazos con las seis exrepúblicas soviéticas que son vecinas por el Este: Ucrania, Azerbaiyán, Armenia, Georgia, Moldavia y Bielorrusia. Antes de que empezara la sesión plenaria, Rajoy conversó unos minutos con el primer ministro británico, David Cameron, sobre dos asuntos: el separatismo de Escocia y Gibraltar.
Rajoy está muy interesado en que las principales potencias europeas se pronuncien con nitidez sobre el desafío secesionista que están planteando en estos momentos Escocia o Cataluña, y que sobre todo se transmita a los ciudadanos «la verdad» sobre las consecuencias que tendría una hipotética separación de sus países. El momento es el adecuado, justo cuando el ministro principal de Escocia, Alez Salomond, ha presentado el «Libro Blanco de la Independencia», en el que glosa las ventajas que, en su opinión, tendrá la separación, incluido el mantenimiento, dijo, de la libra esterlina así como la permanencia en la UE.
De acuerdo con Cameron
En su conversación en Vilna, Rajoy y Cameron coincidieron plenamente en que hay que «decir la verdad» a los ciudadanos, y no engañar con escenarios imposibles. Según explicó después el presidente del Gobierno de España, ambos están de acuerdo en que si una región se separa, «se va de la Unión Europea». En ese caso dejarían de aplicarse los tratados en el territorio escindido, y eso afectaría a la moneda, las instituciones o el banco central del mismo.
«Es muy importante que se informe a la opinión pública y se le diga la verdad sobre las consecuencias», subrayó el jefe del Ejecutivo, quien ya lanzó este mensaje el miércoles pasado en el Palacio de la Moncloa. En esa ocasión, también coincidió con Hollande en que una separación de un territorio implica su expulsión inmediata de la UE. Rajoy recordó que podría iniciar un procedimiento de adhesión, pero recalcó que no es nada sencillo, y necesitaría el apoyo unánime de todos los estados miembros de la Unión.
En Moncloa se valora especialmente la posición de Hollande y Cameron, que refuerza la postura de Rajoy frente al desafío de Artur Mas. El presidente del Gobierno sostiene que hace falta mucha «habilidad» para afrontar el problema. Pese a que mantiene la mano tendida, los contactos entre Rajoy y Mas se han reducido considerablemente, al mismo ritmo que ha aumentado la radicalización del presidente de la Generalitat.
Rajoy y Cameron dedicaron un breve comentario al último incidente ocurrido en Gibraltar, por la supuesta violación de la valija diplomática británica, algo que España ha negado. Ni siquiera Gibraltar logró empañar la entente antiseparatista de España y Reino Unido. El incidente en el Peñón «se ha dado por resuelto», aseguró Rajoy después.
Rajoy salió de la cumbre de Vilna con una noticia buena y otra mala. La mala ha sido el rechazo de Ucrania a la firma del acuerdo de asociación y libre comercio con la UE, por presiones de Moscú. El presidente del Gobierno mantuvo una reunión con su homólogo ucraniano para explicarle que la UE mantiene las puertas abiertas a su adhesión, que incrementaría la influencia europea en un área en la que Rusia quiere seguir predominando. La buena se ha traducido en los acuerdos de asociación de Georgia y Moldavia, pero también en el impulso que ha dado la UE a la política de vecindad, algo que interesa especialmente a España, sobre todo en el Sur.
Nuevo jarro de agua fría de Barroso a CiU contra su desafío secesionista
En su respuesta a una pregunta del eurodiputado convergente Ramón Tremosa, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha vuelto a aclarar –por escrito– que, si una parte de un Estado miembro se declarase independiente, «los tratados ya no son aplicables en dicho territorio», que se convertiría «en un país tercero» respecto a la UE. La particularidad de esta gestión no era tanto la respuesta, textualmente la misma que los responsables de la Comisión han dado siempre, sino la formulación de la pregunta hecha por Tremosa, que pretendía precisamente resaltar las supuestas «contradicciones» de otros comisarios al opinar «sobre la posible secesión de un territorio europeo y la creación de nuevos Estados». El convergente trataba también de poner a prueba la validez de las opiniones que han expresado portavoces de las instituciones europeas asumiendo que la Comisión «no tiene una opinión firme».
Barroso responde con fecha 20 de noviembre repitiendo la doctrina de la Comisión. En primer lugar, su papel «no consiste en posicionarse sobre cuestiones de organización interna» de los Estados. Sin embargo, como regla general, «la hipótesis de la separación de una parte de un Estado miembro o la creación de un nuevo Estado no tendrían un carácter neutro respecto a los Tratados de la UE»; es decir, que no podría ser ventilada con un simple acuerdo político como insisten los secesionistas escoceses y catalanes. Y aclara que «la UE se basa en los Tratados, aplicables únicamente a los Estados miembros que los han aprobado y ratificado. Si una parte del territorio de un Estado miembro dejase de ser parte de ese Estado, los Tratados ya no serían aplicables en dicho territorio».
ABC 30/11/13