Algunos periodistas le llaman Gracita Bolaños. Mejor sería llamarle Rasputín del zar. Franco tuvo su hombre de confianza, que diseñó una nueva estructura del Estado, después de la ruina de la Segunda República y los desastres de la Guerra Civil. Se llamaba Serrano Suñer y era un notable jurista, amén de abogado del Estado.
Sánchez tiene también su ministro para todo, este Rasputín Bolaños, que acumula en su Ministerio los tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial Parece que no han cambiado determinados usos desde aquellos años tan pretéritos.
Bolaños ha dicho, según publicaba el martes este periódico, que el CGPJ no debe elegir al candidato con mayor predicamento en la carrera judicial porque no le cuadra en sus propósitos, pese a ser hombre liberal y de criterio ecuánime.
Cabe preguntarse, pese a conocer de antemano la respuesta, que cómo es posible que el triminsitro se inmiscuya, de forma tan grosera, en las funciones y responsabilidades exclusivas del Poder Judicial
Cabe preguntarse, pese a conocer de antemano la respuesta, que cómo es posible que el triminsitro se inmiscuya, de forma tan grosera, en las funciones y responsabilidades exclusivas del Poder Judicial…? Quizáss, en un exceso de imaginación, ha llegado a la conclusión de que Sánchez ya es Maduro y aquí estamos a dos pasos de convertirnos en Venezuela.
Perseguir a los jueces
Resulta del todo punto inasumible, por no decir obsceno, que el titular de Justicia presiones de esta forma a los vocales del Gobierno de los jueces para que finalmente designen a quien le interesa..
Claro que no es de extrañar este comportamiento en quien, pese a ser miembro destacado del Ejecutivo, dedique buena parte de su tiempo a hostigar, acusar y perseguir a aquellos jueces que cumplen cabalmente con su cometido, que es el de impartir Justicia, tal y como reza la Constitución.
Bolaños es un elemento peligroso, pues bajo esa apariencia inofensiva, que nunca ha roto un plato, se esconde un animal político capaz de casi cualquier cosa, como se vio en la negociación de la ley de Amnistía y ahora en todo lo que rodea al ‘caso Begoña’.. Sabe perfectamente que el día que deje de ser útil a la causa del sanchismo, tendrá que volver al Banco de España, a hacer nóminas, seguros sociales y resolver anecdóticos problemas laborales.
Habrá culminado un periodo de su existencia tan triste como reprochable. Es lo que les ocurre a cuantos se acercan demasiado al actual jefe de la Moncloa. Un final indigno aunque, en algunos casos, luego recompensado.