VÍA DE DIÁLOGO
Las dificultades para avanzar llevaron ayer a Ciudadanos a dar un ultimátum al equipo del PP. El portavoz, Juan Carlos Girauta, anunció que el pacto debe cerrarse en un plazo de 48 horas. De lo contrario, se rompería la negociación.
En este punto entrarán en escena Mariano Rajoy y Albert Rivera, que se implicarán personalmente en la negociación para superar los últimos escollos y cerrar el pacto, según han confirmado a este diario fuentes de Moncloa. Rivera está supervisando de manera muy directa el día a día de la negociación, como lo prueba la presencia de su jefa de Gabinete siguiendo en persona todas las ruedas de prensa del equipo de Ciudadanos.
No se descarta que los presidentes de ambos partidos mantengan una reunión con los negociadores. En todo caso, el punto final de la negociación debe ponerse antes de mañana sábado por la noche. Rajoy participará por la mañana en un acto preelectoral del PP en Cotobade (Pontevedra) junto a Alberto Núñez Feijóo, candidato a la Xunta de Galicia en las elecciones del 25-S.
Rajoy y Rivera ya acordaron en sus primeros encuentros abrir una vía de diálogo permanente entre ellos que se ha mantenido durante la negociación. Y no sólo eso, los equipos económicos, con Luis Garicano y el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, a la cabeza han compartido información relativa a los datos económicos de España.
Aunque tanto Rajoy como Rivera se implicarán en la recta final de la negociación, lo que sí descartan ambas formaciones es un acto solemne de firma del documento al modo del que protagonizaron el pasado mes de febrero Pedro Sánchez y el líder de Ciudadanos en la Sala Constitucional del Congreso antes de la investidura frustrada del líder socialista. La puesta en escena en esta ocasión será más sobria. «No habrá escenificación de firma tipo ‘Toros de Guisando’. Será algo más liviano», informaron fuentes del PP.
El candidato a la investidura propuesto por el Rey tiene muy presente el discurso burlón que pronunció en idéntico debate cuando el aspirante era Pedro Sánchez, que acudió al Congreso pertrechado también en un acuerdo con Ciudadanos, pero sin completar la mayoría necesaria para ser investido. «Toda esta representación –ridiculizó el líder del PP– ha venido precedida de otra no menos teatral y altisonante. Me refiero a la solemnísima firma de un acuerdo de muy limitada relevancia, pero que se ha presentado con una escenografía que nos hacía pensar que estábamos ante una página histórica de dimensiones sólo comparables al Pacto de los Toros de Guisando». Rajoy se refería al acuerdo firmado en el cerro de Guisando, junto a los toros de piedra prerromanos, por Enrique IV y su hermanastra Isabel –que reinaría con el nombre de la Católica– para proclamarla heredera de la Corona de Castilla.
Dado que el pacto con Ciudadanos y con Coalición Canaria no le facilita los votos suficientes para ser investido presidente, puesto que el PSOE le dirá no en las dos votaciones, el candidato no quiere dotar de tanta solemnidad el acto de la firma. Rajoy y Rivera también renunciaron a firmar personalmente el pacto contra la corrupción con las 6 condiciones impuestas al PP por Ciudadanos. Lo hicieron Hernando y Girauta, los portavoces en el Congreso, alegando que era un acuerdo entre grupos parlamentarios. Esta misma semana, el portavoz de Ciudadanos, Fernando de Páramo, utilizó el mismo argumento para descartar que los líderes fueran a participar en la firma del acuerdo final.
LLAMADA A SÁNCHEZ
El planteamiento de Ciudadanos es que el acuerdo para la investidura no tienen por qué firmarlo los dos líderes, puesto que se trata de un pacto para dar el sí de sus diputados, que atañe a los grupos parlamentarios, no de un compromiso de respaldo al futuro Gobierno que pudiera formar Rajoy. El grado de compromiso y los protagonistas a los que vincula el posible acuerdo PP-Ciudadanos marcarían así el nombre de los firmantes.
El acto de la firma del acuerdo afecta asimismo al anuncio de Mariano Rajoy de contactar con Pedro Sánchez para conocer la disposición del Grupo Socialista ante el debate del martes, por más que en La Moncloa ya se hayan dado cuenta de que la abstención es un imposible. La semana pasada, el secretario general del PSOE se negó a hablar con el candidato de la investidura de la fecha. Rajoy, por su parte, anunció que aplazaría la llamada a Sánchez hasta tener atado el acuerdo con Ciudadanos. Así pues, el líder del PP sólo dispondría del domingo o el lunes para contactar con Sánchez antes de la sesión plenaria del martes. Lo cual descartaría la posibilidad de un encuentro cara a cara entre los dos.
El amor transita por etapas. Puede suceder que todo sea pasión y sentimiento desbordado al principio, que luego venga la mesura, exista peligro de monotonía y hasta pueda surgir el hartazgo. Pero el amor siempre puede subyacer. Por esas etapas evoluciona la relación entre el PP y Ciudadanos. Los de Albert Rivera escenifican estar en el hartazgo, porque los populares rechazan la gran mayoría de sus medidas. Por su parte, el equipo designado por Mariano Rajoy les pide que den un paso más en su relación, que acepten comprometerse en un pacto de Gobierno y no sólo de investidura. Sólo así aceptarían la reforma de las instituciones, las medidas en materia laboral y las dotaciones presupuestarias que reclaman los de Albert Rivera.
PP y Ciudadanos cumplen una semana de negociación, en la que han pactado en torno al centenar de medidas. Sin embargo, las medidas clave en el ideario de Ciudadanos, las que han sido emblema de su discurso político, están siendo arrinconadas al final del diálogo. A saber: contrato único, dotación económica para un plan de choque social –que incluye complemento salarial, lucha contra la pobreza infantil, fracaso escolar, aumentar las bajas de maternidad y paternidad…–, reforma de las instituciones –que incluye redimensionar las diputaciones y el Senado–, recuperar los 2.800 millones que se perdonaron a los defraudadores en la última amnistía del PP y la despolitización de la Justicia.
Sobre estos ejes transita el valle de la relación entre ambas formaciones. «Son los lógicos altos y bajos que se producen en cualquier tipo de negociación» relató ayer por la noche, en un receso de la misma, Fernando Martínez-Maillo, vicesecretario de Organización del PP. No lo ve desde esa óptica Ciudadanos, que considera que sus medidas estrella están siendo despreciadas, si no ninguneadas. Por eso, escenificó una suerte de ultimátum al PP: «Nos damos a nosotros mismos y a la negociación 48 horas para firmar el acuerdo de investidura», zanjó Juan Carlos Girauta, portavoz parlamentario de Ciudadanos. «El tiempo se acaba. Pasan las horas del reloj y las expectativas de la sociedad se pueden ver falseadas. La sociedad debe saber que deseamos poder darle el sí a Rajoy, queremos hacer eso, pero, por favor, denos motivos para hacerlo», añadió. Los estrategas de la formación naranja auguraban una rúbrica del acuerdo el domingo o el lunes. Esta puesta en escena del ultimátum supone fijar la firma el sábado por la noche, un día antes de sus previsiones.
La ralentización en la negociación tiene su origen en el calado del acuerdo que se discute. Ciudadanos aceptó sentarse en la mesa para tratar un pacto de investidura. En sus mensajes públicos, distintos portavoces han reiterado este mensaje, diciendo que no contemplaban nada más. Que en su planteamiento no entraba dar un paso más. Desde el PP se inició esta historia de «amor» –como la calificó su portavoz en el Congreso, Rafael Hernando– con el propósito de, en el transcurso de la misma, provocar el cambio de opinión de su interlocutor.
Ayer, mientras las negociaciones se alargaban hasta bien entrada la madrugada, lo dejó bien claro Maillo: «Hablamos de un acuerdo de investidura, no de Gobierno como nos gustaría. Eso tiene unos condicionantes en términos de acuerdo. Nuestra disponibilidad es la misma para seguir avanzando, nos volvemos a sentar y si es necesario nos quedaremos toda la noche, si es necesario no nos levantaremos de la mesa, porque la sociedad española está esperando acuerdo, consenso».
Los populares quieren más compromiso para asegurarse la gobernabilidad, la tranquilidad en el día a día en el Congreso. Ciudadanos no quiere más ataduras, para tener la libertad de pactar algunas leyes con el PP y sacar otras adelante junto a PSOE y Podemos. El PP considera, además, que la cuantificación de las medidas implica meter en la negociación los Presupuestos Generales, lo que rechaza Ciudadanos. Maillo dijo que no se puede «de repente tirar la casa por la ventana» y no tener en cuenta los criterios y compromisos con Europa «y con el resto de españoles».
El PP se comprometió a presentar ayer a Ciudadanos una propuesta económica sobre la dotación económica de su plan de choque social y respecto a la reforma de las diputaciones y la despolitización de la Justicia. Según dijo Girauta y confirmaron fuentes de la negociación, al cierre de esta edición el equipo de Rivera no tenía conocimiento de cifra económica alguna ni contrapropuesta en materia judicial. No obstante, la previsión es que durante la noche se pudieran abordar estos puntos. «No existe ninguna cuestión insalvable», sino «diferencias» económicas y en la reforma institucional, en la que «tenemos diferencias pero traemos propuestas para desatascar la situación», adelantó el vicesecretario de Organización del PP.
«Ojalá el PP salga del no y acepte las reformas institucionales y los compromisos presupuestarios para las políticas sociales», expresó Girauta, que 24 horas antes ya había verbalizado la queja de su partido por lo que consideran un no sistemático del PP. «No puedo afirmar que haya cambiado nada respecto a la cuantificación de las medidas pactadas porque seguimos sin tener números», lamentó el portavoz parlamentario. Además, añadió que tampoco había habido «avances en las reformas institucionales que Ciudadanos considera fundamentales».