José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Si una casi desconocida diputada de EH Bildu rebasa en valoración al presidente del Gobierno es que tiene un grave problema. Sobre todo si lleva ininterrumpidamente en política 37 años
Del enemigo el consejo. Felipe González declaró al diario ‘El Mundo’ el pasado domingo que si él estuviera en la posición en la que se encuentra Mariano Rajoy «cedería el paso». Es probable que el presidente del Gobierno no tenga en cuenta la sugerencia del que también lo fuera entre 1982 y 1996. Pero hay una circunstancia vital en la trayectoria del gallego que debiera invitarle a una reflexión. Lleva el presidente en política activa nada menos que 37 años. Sus comienzos los cuenta él mismo en su autobiografía (‘En confianza’. Editorial Planeta, 2011).
Escribe Rajoy (página 39) que «yo entré en Alianza Popular, donde tenía varios buenos amigos. Apenas había otras cuatro personas cuando me incorporé a la junta local, de cara a las primeras elecciones autonómicas que debían celebrarse en Galicia en otoño de 1981. Son las primeras elecciones a las que concurrí. Aunque se me puso en un puesto de los de no salir, los hados electorales, siempre tan veleidosos, decidieron otra cosa y resulté elegido diputado autonómico por Pontevedra».
Desde aquel otoño de 1981 en Galicia, Rajoy no ha dejado de estar en la política; autonómica, primero, y nacional, después
Desde entonces, los hados le han seguido siendo favorablemente «veleidosos». A tal punto que desde aquel otoño de 1981, Rajoy no ha dejado de estar en la política; autonómica, primero, y nacional, después. En la oposición, pero también en el Gobierno. Ha ocupado varias carteras y ha sido vicepresidente del Gobierno (1996-2004) y tras siete años en el liderazgo de la oposición con Rodríguez Zapatero, lleva al frente del Ejecutivo desde diciembre de 2011, camino ya de otros siete. Y ¿qué le está ocurriendo a Rajoy? Sencillamente, que su ciclo se está agotando.
La encuesta del CIS de enero, conocida el pasado lunes, incorpora un dato demoledor para Rajoy: su valoración. De los políticos evaluados, ocupa la décimo primera plaza con un raquítico 2,87. Pero lo clamoroso es que le precede en valoración con un 3,05 Marian Beitialarrangoitia, diputada de EH Bildu, exalcaldesa de Hernani. Una puntuación de este tenor es insostenible y se produce por varias razones. Pero las dos principales son, por una parte, sus propios electores le evalúan de manera mediocre, y, por otra, que sus adversarios directamente le ponen un 0. Nada menos que el 78% de los consultados por el CIS dicen tener en Mariano Rajoy escasa o nula confianza, lo que abarcaría así a muchos ciudadanos que le han votado.
En el sondeo de Metroscopia publicado ayer —sigue hoy— en ‘El País’, el 85% de la ciudadanía cree que el tiempo de Rajoy ha pasado y, significativamente, el 62% de sus electores. En los demás electorados, hay unanimidad: el 97% le considera acabado. Eso explica que —como recordaba Ignacio Varela el pasado día 6 de febrero en este diario— la ventaja del PP sobre el PSOE fuera de 11 puntos en enero de 2017 y ahora se haya reducido a 3. Ciudadanos sobrepasa a todos en el sondeo de Metroscopia y se alza como primera fuerza política con el 28,3% de los votos a más de 6 puntos del PP y a más de 8 del PSOE. Malo para los socialistas pero pésimo para los populares.
Rajoy está de salida, quiérase o no, pero en el PP no se admite la hipótesis porque el gallego ha dejado el partido como un páramo
Rajoy está de salida, quiérase o no. En el PP no se admite la hipótesis porque el gallego ha dejado el partido como un páramo. No hay sector crítico integrado en la organización. El que existe se ha instalado extra muros. Y se identifica con el grupo de exministros agraviados por la vicepresidenta (el que se llamó G5, ahora más nutrido), liderado por García Margallo; con la Fundación Faes y con la Red Floridablanca, una organización democristiana y liberal de expopulares que se están acercando también a Ciudadanos.
En rigor, lo que el lunes debe tratar el presidente del Gobierno con los líderes regionales de su partido y los cargos gubernamentales y los responsables más relevantes de la organización es cómo se recupera al PP del hondón en el que se encuentra sumido. Y eso pasa por cambiar caras y, la primera, la suya. Y políticas. Porque ya no vale eso de que la mejor decisión es la no decisión. Semejante sofisma pudo funcionar en algunos casos, pero ahora no lo hace en absoluto, cuando Marian Beitialarrangotia le precede en la valoración de dirigentes que, además, lidera su amigo-enemigo Albert Rivera, con el problema adicional de que el penúltimo clasificado en este ‘ranking’ es Pablo Iglesias con un 2,54. Y si los morados ya no infunden temor, el PP y Rajoy han perdido una pieza de convicción fundamental en su recluta electoral: el miedo como argumento.