LUIS VENTOSO – ABC – 23/04/17
· Uno se subleva contra el Estado, la otra le sonríe.
Acomienzos del siglo XX, los labriegos gallegos acabaron acuñando una frase metafórica que resumía muy gráficamente sus penalidades: «Mexan por nós e temos que dicir que chove». Como español preocupado y como admirador de Cataluña, aquel viejo aserto campesino me viene muchas veces a la mente ante la desenvuelta osadía del Ejecutivo sedicioso catalán y la fofa reacción de quien debe protegernos de ese desafuero, el Gobierno de España. Miccionan sobre nuestra democracia… pero parece que tenemos que decir que llueve.
La buena educación es imprescindible. Nada suaviza más la vida cotidiana. Como escribió con gracia irónica Thomas de Quincey en sus «Memorias de un inglés comedor de opio», se empieza cometiendo un asesinato y se acaba faltando a la buena educación. Nunca ha de renunciarse a la cortesía, pero siempre hay maneras de graduarla. Una y otra vez, muchísimos españoles nos quedamos desconcertados ante la cordialidad de la vicepresidenta del Gobierno con Oriol Junqueras, quien ha elegido motu proprio convertirse en un enemigo declarado de nuestro país y pretende romperlo a la brava.
Dejémonos de pamplinas, por favor: lo del separatismo catalán, que es el mayor problema de España y no la corrupción, no se ve en ninguna democracia civilizada. Nada tiene que ver, por ejemplo, con el caso escocés, donde los independentistas se cuidan de respetar escrupulosamente los cauces legales y no se les pasaría por la cabeza vulnerar las normas.
Esta semana Junqueras ha dado un paso más. Ha amenazado con que si no se permite el referéndum separatista declararán directamente la independencia, pese a que la mayoría de los catalanes la rechazan. Desde la Grecia de Pericles hasta hoy, me temo que un desafío así se llama golpe de Estado. En un país normal, en una democracia vieja, una proclama de tal calado de un representante del Estado –y Junqueras lo es como vicepresidente catalán– habría provocado la automática intervención de la justicia.
Aquí, en cambio, se ha traducido en que el viernes la vicepresidenta Soraya intercambió libros y sonrisas con Junqueras en un acto en Barcelona (el vicepresidente catalán venía además de rubricar un instante antes un manifiesto solemne de todo su Ejecutivo a favor del referéndum inconstitucional). La cita cultural de Barcelona promocionaba la candidatura del Día de Sant Jordi como patrimonio de la Unesco. Una bonita iniciativa, que sin duda merece el apoyo del Gobierno de España. Hizo bien Soraya en acudir a respaldarla. Pero resulta descorazonadora su cordialidad con un golpista manifiesto, que incluso aprovechó el acto cultural para continuar con su fanática apología separatista, mientras la sonriente representante de nuestro Gobierno se limitaba a dejar caer una frasecita de reconvención tan tibia y tenue que casi pasó desapercibida.
Soraya obsequió a Junqueras con un libro. Demostró buen gusto, pues era «La parte inventada», de Rodrigo Fresán, colaborador del suplemento cultural de ABC. Pero a estas alturas de la provocación, el único libro que debería haberle regalado la vicepresidenta a Junqueras es el Código Penal.
LUIS VENTOSO – ABC – 23/04/17